Un conflicto de ribetes internacionales se desató días atrás, cuando una familia oriunda de la Capital del Trabajo se fue de paseo de compras a la localidad paraguaya de Puerto Triunfo, fronteriza con Puerto Rico. Allí vivió el “peor viaje de sus vidas”, al supuestamente ser sobornados e incluso amenazados con ser deportados.
Según contó una de las personas damnificadas, de nombre Alejandra, todo comenzó cuando partieron desde Eldorado con su marido y sus dos hijas de 10 y 5 años rumbo a Puerto Rico. Ya en la Capital de la Industria, tomaron un servicio de balsas que los depositó -con su vehículo propio- en Puerto Triunfo.
Al tocar tierra paraguaya, contó Alejandra, “descendimos y nos topamos con tres casillas de control, pero en ninguna de ellas había nadie, por lo que ingresamos con nuestro vehículo a Puerto Triunfo. Eran las 15 aproximadamente”.
Tras realizar un pequeño paseo por la ciudad y un par de compras, la familia argentina retornó a la zona del puerto para tomar la balsa y regresar a suelo misionero. Pero allí se complicaría todo, al punto que, según Alejandra, incluso temieron por sus vidas.
“Al intentar salir del país, me cobraron 100 pesos en la primera casilla, porque según me explicaron no hicimos el ingreso al país. Le entregué la suma requerida pero no me dieron ningún comprobante. En ese momento el miedo nos invadió y no nos animamos a preguntar nada. Encima no me hicieron rellenar ningún papel, ni tampoco nos pidieron nuestra documentación”, relató.
La situación era muy tensa, según confió la ciudadana argentina, quien agregó: “Tras pagar en la primera casilla, me indicaron que debía ir a la segunda. Ahí me aconsejaron que debíamos ‘arreglar algo’ en la tercera casilla, pues no hicimos el ingreso y la multa (por esa infracción migratoria) es de 3.000 pesos”.
Eso paralizó a la familia misionera: “Muy asustada, le dije que no tenía plata y ahí nos indicaron que nos iban a deportar del país. Le insistí en que no tenía más dinero, sólo 110 pesos, porque gastamos todo en las compras. Le mostré la plata y agarró sin dudar, pero me volvió a recordar que nosotros estábamos mal y que nos iban a deportar”.
Ahí la situación ya era caótica y las niñas de la pareja, al percibir el conflicto “en ebullición”, se pusieron a llorar.
“Ante esa situación tensa, que no buscamos en ningún momento que nos suceda, le contamos al personal paraguayo que simplemente nuestra intención era pasear y pasarla bien en familia”, dijo Alejandra entre lágrimas.
La eldoradense cerró su testimonio contando que “finalmente, tras sobornos, aprietes y amenazas de deportación, logramos regresar al país (por Argentina), pero no pensamos volver nunca más a Puerto Triunfo. No le recomiendo a nadie ir a regalar plata a Paraguay y que encima a la vuelta te estafen de esta manera. Fueron apenas dos horas lo que tardamos en comprar y lo que parecía un paseo de compras se transformó en el peor viaje de nuestras vidas”, describió.
Palabra autorizada
Una vez conocida esta historia, PRIMERA EDICIÓN consultó con el delegado de la Dirección Nacional de Migraciones en Puerto Iguazú, el abogado Jorge Lacour, quien aclaró que en un principio la familia misionera estaba en falta porque “es obligación de cualquier ciudadano que ingresa a otro país registrarse. La legislación de todos los países así lo prevé, por el principio de soberanía”.
No obstante, matizó que “en este caso en particular, en Puerto Triunfo, el personal de Migraciones de Paraguay debería estar en el horario de funcionamiento de la balsa, porque el convenio así lo indica”, así que la situación también “es responsabilidad de quien debe estar ahí. Tienen que estar, pero si no, no se debe ingresar al país, porque también es una responsabilidad del ingresante”, remarcó.
De igual manera, la situación irregular no habilita a coimas, aprietes ni amenazas de deportación.