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Sólo restaba la clase de matemáticas para los alumnos del aula 1-F, primer año de la EPET 2. Pero pasadas las 18 se desató el temor y los pedidos de auxilio porque doce estudiantes comenzaron a manifestar dolores fuertes de cabeza, mareos, fuerte ardor en la garganta y vómitos dentro del salón de clase.
Rápidamente los directivos solicitaron la asistencia médica y dos ambulancias de la Red de Traslados arribaron rápidamente para la primera observación. Los paramédicos de inmediato reaccionaron con una derivación masiva por intoxicación hacia el Hospital de Pediatría Fernando Barreyro porque el cuadro indicaba que eran doce las menores involucradas.
Las alumnas, entre los 12 y 14 años, llegaron de inmediato al centro de salud para las primeras curaciones. Estaban acompañadas por una regente y luego por una preceptora del establecimiento y radicaron la exposición policial respectiva mientras se realizaban las comunicaciones con los tutores de cada una de las afectadas.
El primer relato a los efectivos de la comisaría Cuarta fue que habían inhalado un perfume cosmético para niñas. Según fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN, las víctimas tomaron contacto con una colonia “Monique Dulce Caramelo”, que una de sus compañeras la habría rociado dentro de la sala de clases. Fue la regente del establecimiento educativo quien entregó el presunto tóxico a los uniformados para que sea peritado y se determine que tipo de sustancia afectó a las estudiantes.
Mientras esto ocurría el cuadro de desesperación aumentaba en los pasillos del hospital. Los padres llegaban alarmados por sus hijas, primero para saber la gravedad del estado y luego para determinar qué pasos seguir. El médico policial de turno se hizo presente a los pocos minutos para constatar la situación y acompañar los primeros informes.
Con el transcurrir de las horas, la mayoría de las niñas se recuperaron y les indicaron las curaciones a seguir como también los estudios pertinentes que deberán realizarse. Al menos hasta anoche, no había indicios o adelantos que se fueran a tomar medidas disciplinarias por lo ocurrido dentro de la escuela. Se investiga que el hecho fue desencadenante de una acto sin intención maliciosa.
La menor que habría rociado el perfume, también se vio afectada por los mismos síntomas, lo que apuntaría a que no fue un acto por lesionar a sus compañeras, ni tampoco un presunto acto de inhalar la colonia para provocar efectos alucinógenos.