A dos meses del inicio de la Estudiantina en Posadas, comienza una etapa agridulce para los padres de los chicos participantes, ya que la ilusión por verlos actuar se contrapone con el estrés de adquirir los elementos necesarios y -sobre todo- encontrar tiempo para “ayudarlos” con el bordado de trajes, calzado y apliques.
Del otro lado, decenas de emprendedores encuentran en estas fechas (y en la falta de tiempo o de paciencia de las familias) un momento propicio para generar ingresos a través de la acumulación de “pequeños” trabajos como estos. Y hoy, como en casi todo, el punto de encuentro entre ambos son las redes sociales.
En el caso de Rosana Stafulki, todo comenzó cuando una amiga le pidió ayuda, a modo de favor, para bordar el traje de su hija. Eso fue hace tres años y esa amiga “le comentó a otra, y cuando vieron el trabajo terminado me fueron pidiendo otros. Ahora ya es una alternativa laboral”.
Ella se dedica específicamente al bordado, sobre diseños ya preestablecidos. Para promocionar su trabajo utiliza las redes sociales, aunque también se ofrece en los lugares donde venden insumos para la Estudiantina.
La mujer confesó a PRIMERA EDICIÓN que “me gusta mucho el trabajo manual: te pones a bordar y se te vuela el tiempo, siento que es un cable a tierra”.
Aunque en el caso de los bordados de Estudiantina también “hay adrenalina, porque tenés que administrar el tiempo, se hacen malabares para cumplir, si me dan una fecha y me comprometo, siempre entrego los trajes terminados, aunque para eso no duerma. De hecho, generalmente las dos últimas noches no se duerme”, reveló.
Por pocos pesos
“Me apasiona la Estudiantina, aunque nunca participé de forma directa en mi época, pero sí estuve muy involucrada desde que mis hijos empezaron el secundario, entre 2010 hasta 2018. Este año la veo como espectadora, pero me ofrecí en el colegio de mis hijos por si necesitaban asesores”, contó Victoria Chiama, quien a través de las redes sociales promociona sus trabajos de bordado de trajes a partir de 250 pesos y de alpargatas por apenas $100.
“No hago confección, sólo bordados”, aclaró la mujer, para quien esta práctica “es una forma alternativa de terapia y laboral”.
Victoria empezó a ofrecer sus servicios la semana pasada a través de Instagram, Facebook y Twitter y considera que “hay un tiempo prudencial para tener clientes. Hay colegios que aún no definieron la modista, el color de lentejuelas, etcétera”.
Manos masculinas
No es la imagen habitual, pero en Posadas también hay hombres que se dedican al bordado. Ariel Pawluszek lo hace desde 17 años: comenzó en la secundaria, cuando participaba en la Estudiantina, y después lo adoptó como alternativa laboral. “Empecé con bordados de Estudiantina a compañeros, hermanas, amigos y así fui conociendo gente y comenzaron a llamarme para que les borde a los hijos, porque no tienen tiempo o paciencia”.
“Muchos ya me conocen y me promociono por las redes sociales, muchas veces los chicos me etiquetan en mis trabajos terminados y se va viralizando”, contó a este Diario.
Confesó que “hay colegios bien organizados, que comienza el año y para mayo ya tienen los diseños. Pero están los ‘colgados’ que aparecen el último mes y te dicen que la modista recién les entregó el traje, que no había tela… varias excusas. Hay muchos que vienen a última hora y bordar lleva tiempo”, insistió.
Ariel lamentó que “algunas personas no valoran este tipo de trabajo y piensan que bordar no es nada, pero lo cierto es que lleva mucho tiempo, cansa la vista… Es un trabajo muy serio”.
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“Mucha participación de los chicos”
Para los que han estado vinculados con la Estudiantina en tiempos recientes, Nidia Troche se ha convertido en todo un clásico. Tiene 65 años y desde hace 48 es modista, y en la última década se “especializó” en los trajes de la gran fiesta de los secundarios posadeños.
Ella se encarga de elegir las telas y confeccionar los trajes, pero no de los bordados, que los deja en manos de sus clientes. “Hay mucha participación de los chicos”, aseguró.
Desde hace tres años que viene trabajando con el San Basilio, aunque también recibe pedidos desde el Roque González, el Santa María y la Normal Mixta, entre otros. Ahora “estoy trabajando con más de 100 trajes, de banda de música. Tengo un mes y medio para terminar eso, con un equipo de tres personas que me ayudan”, reveló.
La profesional aseguró, en ese sentido, que “ya está todo encaminado. Siempre tengo en cuenta el tiempo para entregar los trajes antes, mido mi capacidad y no tomo más trabajos de los que puedo realizar. Vengo a mi taller a las 7 y estoy aquí hasta las 20. Es algo que me apasiona”.
Con respecto al género, apuntó que las telas más usadas actualmente son camuflado, tropical y crep, reversible. Y advirtió que los precios variaron mucho: “Hay un aumento del 50 por ciento”, calculó.
Nidia es profesora de corte y confección. Cuando se recibió se fue a Buenos Aires, donde trabajó en un taller mientras soñaba con tener el suyo propio. Ahora “lo tengo hace ocho años, con todas las máquinas: concreté mi sueño tras toda una vida de trabajo”, comentó orgullosa.