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Patricia lleva el apellido de su madre, Arapayú. Tiene 28 años, un hijo y reside en Gobernador Roca con su pareja. Fue quien reaccionó de inmediato ante la desaparición de Fidencia Estela el martes 7 de mayo, no vaciló un segundo. Su madre estaba con problemas de vesícula “pero no iba a desaparecer o quitarse la vida, ella no era así, era luchadora y no iba a cometer ninguna locura”.
Patricia Arapayú dialogó con PRIMERA EDICIÓN, único medio en Colonia Oasis ayer, tras el hallazgo del cuerpo sin vida de su progenitora.
“Estamos sin palabras casi, no puedo creer que le haya pasado esto, ella era una mujer luchadora, una buena madre”.
La mataron a golpes, no se entiende por qué tanto ensañamiento. Fidencia quería vivir tranquila, era un ama de casa laburadora, cuidaba su salud, estaba por operarse se la vesícula y sólo eso nos mantenía preocupados, que terminara los estudios previos”.
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“Nadie merece morir así. Ella mucho menos, no tenía ningún enemigo o alguien que no la quisiera. La buscamos por todos lados, no iba hacer nada malo, no se iba a suicidar, lo sabíamos y ahora la encontramos adentro de un pozo, la crueldad no tiene límite al parecer”.
“Quería separarse definitivamente, y tal vez por ello la mató, porque tenía intención de irse a vivir a Jardín América y rehacer su vida”.
Vecinos de Arapayú en tanto, describieron a su concubino como un “hombre con problemas para relacionarse, no era alcohólico, no lo veíamos borracho por la calle y nunca supimos si la golpeaba. Desde que se bautizó, hace pocos días, y se volvió a casar en ceremonia religiosa evangélica, no vimos nada extraño, pero siempre nos dejaba la sensación de que podía tener problemas mentales”, resumieron las primeras dos vecinas que se acercaron a la casa de Arapayú ayer, a confirmar la peor noticia.
Trágica confirmación
Todas las sospechas que se generaron durante la madrugada de este martes en la vivienda de Fidencia Estela Arapayú (49), se confirmaron pocos minutos antes de las 9. La encontraron si vida dentro de un pozo, con la cabeza destrozada a martillazos. Otra mujer asesinada, el quinto femicidio del año, la cuenta fría del extremo más cruel de la violencia de género.
Antes del hallazgo, el principal sospechoso, su espos de 54 años, changarín y colono, fue detenido tras encontrarse rastros de sangre humana en el celular, en su cartera y en varios puntos de la vivienda donde residía Arapayú junto a tres de sus ocho hijos.
El juez de Instrucción de Puerto Rico, Roberto Sena ordenó que el esposo de Arapayú fuera detenido y alojado en la comisaría de Jardín América, hasta que la autopsia complete las circunstancias y causas de la muerte.
Los restos de Fidencia fueron trasladados a la Morgue Judicial de Posadas, para los respectivos estudios e informes forenses. Mientras que el adolescente fue puesto a disposición del juez Correccional y de Menores de Puerto Rico, Osvaldo Rubén Lunge. Vale aclarar que por ser menor de edad es inimputable.
Cuando se resuelvan estos pasos y el juez Sena tenga en su despacho el sumario con las actuaciones policiales, se llevaría a indagatoria al sospechoso y se resolverá la tutela y guarda del menor.
El cadáver a cinco metros
Cuando se descubrió que el cadáver de Arapayú estaba descomponiéndose dentro de un pozo resumidero de agua y desperdicios, la conmoción alcanzó no sólo a los hijos y demás familiares de la mujer, también vecinos y los propios uniformados que la buscaron durante seis días consecutivos fueron atrapados por el espanto ante tamaña violencia.
Fidencia tenía la cabeza abierta a golpes, medía 1,55 metros de alto, tenía la tez trigueña y las manos curtidas de ama de casa, de una madre que crió niños y adolescentes, labró la tierra y que durante los últimos días visitaba al médico en Jardín América para finalizar los estudios que le permitieran operarse la vesícula, malestar que arrastraba hace varios días.
Las estudios ecográficos de las últimas horas estaban en su cuarto, donde se hallaron rastros de sangre que reaccionaron al luminol, prueba realizada por los peritos de la Unidad Regional IX durante la madrugada. En la cama, en su cartera, hasta en la billetera el químico dio positivo al rastro humano. Pero también se encontraron restos en el patio y en torno al pozo.
Con la colaboración de bomberos policiales y tras el olfato de los perros de rastreo, cavaron a un costado de la pesada tapa de concreto y varillas de hierro, un cuadrado de 1,50 metros por lado y quince centímetros de espesor.
Descubrieron el hueco y el fétido hedor se dispersó por la vivienda, propiedad y a varios metros, hasta casas vecinas. Ya no era presagio, era el inicio de la confirmación.
Los bomberos y demás efectivos encabezados por el jefe de la UR-IX, José Daniel Cerdán, corrieron la tapa y rescataron el cuerpo con sogas y arneses.
Instantes después, en una plantación de mandioca en la misma chacra encontraron tirado un martillo, que también tenía manchas color escarlata, el mismo registro fue detectado en el barro de dos palas y en una prenda de vestir rota, un buzo o remera.
Los familiares de Fidencia que restaban llegar desde Gobernador Roca y Jardín América se hicieron presentes y no reaccionaron enfáticos ni levantaron la voz, el estupor los mantuvo inmovilizados durante toda la labor de los policías y funcionarios judiciales.
Incluso cuando el cuerpo fue depositado en la caja metálica para ser trasladado a la morgue de Posadas, permanecieron callados y observaron la camioneta de la comisaría local alejándose en el barro.
Atrás quedaron también los operativos de búsqueda con efectivos policiales conectados con comisarías y divisiones de toda la provincia, además de la intervención a la Dirección de Investigaciones y delitos Complejos (división Búsqueda de Paradero). La inclusión de perros entrenados en este tipo de rastrillajes que recorrieron Colonia Oasis y Jardín América.
En cuanto a las primeras evidencias, que sustentan sospechas en cuanto al desenlace, se apuntó a que ya en 2014, Fidencia había denunciado a su esposo como agresivo, que le generaba miedo y por lo que necesitaba que le restringieran el acercamiento a ella y sus hijos.
Se mantuvieron separados hasta hace poco más de dos meses, en que Arapayú retornó a Oasis, se reconcilió con su esposo y renovó los votos en una ceremonia religiosa en un templo evangélico.
Pero del ritual religioso poco amor habría quedado en pie ya que Fidencia habría manifestado nuevamente su deseo de separarse, de romper el vínculo e irse a vivir a Jardín América una vez más.
Pero no lo logró, fue golpeada hasta morir e intentaron borrar las pruebas, incluso hacer desaparecer la prueba principal, el cuerpo de Arapayú, la quinta mujer víctima fatal a manos de un varón en menos de cinco meses transcurridos de 2019 en suelo misionero.