La corteza color canela con manchones blanquecinos que envuelve los arbustos nativos de más de 600 años y portes que alcanzan los 16 metros de altura, y se reflejan en las quietas aguas del lago Nahuel Huapi, son la característica distintiva del Parque Nacional Arrayanes, en la provincia de Neuquén, un lugar mágico que asombra a los visitantes de todo el mundo.
Finalista del concurso para elegir las 7 Maravillas Naturales de Argentina, cuyo resultado se develará el próximo 7 de mayo, Arrayanes se presenta como un candidato con grandes posibilidades para ser seleccionado por el voto de la gente.
“Es un orgullo y un honor que el Parque Nacional de Arrayanes, único en la Patagonia, pueda ser votado para ser parte de las 7 maravillas de Argentina”, expresó en diálogo con Télam la ministra de Turismo de Neuquén, Marisa Focarazzo.
Los Arrayanes abarca toda la península de Quetrihué, unas 1.796 hectáreas ubicadas en el extremo norte del lago Nahuel Huapi, vecina a la localidad de Villa La Angostura.
Situado dentro de otro parque nacional, el Nahuel Huapi, fue creado en el año 1971 con el objetivo de proteger un singular bosque de arrayanes, uno de los más puros y extensos de esta especie.
El Arrayán es un arbusto nativo de la región de los bosques subantárticos o Andinos Patagónicos, de zona húmeda, que crece lentamente a orillas de lagos y ríos, con una corteza color canela cubierta de manchones blaquecinos, que tiene la peculiaridad de ser fría y suave al tacto humano.
Asimismo, se caracteriza por tener hojas pequeñas y de brillante verde, que no caen en invierno y contrastan en verano con las numerosas flores blancas que colman las ramas.
El Parque de Arrayanes “tiene un recorrido interno de 800 metros por senderos y pasarelas que puede transitarse sin mucha dificultad”, indicó a Télam el secretario de Turismo de Villa La Angostura, Pablo Bruni.
Focarazzo explicó que “en los inicios uno caminaba en el Parque por el mismo sendero natural que se estaba conformando, pero la cantidad de turistas que han recorrido y visitado ese lugar ha generado la necesidad de proteger el ambiente y por ello hay un sendero elevado delimitado”.
Por el suelo y clima que existe en el lugar, se desarrollan también más de 19 especies arbóreas autóctonas y exóticas del Bosque Andino Patagónico, como el coihue, aljaba, maqui, palo santo, ciprés, radal, cacho de cabra, espino azul, orquídea, patagua y helechos.
Además, se puede escuchar el canto del chucao o el huethuet, aves que se refugian en el bosque sombrío y húmedo, como cabecitas negras, comesebo patagónico, colibríes, rayaditos, diucas, pitíos y pájaros carpinteros.
También es posible observar sobre el agua algún cormorán imperial, biguá, cauquén común, pato barcino y hasta la familiar gaviota cocinera.
Para ingresar al Parque caminando, se debe atravesar un sendero peatonal de 12 kilómetros, de mediana dificultad, que nace a metros del muelle municipal Bahía Brava; o bien, se puede realizar una excursión lacustre hasta el Puerto Quetrihué.
“Ese sendero es el lugar angosto que le da el nombre a la localidad, porque tiene 80 metros entre lado y lado del lago”, contó Bruni y agregó que allí se encuentra el mirador Arrayán desde el que se consigue apreciar una vista panorámica del Lago Nahuel Huapi con sus brazos El Machete, El Rincón y Última Esperanza; La Bahía Brava, la Isla Fray Menéndez y el cordón montañoso que limita Argentina con Chile.