Exceso de velocidad, de confianza y alcohol al volante constituyen un cóctel explosivo que hace que en Misiones se registren “de 3 a 5 muertos en siniestros viales cada fin de semana, estadísticamente hablando”, advirtió el abogado especialista en seguridad vial Luis Di Falco, asesor de la Vicegobernación provincial en los programas que ésta afronta en la materia.
Una batalla por la toma de conciencia que, por ahora, no se logra ganar. El experto admitió que “hay que trabajar mucho para cambiar la realidad que tenemos, demasiada gente se nos muere en accidente de tránsito”. Y es que, según él, “tenemos un problema cultural grave: los misioneros creemos que sabemos manejar y la realidad es que no, y si no nos controlan, peor todavía. No se respetan las normas, las indicaciones, la cartelería, la gente cree que la ley no es para uno, deja el auto en doble o triple fila. La gente cree que (un accidente) no te va a pasar a vos, que hay que usar casco sólo si te ve la Policía… Somos todos ‘vivos’ y tenemos un montón de grupo de controles de tránsito de WhatsApp”.
En ese marco, “el alcohol está muy presente todos los fines de semana; después hay excesos de velocidad, gente que va en la moto sin casco… Y las consecuencias de esas imprudencias las vemos en los hospitales, que los fines de semana están casi al borde del colapso por la cantidad de internados por accidentes de tránsito”, lamentó Di Falco.
Motociclistas y menores
De todos esos factores, el especialista se enfoca en estos días en las falencias más generalizadas en el día a día: el uso del casco y la seguridad de los chicos en los autos. Sobre ambos, hoy se repartirán volantes en la vía pública para concientizar en el Día de la Seguridad Vial.
Respecto a los menores, advirtió que “la Ley de Tránsito establece que para ir en el asiento delantero hay que tener al menos 10 años y además sugiere que el chico tenga más de un metro y medio de altura, porque los asientos de los autos están hechos para personas de ese tamaño”. Por eso, “el mejor lugar para viajar es atrás y en su correspondiente sillita, porque hay tres diferentes, exigibles en función de las edades y los pesos” de los niños.
En cuanto al uso del casco, remarcó que “entre el 75% y el 80% de los que tienen accidentes de tránsito son motociclistas. En Posadas mucha gente usa casco en el microcentro, pero baja a un 70% fuera de las cuatro avenidas, al 35% en los barrios en localidades del interior el uso es casi inexistente”.
“Evidentemente, eso tiene que ver con los controles: si decís que el casco salva vidas, sirve para no lastimarse o para que las lesiones sean menores, casi nadie lo compra; si vos controlás y decís que vas a sacarle la moto a los infractores, la gente se cuida más”, aseguró Di Falco, quien recomendó la utilización de elementos “que sirvan, porque a veces, por el calor, la gente usa cascos abiertos o medio casco, que no tienen toda la protección necesaria, o compran cascos que no están homologados. No los usan para cubrirse la cabeza ni para protegerse, sólo para cumplir con la ley, cuando lo ideal sería que la gente se compre el casco pensando en su seguridad y no en la obligatoriedad”, remarcó.
Alcohol, controles y educación
Di Falco reveló que “más de un 50% de los accidentados que ingresan los fines de semana en el hospital están alcoholizados”. Lamentó que “de los 76 municipios de Misiones, sólo dos están adheridos a (la ley de) ‘alcohol cero’: Posadas y Puerto Rico. Pero igual está la norma y se sigue incumpliendo por falta de alcoholímetros”.
El problema, según el especialista, es que “los controles que habitualmente se hacen son estáticos, de tipo barricada: la gente los ve 200 o 300 metros antes y doblan antes de llegar a donde están los inspectores. Los que tienen problema con los papeles o están borrachos, los ven y los evitan. Esos controles en el mundo ya no se hacen: hay que hacer controles dinámicos, circulando con un móvil de la Policía o de Tránsito municipal y si ves una infracción grave, ponés las luces o la sirena, hacés la multa correspondiente o si corresponde el secuestro del vehículo. Yo te garantizo que ponés una multa de 10 mil, 15 mil o 20 mil pesos y esa persona nunca más hace lo mismo”.
Por otra parte “los radares detectan las infracciones pero no te detienen, entonces sirve pero no sirve”.
En cualquier caso, aclaró que “no podemos echar la culpa sólo al Estado: tenemos el problema de que la gente no quiere aceptar las normas de tránsito. Y si los chicos van con su papá o su mamá, todos los días de su vida, y ven todas las infracciones que cometen, aprenden que esas conductas están bien y van a repetirlas cuando sean grandes”.
Por eso “creo que se está empezando a tomar conciencia, pero es demasiado lento, debería ser más rápido. Se puede hacer, pero con mayor compromiso y eje en cuestiones específicas”, sentenció Di Falco.