Al salto, de casi cincuenta metros de altura, se ingresa por zona urbana, a través de un camino terrado que, luego de recorrer unos 3.500 metros, desemboca en su parte superior.
Cien escalones conducen a sus pies, espacio que, además de la frescura de millones de gotas de agua que se dejan suspender en el aire tras golpear con una fuerza brutal sobre las rocas, regala todo el color y la fragancia de la vegetación característica de la zona.
Para los más ágiles, el trillo que se abre paso desde el balcón es otra alternativa para descender y disfrutar de las aguas del arroyo Paca, afluente del arroyo Tomás Guido, que desemboca en la cuenca del río Uruguay.