
Faltan 108 días para el inicio del Mundial de Karate JKS 2019 que se disputará en la ciudad de Dublín, Irlanda, a 10.163 kilómetros de Posadas. El 23 de agosto se levantará el telón de la cita mundialista que, este año, contará con la participación de tres representantes misioneros en la Selección Nacional de Karate JKS: Diego Fleitas, Alejandro Zarza y Carlos Chanuar.
Será la primera vez para los tres que, por estas horas, trabajan para reunir los fondos que les permitan viajar. “Queremos dejar a la Argentina en lo más alto posible”, avisaron en una charla con EL DEPORTIVO.
El Mundial se realiza una vez cada cuatro años. En 2015 se hizó en Japón, cuna del karate, y este año la cita es en Irlanda. El camino para llegar a formar parte de la Selección Argentina fue largo: en abril del año pasado llegaron hasta San Nicolás, Buenos Aires, a un curso de la disciplina donde hubo un selectivo en donde consiguieron los pasajes para el Sudamericano que, en julio, se realizó en Temuco, Chile.
Además dijeron presente en un torneo nacional que se realizó en noviembre en Posadas y la Copa Montenegro que se hizo en octubre, todo de 2018. Sus buenas participaciones hicieron que la JKS Argentina mande una nota a Misiones avisando que los tres tenían asegurado su lugar en la Selección Argentina y Dublín los esperaba. “Era el objetivo que teníamos”, explicaron a EL DEPORTIVO.

Con el lugar asegurado, comenzó la preparación. “Practico karate en el dojo y particularmente estoy entrenando la parte física con un profesor. La idea es llegar en óptimas condiciones porque sabemos que hay competidores muy fuertes en todo el mundo y más que nada en Japón, que es frente a quien uno apunta a medirse y lograr un buen resultado.
Es el rival a vencer”, aseguró Diego. Alejandro, por su parte, afirmó que entrena parte física y de karate y comparte con Diego la intención de derrotar a los japoneses.
“Ganarle a un japonés es lo máximo que uno puede ganar”. Carlos también mete entrenamiento en el dojo y hace físico afuera como “salir a correr, pesas y prepararse lo mejor posible”. Sobre su objetivo “el primero y principal es ir, llegar y competir y tratar de hacer el mejor papel posible”.
Como dijo Carlos, el primer objetivo es ir. Sucede que toda la parte deportiva del karate es amateur, por lo que deben pagar el viaje de su bolsillo y el costo del pasaje es de 1.400 dólares cada uno. “Estamos haciendo lo posible para juntar”, dijo Carlos.
“Pero hay muchos gastos en el medio, el año pasado tuvimos el viaje a Chile, o por ahí vienen maestros japoneses a dar seminarios y hay que participar. Como representantes del país tenemos que estar en todos los eventos y se complica un poco guardar la plata”, agregó Diego. ¿Tienen asegurado el viaje? “Todavía no, estamos complicados”, indicaron.
Pero no se quedan de brazos cruzados. Para nada. Cada 15 días levantan pedidos de empanadas y hacen bonos colaboración para vender a quienes puedan ayudarlos. Pese a que el calendario les deja poco margen de ahorro porque, por ejemplo, como el año que viene hay Panamericanos, tras el Mundial deberán asistir a un selectivo, con el objetivo de mantener su lugar en la Selección. “El calendario es amplio, entonces ahí es donde se complica la cuestión monetaria”, remarcaron.

En búsqueda de la gloria
Los tres participarán en kata (formas) y en kumite (lucha), cada uno en su categoría: Alejandro es Under 21, Diego es Mayor y Carlos, Senior. “El objetivo primordial es ir, participar y en lo posible tratar de dejar bien representado al país. Y queremos ganar, traer algo a la Argentina”, señaló Carlos.
“Queremos dejar a la Argentina lo más alto posible, es una satisfacción muy grande ver que el país que uno ama llega a la cumbre de un deporte. El objetivo es ganar… siempre”, afirmó Diego. Alejandro, en la misma línea, indicó que “el objetivo sería ser campeón y dejar bien representada a la Argentina”. Los muchachos saben que tienen con qué. “Tenemos fe, se puede. El rival a vencer son los japoneses, pero Irlanda también tiene muy buenos competidores”, remarcaron.
Es la primera vez que viajarán tan lejos gracias al karate. “Lo más lejos que hemos ido fue Chile”, dijeron entre risas. Nunca tuvieron la oportunidad de ir a Europa como turistas así que, además de lo deportivo, esta se vuelve una oportunidad única. Aunque ellos van con el Mundial entre ceja y ceja. “Uno va enfocado en el torneo, por ahí si queda lugar o tiempo para una recorrida o conocer, bienvenido sea, pero por lo general cuesta. Pero ahora sí da para aprovechar un poquito ya que vamos tan lejos. Hay que aprovechar la oportunidad”.
El karate, una vida
Alejandro llegó al karate cuando tenía 12 años en una escuela que quedaba en la esquina de su casa. Hoy tiene 18 y ni siquiera se acuerda cómo fue que llegó allí ese día. Desde que tiene memoria está dentro del dojo.
“El karate ya es mi estilo de vida. Los lunes, miércoles y viernes son los días que entreno prácticamente todo el día y me gusta lo que hago. Martes y jueves enseño y me gusta lo que hago entonces para mí ya es mi vida el karate”. Ale terminó la secundaria el año pasado y este año estudia para ser asistente de kinesiología. En 2020 quiere meterle ficha a la licenciatura. “Me gustaría vivir de ésto”.
Diego tiene 32 años y hace 20 que está con el karate. Comenzó también cerca de su casa y, en realidad, el primer día fue a acompañar a su hermana Karina, que no quería ir sola a la primera clase. “Yo me quedé y ella dejó y desde ahí no paramos”. Para Diego el karate también es su vida: entrena, da clases, su esposa también practica y “estamos en casa y miramos videos de karate, película que se busca es de artes marciales y tengo una hija de 1 año y 4 meses a la que jugando uno le agarra y le hace hacer patadas. Me gustaría que ella pueda hacer y quede con el legado de la familia”.
Carlos, por su parte, se siente misionero pero nació en Entre Ríos. Estuvo en la Armada y recorrió el país. Fue así como conoció el karate y no paró más. “Quizá por cuestiones de trabajo paraba un año y seguía. Hasta que en el 2000 empecé de nuevo y comenzamos a entrenar”.
Para él, el karate también es su estilo de vida. “Estoy todo el día pensando en el karate, estamos en casa cocinando y tiramos una técnica”, dijo entre risas. Lamenta que ninguno de sus tres hijos varones siguiera sus pasos pero tiene esperanza en que sea su nieto, de 1 año y 4 meses, el que lo siga. “Anda todo el día con la shinai, una espada de bambú que se usa para dar clases. Es la esperanza que tengo”.