La crisis del 90 dejó a muchos pequeños y medianos productores sin sus principales fuentes de ingresos; el té y la yerba mate no alcanzaban para el sostén de las familias y el algodón se había prohibido en la provincia por cuestiones sanitarias.
En este contexto, se pensó en una nueva propuesta para evitar un éxodo rural. Es así que surgió en Oberá la primera feria franca, modelo que actualmente se replica en 54 lugares y se constituye como una fuente de trabajo para más de 1.200 familias misioneras.
“La idea surgió entre los años 93 o 94, cuando pensábamos armar una feria para vender productos de la chacra y generar nuevos ingresos para la familia del productor. Con eso en mente fuimos a Santa Rosa, en Brasil, donde vimos que era posible vender en grandes volúmenes. Esa experiencia nos abrió la cabeza y entonces dijimos ‘nosotros también podemos’”, comentó a PRIMERA EDICIÓN Eugenio Kasalaba, uno de los fundadores de la feria de Oberá, la primera de este tipo en Argentina surgida en 1995 con tan sólo siete productores y que impulsó la aparición de otros espacios de economía social en la región.
“Cuando volvimos de Brasil, hicimos toda la parte legal ante el municipio y nos mandaron a una parte alejada del centro para no competir con los comercios. Nos trasladamos hacia la avenida Las Américas, donde terminaba la avenida Sarmiento frente al barrio, y así empezamos”, recordó.
En ese entonces eran siete productores con una docena de productos, hoy en tanto son 60 con más de 100 variedades de alimentos.
“La feria marcó un comienzo y demostró que se puede vivir de la chacra. Ese mismo año se generó la posibilidad de abrir otras sedes en Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem. En estos 24 años, hubo un recambio de productores y de los siete pioneros acá en Oberá, todavía se mantienen cuatro familias”, destacó.
Precisó que “los primeros productos que se ofrecían fueron leche, tomate, morrón, pan, chicharrón y mermelada”. Luego, muchos otros se incorporaron en el rubro de panificados con panes de semillas, saborizados o dulces, con mermeladas de todas las frutas de estación, pickles, chipa de almidón, muffins, todos controlados por Bromatología. También se ofrece carne de cerdo, pollo y conejo que tienen control de frío.
Asimismo, Kasalaba apreció que “se mejoró mucho la presentación y la variedad de los productos”.
“La gente siempre nos pedía rúcula o coliflor y nosotros teníamos que aprender a plantar y cosechar para satisfacer la demanda de nuestros clientes. La cuestión solidaria es mucho más fuerte que la económica. Los productores tuvieron mucho apoyo de la ciudad en los inicios de la feria, los vecinos querían volver a probar lo que se produce en la chacra, porque muchos clientes de la Zona Centro son hijos de colonos y antes vivían en el campo”, detalló.
En este contexto, sostuvo que “Misiones puede ser una provincia productora de alimentos”. “Las producciones de yerba mate y té se están quedando en pocas manos, entonces creo que la producción de alimentos tiene que solucionar ese problema e incentivar a que los colonos se queden en el campo”, señaló.
“La feria comenzó no gracias a la crisis, sino porque necesitábamos permanecer aquí, si el productor familiar deja la chacra no vamos a comer soja. Gracias a la agricultura familiar la gente se queda en la chacra, la feria mostró la cara del producto a la gente que lo consume”, sentenció Kasalaba.
El centro de consumo
En Posadas, la feria franca comenzó hace 20 años y se convirtió en una de las más importantes de la provincia. “Ha sido una experiencia muy positiva sobre todo para el productor, de esto viven muchas familias misioneras. La ciudad es un centro de consumo y por eso yo creo que todos quieren venir a comercializar sus productos en Posadas”, expresó José Villasanti, presidente de Ferias Francas de la capital.
Es por ello que la sede posadeña cuenta hoy en día con un padrón de 512 familias de distintas localidades que vienen a ofrecer sus producciones hortícolas, carnes, huevos, pickles y panificados. “La feria arrancó en Villa Cabello durante el año 98, eran cinco o seis feriantes que se ubicaron en una vereda y vendieron el excedente de su producción. De allí en más crecieron tanto, que hoy tenemos unas 17 ferias en Posadas”, comparó ante PRIMERA EDICIÓN.
Los pioneros nunca pensaron que esta experiencia sería tan exitosa; sin embargo, son muchos los que viven de esto y trabajan toda la semana para venir a vender los sábados, domingos o miércoles.
“La mayor cantidad de productores que llegan a Posadas son de Gobernador Roca, Andrade y Cerro Azul que son los que más productos de la huerta aportan a las ferias, después viene gente de Panambí, El Soberbio, Jardín América, Ameghino y de distintos municipios”, enfatizó.
Explicó que “los buenos precios y la calidad son dos características que impulsaron estos emprendimientos. La gente sabe que está comprándole a un productor misionero que trabaja en la chacra y yo creo que eso le da al producto el valor más importante”.
Villasanti admitió que los feriantes tienen como desafío “producir cada vez más y mejor”.
“Tenemos que satisfacer las necesidades de los consumidores y lograr la soberanía alimentaria para nuestra población. Es decir, producir todo lo que se pueda para que ingresen cada vez menos alimentos de otras provincias a nuestra ciudad. Debemos intentar producir todo lo que necesitamos, como verduras y tomates, una vez que lo logremos estaremos pasando un buen momento como productores”, reconoció.