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En el mejor de los casos, sólo 15 jóvenes se reciben cada año como ingenieros nucleares en el Instituto Balseiro, la facultad de ingeniería nuclear más prestigiosa de América Latina que admite apenas 15 alumnos por año en cada una de sus cuatro carreras: Licenciatura en Física, Ingeniería Nuclear, Ingeniería Mecánica e Ingeniería en Telecomunicaciones. Y este año, dos de los 15 nuevos ingenieros nucleares son jóvenes misioneros: Norberto Sebastián Schmidt y Jonathan Emanuel Ayala.
Pese a que Norberto es de Oberá y Jonathan de San Vicente, ambos son amigos desde que tienen 15 años cuando los unió su pasión por la matemática. Según contó a PRIMERA EDICIÓN, Jonathan “nos conocimos en la secundaria, en 2011, cuando ambos participábamos en la Olimpíada de Matemáticas bajo la coordinación de la profesora Carmen Ríos. Volvimos a coincidir en la universidad, donde fuimos compañeros en Ingeniería Electrónica en Oberá. Después de cursar juntos dos años Ingeniería nos preparamos para presentarnos al examen de ingreso al Instituto Balseiro y aprobamos los dos. Incluso, los primeros dos años en el Balseiro compartimos habitación porque vivíamos en las instalaciones del campus”.
Sus próximos pasos
Ahora, ya graduados, seguirán caminos separados. Norberto se quedará en Bariloche haciendo una maestría en el Instituto Balseiro y Jonathan se insertará laboralmente en Buenos Aires. Según indicó, “el perfil del ingeniero nuclear es muy amplio, más allá de la especialidad de la ingeniería nuclear; y en esta condición por la que está atravesando el país y el mundo uno tiene que tener la capacidad para reinventarse y tratar de dedicarse también a otras cosas. En este momento, dentro del ámbito nuclear, las posibilidades están un poco acotadas dentro del país. A mí me gustó mucho la carrera, pero por cuestiones personales y decisiones que uno va tomando empecé a armar un perfil más orientado a la computación y en mi futuro cercano trabajaré en este ámbito”, contó.
Según recordó Jonathan, los tres años en el Balseiro fueron muy intensos, “después de cada semestre teníamos que rendir y aprobar todas las materias para no perder la beca”. Vale decir que el ingreso al Instituto requiere pasar un examen riguroso y una entrevista ante la comisión de ingreso, el Balseiro tiene un cupo de 15 alumnos por carrera cada año. Desaprobar significa dejar de ser alumno.
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Formado en la educación pública
Según contó Jonathan, “soy de San Vicente y tengo a mi familia allá. Mi novia es de Eldorado, nos pusimos de novio cuando ya estaba en Bariloche y fue todo un desafío sostener una relación a distancia pero lo llegamos bien. Cuando puedo me escapo a Corrientes, donde ella estudia Medicina, pero ahora que trabajaré en Buenos Aires creemos que será más fácil porque estaremos un poco más cerca”.
Jonathan tiene dos hermanos y ambos estudian en Posadas, “mi hermano estudia Ingeniería Química y mi hermana Contador Público en la Universidad Nacional de Misiones (UNaM). En casa le damos mucha importancia a la educación. Y algo que quiero destacar es que toda mi educación fue pública y eso no es algo menor, hice la primaria en la Escuela 453 de San Vicente, la secundaria en la Normal de San Vicente, los dos primeros años de ingeniería en la UNaM y luego en el Instituto Balseiro, toda mi educación estuvo contenida en el sistema de educación pública”.
Según recordó, “en la Cámara de Diputados nos dieron un reconocimiento a Norberto y a mí, y cuando fui a buscarlo en nombre de los dos porque Norberto no estaba en la provincia, recalqué mucho esto porque creo que es importante valorar la educación pública, seguir impulsado y dar herramientas a la educación pública para que se puedan seguir formando profesionales de primer nivel en nuestro país”.
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“La OMA me enseñó a pensar”
Jonathan es una persona sencilla, cálida y muy agradecida. Está convencido que muchas personas marcaron el rumbo que le permitieron obtener la formación académica que consiguió con mucho esfuerzo. Y una de esas personas es la profesora Carmen Ríos, de la OMA. “En mi caso, creo que participar de las Olimpíadas de Matemática me marcó mucho. Siempre me interesé por las ciencias duras desde chico: la computación y la matemática; pero fue mi participación en la olimpíada lo que me permitió desarrollar la habilidad de pensar y eso fue lo que me ayudó en mi formación académica. Creo que a Norberto le ocurrió lo mismo”, indicó.
Según recordó, “el otro día, hablaba con un funcionario del Consejo General de Educación (CGE) y le decía esto precisamente. Para mí, la estructura que tiene la Olimpíada de Matemática es importantísima, en mi caso me permitió llegar a la universidad sabiendo estudiar, ya sabía pensar… y eso fue un plus importante que me diferenciaba. Me acuerdo que en Oberá me preguntaban de qué escuela técnica había salido por mi conocimiento de matemática, no podían creer que era egresado de una escuela normal. La diferencia era que me formé en un nivel medio contenido en la Olimpíada de Matemática a cuya organización, encabezada por la profesora Ríos, siento que debo mucho”.
Según aseguró Jonathan, “me gustaría poder volver en algún momento a Misiones, devolver profesionalmente todo lo que se me dio, aportando desde mi experiencia tanto en la Olimpíada de Matemática como profesional de la ingeniería. No obstante, las posibilidades laborales a corto plazo no están dadas en la provincia y me obligan a buscar otros horizontes”, admitió.
Promoción 4º
Hace un mes, el Instituto Balseiro de Bariloche entregó 15 nuevos títulos de ingenieros nucleares a estudiantes oriundos de once provincias argentinas e incluso del exterior. Se trata de la promoción N°40 de la que forman parte los misioneros Jonathan Ayala y Norberto Schmidt. Los otros nuevos profesionales son de Río Negro, Neuquén, Mendoza, Buenos Aires, Salta, Tierra del Fuego, Jujuy, Córdoba, Chubut, Chaco y Cuba.
El Balseiro es una institución pública dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).
Educación pública
“Creo que es importante valorar la educación pública, seguir impulsado y dar herramientas a la educación pública para que se puedan seguir formando profesionales de primer nivel en nuestro país”, aseguró Ayala.
Participar en la OMA
“Siempre me interesé por las ciencias duras desde chico; pero fue mi participación en la olimpíada de matemática lo que me permitió desarrollar la habilidad de pensar y eso fue lo que me ayudó en mi formación académica”.