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Tiene más años vividos adentro de una cancha de hockey que afuera. Si tenía apenas cinco cuando su mamá la llevó a probar, a ver si le gustaba, y no se fue más. Florencia Von Der Heyde tiene 27 y una vida de la mano de este deporte que la enamoró. Es jugadora de Cazadores A y de la Selección misionera, además de la hermana mayor de la Leona Luchi Von Der Heyde.
En 2018 recibió el premio como la mejor del año en su disciplina en la Fiesta del Deporte Misionero y en un mano a mano con EL DEPORTIVO contó qué significó ese reconocimiento en ese particular momento de su vida, las sensaciones cuando la ve a Luchi con la camiseta celeste y blanca y lo que significa este deporte que, de alguna manera, la define. “No me veo haciendo otra cosa”, aseguró.
¿Desde cuándo jugás al hockey, Flor, cuántos años tenías cuando empezaste?
Tenía más o menos seis. Empecé porque mi mamá nos llevó al Club de Educación. Cuando yo empecé, Luchi tenía un año y Eliana tres, éramos muy chiquitas (NdR: Eliana es la hermana del medio). Mi mamá comenzó a jugar en el Club de Educación y me llevó a mí. Cuando Eliana fue un poquito más grande, arrancó también.
¿Hasta cuándo estuviste en Educación?
Creo que hasta los ocho, porque después mi mamá se fue del club, formó San Francisco y nos llevó a las tres. Luchi en esa época ni jugaba, era demasiado chiquita. Yo tenía nueve y ella cuatro.
¿Fue ahí que empezaste en Centro?
A los 10 años estaba jugando en Centro. Yo siento que toda la vida jugué en Centro. Creo que como jugadora me formé ahí, porque cuando uno es chico aprende cosas pero cuando sos más grande las pensás y es ahí donde creo que me formé como jugadora y como persona.
¿Cuándo empezaron las convocatorias a los seleccionados misioneros?
La primera vez que estuve convocada a un preseleccionado fue a los 14. En ese momento era sólo Sub-18, no había muchas categorías. Ese primer año yo era muy chiquita, éramos muchísimas convocadas y no quedé. Éramos casi 40, y obviamente había chicas más grandes que yo, más experimentadas y ese año no quedé. Al año siguiente sí quedé, tenía 15. De ahí en adelante todos los años fui convocada.
¿Desde que tenías 14 hasta hoy venís convocada todos los años a la Selección?
Sí, hasta hace tres años que fue la primera vez que no me convocaron. Estuvieron dos años sin convocarme y el año pasado me llamaron de nuevo.
¿Cuál fue el mayor logro que conseguiste con la selección de Misiones?
En Chaco ascendimos a la A. Fue hace tres o cuatro años y con el Sub-21 llegamos al segundo puesto. Eso fue lo máximo.
¿Este año estás en el seleccionado otra vez?
Sí, el año pasado y este año también. Hace dos meses estamos entrenando. El año pasado estuve convocada y quedé pero no pude viajar por temas laborales. Este año ya tengo preparado todo. Empezamos hace un mes y medio, entrenamos con Matías Petit como DT, Renzo Romero como preparador físico y Bárbara Núñez como entrenadora de arqueras.
¿En qué momento empezaron tus hermanas a seguirte en el hockey? ¿Llegaron a jugar juntas en la Selección?
Sí, llegamos a jugar juntas. Hubo una época que Luchi tenía 16 años y podía participar del Regional y viajamos las tres. Luchi habrá empezado hockey a los 8-9 años. A esa edad dijo que iba a jugar porque Luchi siempre fue de hacer muchas actividades. Eliana ya jugaba y era el comodín porque siempre compartía cancha con Luchi o conmigo. Me acuerdo que en un partido internacional que jugamos con Paraguay, en el Sub-21, jugamos las tres juntas.
¿Y cómo fue eso, cómo es jugar con tus hermanas?
Es una sensación re linda. Lo bueno es que las tres jugamos en diferentes posiciones entonces no hay roce, no tenemos que sacarnos el puesto. Aunque en realidad no tengo comparación o competencia con Luchi (se ríe) y con Eliana tampoco porque es una muralla atrás aunque ahora juega en la posición que la pongan.
Cuando terminaban los partidos, ¿hablaban sobre lo que hicieron en la cancha?
Sí y no. Se habla lo necesario como por qué no hicimos esto o aquello. Éramos chiquitas, por ahí ahora que somos más grandes, pasas los 20 y es como que ya ves de otra manera las actividades y las analizas con otro punto de vista. Cuando éramos chicas nos preguntábamos porqué pegábamos así y cosas más inocentes. Ahora sí se piensa de manera más madura.
¿En esas discusiones también se sumaba mamá Betty, que también tiene experiencia en el hockey?
Tiene experiencia como jugadora y como mamá que acompaña. Ella donde puede meterse se mete y sí, siempre opina.
En la Fiesta del Deporte, primero ganó Eliana, después Luchi empezó a crecer y a ganar premios y ¿vos querías también tu premio?
Sí, uno siempre quiere ser reconocida. En realidad, al principio, nunca me puse a pensar porqué no a mí. Después sí, porqué será que a mí no me convocan. La verdad, que me hayan ternado el año pasado fue una sorpresa gigante para mí, realmente no me lo esperaba. Había tenido un año difícil en el hockey, no se me habían podido dar oportunidades entonces como que me bajoneé un montón y este premio me revivió.
¿Por qué decís que te revivió?
Cuando jugás tantos años al hockey es como que, en algún momento, se vuelve parte de tu vida y te preguntás si seguir jugando o no, es raro. Había tenido un año difícil porque no había podido viajar con el seleccionado y un par de cositas, me había agarrado un bajón. Pero ese premio fue como si me dijeran que no deje, que siga para adelante, que fui reconocida… y sí, me revivió.
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Esa noche Luchi se llevó el Oro…
Sí, Luchi nunca puede dejar el premio a una sola. Ella tiene que acaparar toda la atención (se ríe).
¿Cómo fue esa noche cuando volvieron?
Creo que llegamos y nos juntamos las tres a cenar, creo que estaba mi mamá también y no hablamos mucho de eso. Porque en realidad cuando Luchi viene hablamos de cosas de la vida, porque no estamos nunca juntas. Hablamos de cómo le fue a Luchi en el viaje, qué hizo, qué aprendió. Es como que los premios los disfrutamos mucho en el momento y después pasa a un segundo plano porque disfrutamos más la compañía de las tres, que se da pocas veces. (NdR: Luchi y Eliana viven juntas en Buenos Aires, Flor acá en Posadas).
¿Te gustaría irte a jugar afuera como ellas?
Lo pensé en una época. Me hubiese gustado. Ahora de grande me pregunto porqué no hice tal cosa, porqué otras. Me hubiese gustado ir a jugar a Buenos Aires para sentir otro tipo de competencia. Acá me encanta jugar con mi equipo pero Buenos Aires tiene otro roce, otro juego que estaría buenísimo experimentar, me hubiese gustado. O como hacen muchas chicas de irse a jugar a España, Alemania. Tenés que ser bastante buena, pero quien te dice, por ahí con mucho entrenamiento y con dedicación capaz llegaba, no sé. Me hubiese gustado tener esa experiencia.
¿Considerás que ahora es más difícil?
Sí, por la edad y porque una ya tiene otras responsabilidades. Yo trabajo y ya no sé si tengo ganas. Es cansador no sólo física sino mentalmente porque todo el tiempo están viendo qué comes, qué no comes, cuánto corres, cuánto no y porqué no corriste. Yo ya no sé si quiero hacer ese esfuerzo, es como que siento que ya pasó mi época. Lo digo porque lo veo en Luchi.
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Como hermana mayor, ¿qué te causa verla a Luchi con Las Leonas?
Yo soy una hermana mayor que llora. Realmente cada vez que gana algo o que la veo en la cancha siempre me siento orgullosa porque veo que está haciendo algo que le gusta. Veo la entrega que tiene en la cancha y eso me gusta, me genera mucha felicidad, demasiada felicidad. Sólo me levanto para verla a ella, sino no me levantaría. El otro día jugó un sábado a las 9 y para mí son sagrados los sábados pero me levanto por ella.
Pasando al arbitraje, ¿cómo fue que empezaste en la liga de las Mami’s?
Este es mi quinto año. Siempre colaboraba en los torneos integración y una vez, arbitrando, me vieron y me preguntaron si me interesaba sumarme al staff de árbitros de la Asociación (Misionera de Mami’s Hockey). Lo planteé con mi mamá, le pregunté qué le parecía, me dijo que pruebe y me encantó y me encanta. Hoy en día formo parte de la coordinación. Mi función es capacitar a los árbitros, corregir.
Ya no sólo arbitrás sino que también estás en la escuela
Sí, este año tuvimos una escuelita de postulantes, porque constantemente hay que renovar el staff. Lo que hacemos es capacitar a la gente, a nuestros propios árbitros para ver qué les falta, corregirlos, apoyarlos, darle consejos…
El día que no juegues más ¿vas a seguir ligada al arbitraje?
Yo creo que sí, me encanta. Es más, me hubiese gustado ser árbitro internacional pero es difícil porque es amateur, no podría dejar todo para hacerlo.
¿Te ves siendo dirigente?
Me gustaría.
¿Relacionada al hockey sí o sí?
Sí, la verdad que sí. El hockey ya se vuelve tu vida y todo gira en torno a eso. Vas pensando en todo lo que podés mejorar, hacer, siempre uno está pensando en eso.
¿Qué es el hockey para vos?
Es una vida. No me veo haciendo otra cosa, no me veo fuera de la cancha. Es como que todo el mundo me conoce como “Flor, la que juega al hockey”, no me veo haciendo otra cosa.
¿Tu novio Roque juega al hockey también?
Sí, y ahí nos conocimos en realidad.
¿Comparten esa pasión?
Sí, pero él juega en CAPRI y yo en Centro, pero lo vivimos intensamente. También compartimos cancha porque somos árbitros los dos. Esa pasión sí es completa.
Toda una vida relacionada al hockey, son 5 en la familia y 4 juegan…
Sí, pero hasta mi papá jugó. Hubo un año que fue ‘papi hockey’. No fue un torneo, fue un encuentro.
Están atravesados por el hockey
Sí, por el deporte y de toda la vida. Mis abuelos jugaban en las selecciones de fútbol, de algún lugar tuvo que salir Luchi. Mis dos abuelos, Mercado jugó en la Selección de Paraguay y mi abuelo Von Der Heyde que fue muy bueno acá. El deporte está en la familia.