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En un juicio unipersonal que se llevó a cabo en el Juzgado Correccional y de Menores 1 de Eldorado, un joven que actualmente es mayor, fue condenado a la pena de 14 años de prisión por matar cuando era adolescente a una mujer y por golpear y apuñalar a su pareja, todo para robarles la motocicleta.
Debido a que en el momento del hecho el imputado tenía 16 años, su conducta se juzgó conforme a las normativas y leyes para menores cuando cometen delitos.
La audiencia de imposición de pena estuvo encabezada por la magistrada de Instrucción 2 de Eldorado, Nuria Allou, quien subroga el citado Juzgado.
El asalto seguido de homicidio fue cometido la noche del jueves 2 de abril de 2009 en Colonia Mado, en cercanías de la Capital del Trabajo.
A las 21 de ese día, Celia Beatriz Duarte (36) y Carlos Roberto Martínez (37), regresaban de una jornada de pesca en el arroyo Aguara-í Miní, a bordo de su moto, por la cual apenas habían pagado siete cuotas. Sus siete hijos los esperaban en su humilde hogar. Fue entonces que al llegar a la altura del ingreso al barrio Pueblo Nuevo, a muy pocas cuadras de su domicilio, fueron emboscados por tres delincuentes, entre los que estaba el entonces menor, conocido con el alias de “Tigre”.
Según consta en el expediente, el adolescente les gritó “esto es un asalto” y los hizo bajar del vehículo, para golpear a Carlos en la frente con una pistola y luego asestarle una puñalada en el muslo.
Celia Duarte gritó, por lo que el menor le efectuó un disparo en el pecho que le ocasionó la muerte a los pocos minutos.
Luego, entre los tres ladrones, atacaron a puntazos nuevamente a Carlos, hiriéndolo en varias partes. Ataron sus manos hacia atrás y lo arrojaron en un terreno cercano.
Los tres integrantes de la banda se apoderaron de la moto de las víctimas y se dieron a la fuga.
En esas circunstancias, “Tigre” decidió regresar a la escena, porque le pareció que el hombre al cual atacó momentos antes no estaba muerto, tal como estableció la policía durante la instrucción de la causa.
Con una pasmosa frialdad el menor volvió hacia donde estaba la víctima malherida, junto al cuerpo inerte de su esposa. Extrajo nuevamente un puñal y volvió a darle una estocada.
A criterio de la Justicia la acción del adolescente tuvo un único fin: asegurarse de que Carlos Martínez perdiera la vida, en una clara y evidente ejecución.
Sin embargo el agresor no contó con que la fortaleza física y mental del hombre al que dejó agonizando iba a ganarle la pulseada a la muerte.
Martínez no sólo sobrevivió, sino que además reconoció a su atacante, ya que Mado es un pueblo chico y se conocen prácticamente todos.
Le dijo a la Policía que el líder de la banda que asesinó a su esposa y lo dejó malherido respondía al apodo de “Tigre” y que se domiciliaba en el paraje Madre Tierra, muy cerca de ese lugar.
Acerca de los dos cómplices manifestó que eran desconocidos en la zona.
Cicatrices
La pareja fue trasladada al hospital de área, donde un médico de turno diagnosticó que la mujer ingresó sin vida, presentando una herida de arma de fuego en el tórax, mientras que su esposo presentaba “herida cortante producida por arma blanca en rostro, tórax, abdomen y muslo izquierdo”, siendo derivado al SAMIC Eldorado.
Con el tiempo Martínez sanó las múltiples lesiones que le ocasionó el delincuente.
No obstante, jamás cerró la herida que dejó la ausencia de su esposa y madre de sus siete hijos, en un hecho que conmocionó en ese entonces a gran parte de la comunidad de Misiones.
Se “escapó” para despedirla
Cuentan en el pueblo que tras el ataque, Carlos se hallaba internado y aún en estado crítico.
Pese a ello, decidió levantarse sin autorización de los médicos y fue por sus propios medios al velatorio y entierro de su pareja.
No tenía el alta y eso no le importó, quizás impulsado por un gran amor hacia su esposa no quiso fallarle para la última despedida. Ayer, a más de diez años del triste suceso, finalmente se expidió la Justicia.
El acusado escapó de la cárcel y estuvo tres años fugitivo
En 2012, mientras aguardaba que se definiera su situación procesal, el acusado de matar a Celia Duarte y de herir gravemente a su pareja se hallaba preso en una unidad penitenciaria provincial.
Durante una madrugada, mientras hacían el recuento de internos, descubrieron que “Tigre” no estaba.
Cuando descubrieron los cortes en el tejido perimetral ya era tarde. El entonces joven de 19 años se había fugado y recién en 2015 fue recapturado. Ayer y ya con 26 años fue juzgado y condenado.
Durante la audiencia de imposición de pena su abogado pidió la mínima de cárcel por homicidio a un menor -el Código Penal establece de 10 a los 15 años para este delito-. La fiscalía en tanto, solicitó 14 años.
Un hecho llamativo es que al momento de hablar, el imputado manifestó que durante el tiempo que estuvo en la cárcel no aprendió “nada” y que tampoco se “reformó”. Además insistió en su inocencia, pese a que se probó que apretó el gatillo, dejando huérfanos de madre a dos varones y cinco niñas.
La calificación por la cual fue condenado ayer fue por “homicidio calificado criminis causa, homicidio calificado criminis causa en grado de tentativa y robo calificado en poblado y en banda por el uso de armas, todo en concurso real y en calidad de autor”.