Cada vez que descargamos una aplicación móvil o nos registramos a una red social, aparece un último paso: hacer un tilde al lado de la frase “He leído y acepto los términos y condiciones de uso” ¡Casi todos damos ese clic de inmediato, pero nadie lee qué es lo que está aceptando!.
En líneas generales, ese texto tan largo y aburrido de leer, expresa que le estamos dando permiso a la compañía que desarrolló el software para rastrear nuestros datos tales como geolocalización, escribir en nombre nuestro, darle acceso a nuestra agenda, cámara fotográfica y más. En resumen: nuestra información privada pasa a no ser completamente privada y se comparte con terceros dentro de la plataforma y en varios casos con empresas vinculadas.
Según el último estudio publicado en Social Science Research Network (SSRN), dos profesores de derecho analizaron los términos y condiciones de uso de los 500 websites y redes sociales más populares, y detectaron que más del 99% de estos términos eran “incomprensibles” y que excedían el nivel medio de compresión lectora de la mayoría de los adultos de los Estados Unidos. De hecho, para la media de los usuarios, el lenguaje es demasiado complejo y largo, motivo por el que los consumidores están dispuestos a aceptar que lo peor que hará la mayoría de las empresas es vender su nombre y correo electrónico a un tercero que quiera anunciarles.
Por otra parte, si bien no hay datos en Argentina, la consultora Deloitte llevó adelante una investigación en Estados Unidos cuya conclusión bien podría extrapolarse a nuestro país: de las 2 mil personas sondeadas, el 91% acepta los términos legales y las condiciones de los servicios digitales sin leerlos.
Para los usuarios de 18 a 34 años de edad, la tasa es aún mayor puesto que llega al 97%.
Lo curioso es que el 80% de esos encuestados sabe que las compañías utilizarán la información personal y, del total de sondeados, solo el 13% indicó que nunca revela sus nombres reales, correo electrónico, foto y dirección, entre otra información privada.
La “letra chica”
Está claro que si no leemos los términos y condiciones es por algún motivo. En este caso, pueden ser varios: porque la mayoría de los usuarios desconoce la importancia del texto que no está leyendo y por la ansiedad que produce terminar un proceso de registración online.
Pero hay más razones: una nota publicada recientemente por el diario NY Times reveló que un usuario promedio de Internet tardaría 76 días completos en leer todos los términos y condiciones de uso de los servicios digitales a los que accede y “acepta” utilizar; y agrega que solo en el caso de Amazon debería invertir aproximadamente 9 horas en leerlos. Como si esto fuera poco, las firmas utilizan en estos apartados letra ilegible, que complica la lectura.
Evidentemente, al igual que sucede con compañías de otras industrias, estos textos que, en definitiva, son contratos, están presentados para que el usuarios los firme sin leerlos.
Aunque sea tedioso, es importante recordar en muchos casos los términos y condiciones se refieren a nuestra privacidad.
Por eso, aunque consideremos que se trata de textos inocentes, es importante no firmar sin leer, e incluso, en caso de aceptar las reglas impuestas al hacer clic, es clave ir a la sección “Configuración” y hacer los ajustes necesarios para que las empresas accedan a la mínima información posible sobre nosotros.
Por último, una frase tan corta como contundente: “Cuando un producto es gratis, es porque ese producto somos nosotros”. Esto significa que si las aplicaciones móviles, redes sociales y a fines nos entregan muchísimas servicios sin costo alguno es porque, en realidad, se los están cobrando con información sobre nuestras vidas.