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Luis Báez practicó kick boxing por primera vez en 2009, hace diez años. En 2013 comenzó a meterle ficha y ahora se prepara para ser parte del seleccionado argentino que participará en el Sudamericano de Perú a fin de año. En una charla con EL DEPORTIVO contó sus inicios en la disciplina, cómo se prepara para lo que se viene y las metas del futuro: Luciano, su hijo, ya tira sus primeros golpes. “Sentimos la misma pasión por el deporte”, afirmó el hombre de 31 años.
Luis Báez es categoría menor a 75 kg y compite en la modalidad Low Kick. Fue un buen año para él: en la velada Explosión 8 retuvo el título y se prepara para el provincial. “Había peleado por ese título y no me fue bien. Fue una linda pelea, con un rival bueno y le tocó ganar a él. Ahora vamos por la revancha”, avisó. “Ese es mi objetivo, y después seguir en las competencias que vengan”. Además, este año participó en la Copa América de Brasil y llegó segundo. “Peleé en la modalidad Light Contact y Kick Light, ambas de tatami”. Esa medalla de plata le sumó puntos para el objetivo de ser parte de la Selección Argentina en el Sudamericano de Perú a fin de año.
Pasa que, para clasificar a estas competencias, se deben sumar la mayor cantidad de puntos posibles, primero en los torneos provinciales “para ir teniendo roce y sumando experiencia” y también en los nacionales e internacionales. Es en esa, con la medalla de plata, donde lleva la delantera. Pero “para mantenerme en la Selección Argentina tengo que ir a clasificar en el Open en septiembre en Clorinda, Formosa”, indicó. Ese es el objetivo inmediato.
Los Open son competencias anuales y “el paso para estar en los Sudamericanos” que se realizan cada dos años, misma periodicidad que los Panamericanos. “Si trae una medalla del Sudamericano prácticamente estará clasificado al Panamericano. No va a tener que hacer todo el camino que hacen los otros que tienen que ir a los torneos regionales, nacionales, Open nacionales… y algún internacional”, explicó su profe Maxi Rolón.
Si todo sigue su curso, Luis se quedará con el pasaje a Lima en el Open Nacional que se realizará en Formosa. Se entrena con ese objetivo.
“El kick boxing es mi pasión”
Luis nació en Parque Patricios, barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero se siente misionero. No es para menos, llegó a la tierra colorada con 14 años, en el 2001. En su sangre corría el amor por los deportes de contacto. Su abuelo hacía boxeo y le había enseñado. Un día le dijo a su mamá Perla que quería empezar a practicar rugby pero ella no le dejó. “Me dijo que me iba a romper todo y no quería. Entonces a escondidas empecé a hacer kick boxing”, recordó Luis.
Un día conoció a Maxi Rolón, su profe, y la pasión por el deporte comenzó a crecer. Pero no pudo empezar a practicar tanto como quería por su trabajo. “Trabajaba en larga distancia, viajaba. Pero siempre que volvía le escribía a Maxi para ir a entrenar. En 2013 dejé de viajar y le metí a full”.
Todo un desafío a aquella prohibición de mamá Perla. “En 2010 rendí mi primer cinturón y le pedí plata para el examen. Creo que en ese momento eran 600 pesos. Me preguntó para qué y cuando le dije que era kick boxing, me retó”, recordó. Sin embargo, después aflojó, le dio el dinero para rendir y lo comenzó a apoyar. “En 2010 en el Open que se hizo en Misiones salí campeón y ella estaba”. Perla era su primera fan. Papá Luis también fue a esa pelea, pero fue una de las únicas porque no le gusta mucho. “Las veces que hay velada acá, ella me acompaña”, aseguró Luis. “Está siempre conmigo”, agregó.
¿Qué sentís por el kick boxing? “Es una pasión, lo mejor que hay para mí y ahora, es como mi vida”, aseguró Luis. Cuando las cosas no andan bien en casa, o está medio bajoneado, “me voy al gimnasio, un ratito bolsa y ya está”. Tal es su pasión por el kick boxing que abrió una escuela en Villa Cabello donde da clases y luego una más en el barrio Kennedy como Team Báez, de Rolón Kick.
Además, quiere dejar descendencia en el mundo del combate: Luciano, su hijo, ya tiene alrededor de cinco peleas y la idea es que se sume en el viaje al Open de Formosa. “Siente la misma pasión que yo. A veces se enchincha (sic) cuando lo reto porque queremos que nivele la escuela y el kick boxing”, dijo entre risas. No es el único al que quiere sumar: su hija Nahiara, de 4 años, también era candidata al kick boxing, pero la mamá interfirió en los planes y ahora parece que se va para danza. “Una vez le preguntamos a mamá por el kick boxing y ella nos dijo que sí, que la iba a dejar, pero después fuimos a un evento de danza e intentó convencerla de que haga a danza”, dijo Luciano, su hijo.
Una pasión que crece y un sueño: ponerse la celeste y blanca para representar al país en el Sudamericano. Para eso se prepara. Lima lo espera.