“No sé hacer otra cosa que no sea arte”, asegura la reconocida maestra de teatro, actriz, cantante y multifacética Ofelia Cendra, quien supo robar una sonrisa a cada espectador y despertar en cada función calurosos aplausos en reconocimiento a su talento, pasión y compromiso con el arte en todas sus aristas.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, la actriz hizo un breve repaso de su vida, sus comienzos en el camino del arte, su familia, su trayectoria y proyectos.
“Me vinculé desde muy pequeña con el mundo del arte, y en esto tienen mucho que ver mis padres, pero más allá de ser importante en su rol fueron una ficha imprescindible los dos, junto con mi tía Agripina, una de las primeras peluqueras que tuvo Posadas. Con apenas cinco años ella me llevaba a ver obras que eran para adultos, donde estaba Maruja Ledesma, que era su amiga, también Ismael Fernández, Rulo Fernández, todos excelentes actores”, recordó.
“Es así que cuando cumplí seis años y estaba en primer grado, mi madre me insistía que estudie arte, entonces ya a esa edad integraba el coro de Norma Beby D’Indio, donde estuve durante diez años. También estudié danzas españolas, modernas y contemporáneas. Luego estuve durante mucho tiempo en la Escuela de Música, que en ese momento funcionado abajo del Colegio Roque González, con una profesora que tenía un taller parecido a lo que es mi taller ahora, con esa impronta, en homenaje a Elba Street. Era un taller de ‘clamación’ donde dábamos distintas actividades artísticas, dibujo y pintura, cantábamos, aprendíamos a decir poesías, hacíamos teatro, escribíamos e inventábamos cuentos. Era muy lindo y todo desde lo lúdico. En ese taller estuve bastante tiempo, paralelamente a otras disciplinas artísticas que hacía con una formación más profesional. Es así que, como estudié desde muy chica, me recibí de varias cosas: profesora de danza, piano y solfeo, comedia musical y todo lo que tenga que ver con el arte”.
Los afectos
Antonia y Alberto, los padres de Ofelia, “fueron figuras importantes y pilares en mi vida en todos los sentidos. También mis hermanos Luis y Juan Carlos Cendra. Juan Carlos es artista plástico más allá de que es mecánico dental y mi otro hermano más allá también de su profesión es clown. Lo llevó desde siempre y de hecho, en estos momentos, es uno de los payamédicos. El arte siempre estuvo presente en mi casa, escuchábamos música, jugábamos desde que éramos muy pequeñitos”.
La actriz, cuenta que no era muy buena en el colegio: “Siempre fui muy dispersa, lo mío era la actuación. En toda la primaria, cada vez que había una actuación, era la protagonista y la que armaba los actos. Parte de la primaria la hice en el colegio Santa María, después en la Escuela Nº 3, donde fui muy feliz. La secundaria la hice en la Escuela Normal y luego en la ENET 2, donde se daba un taller de corte y confección y diseño; entonces me enganché porque ahí aprendí un poco a coser y un poco más a explotar esa parte creativa que me sirvió mucho. Finalmente el colegio secundario lo terminé en Buenos Aires a los 19 años”, repasó.
Transcurrían los 80 cuando, ya instalada en Buenos Aires, comenzó a estudiar teatro con actores y directores como Cacho Bidonde, Hugo Midón, Norman Briski y Ricardo Lago, en el Teatro San Martín.
“Además hice clow, mimo, disciplinas circenses, teatro callejero. En ese entonces estaba en auge el teatro under y, en conjunto con Humberto Tortonese, comencé a trabajar en un bar muy lindo en San Telmo. Fue una época con una explosión artística, con disparadores en mi cabeza. Fui fusionando cosas que hasta el día de hoy sigo haciendo todo el tiempo, reinventado y aggiornándome en esto de fusionar el teatro, con la música y el arte plástica”, expresó.
“Pensaba seguir estudiando y trabajando en Buenos Aires, pero iba a ser madre de mi primera hija Macarena. Entonces tuve que regresar a Posadas en el año 88, justo se abría el teatro El Desván, de Benito del Puerto, quien me dio una gran mano y comencé a trabajar ahí, con un grupo muy hermoso. No era fácil comenzar a trabajar con el teatro en ningún lugar, era un momento complicado para trabajar en ese momento en plena democracia, la gente era un poco temerosa, pero yo tuve mucha suerte, con los padres, niños, niñas y alumnos en general a los que les gustó mi trabajo”, recordó.
El camino de una artista
Sobre sus proyectos en proceso indicó que “siempre trabajé con niños, adolescentes y actualmente hace ya cuatro años con adultos y adultos mayores, lo cual es un placer. Así que proyectos tengo miles. Hay que reinventarse siempre y aggiornarse para los espectáculos que es lo que me gusta, es parte de mi vida, es como comer y beber. Me acuesto con el arte y me despierto con el arte. Mi casa es una casa artística, no podría vivir de otra manera. A veces en ese sentido soy limitada, porque no sé hacer otra cosa que no sea arte”, confió.
“Este año arranqué con un proyecto que es multidisciplinario, es un espectáculo musical infantil para toda la familia, pero con distintas actividades artísticas en el escenario: pintura expresión corporal, teatro y canto. Es con el grupo ‘Pirulin Pirulero’, un espectáculo de bellas artes porque trabajamos distintas disciplinas. Estamos haciendo pequeñas intervenciones en espacios públicos y pequeños teatros, pero el estreno formal se viene en unos meses”, comentó entre otras propuestas artísticas.
“Mis hijas tienen mucho que ver con todo, mis exparejas también tienen mucho que ver en mi vida artística, también mis amigas, mis amigos, que siempre estuvieron empujándome y ayudándome, porque esto de ser artista independiente no es fácil, a veces uno decae y ellos están ahí. Mis exmaridos también son artistas, escritores y músicos a quienes doy gracias, como a mis compañeras actrices. A todos muchas gracias”, cerró Ofelia.
Premio Podestá
Sobre el reciente premio declaró estar “muy emocionada”. Los Premios Podestá son entregados por la Asociación Argentina de Actores y el Honorable Senado de la Nación.
“Es también importante por el hecho de que además me lo hayan entregado en una fecha tan importante como es la celebración de los 100 años de la institución que congrega a los actores del país”, señaló Cendra. “Para que una trayectoria sea posible -agregó-, es necesaria la participación de muchas personas que fueron las que abrieron las puertas de teatros, instituciones culturales, grupos comprometidos con el quehacer teatral”.
“El teatro es, fundamentalmente, una experiencia colectiva, incluso en el más solitario de los unipersonales”, advirtió.
“Desde el equipo técnico, los iluminadores, los musicalizadores, el personal de sala, los administradores del teatro. Por eso quiero agradecer a las muchas personas que iluminaron este trayecto que comenzó con el sueño de hacer teatro y se fue entreverando con la formación de jóvenes actrices y actores en la escena misionera. En este lugar en que me encuentro podrían estar unos cuantos colegas que han hecho de su vida un compromiso con el teatro”, rememoró.
“Un reconocimiento como los Premios Podestá me llena de orgullo, pero además siento que es el honor de formar parte de un colectivo que ha sentado su raíces muy profundas en la provincia de Misiones (que cuenta con su Instituto de Teatro Independiente) y que, con compromiso y dedicación, ha sostenido la actividad teatral contra viento y marea. Por eso mi agradecimiento, con el convencimiento de que cualquiera de mis colegas podría estar aquí recibiendo el premio y que, en la relación con cada uno de ellos, he crecido y he aprendido muchísimo sobre la gran comedia humana”, recordó.
“Gracias a los maestros y maestras en el arte de la actuación, a los alumnos que destilan sabiduría en el momento del aprendizaje y a toda la gente que entiende que el teatro, como cualquier arte, es movilizador, y que cada vez que se abre el telón, un nuevo mundo se abre”, concluyó la actriz.