A lo largo de su carrera artística ha cantado diversos estilos, desde Pop al Jazz y mucha música popular brasilera. Pero sobre todo folklore. Imaginen toda esa mezcla en una sola voz: la de Cecilia Simonetti.
Nació en Posadas y desde hace tiempo reside en Buenos Aires donde compartió escenario junto a destacados artistas, entre ellos Los Hermanos Nuñez y Juan Falú.
Convencida de que “la mirada siempre va cambiando”, siente que “el artista lleva consigo la voz de un pueblo”. Por eso matiza toda esa expresión en su canto y en cada una de sus letras.
Es pianista, violinista y Licenciada en Turismo. Pero, como si todo esto fuera poco, actualmente se encuentra finalizando su segunda carrera de grado, esta vez como Licenciada en Música Argentina en la Universidad de San Martín, Buenos Aires.
Los artistas llevan consigo la voz de un pueblo, de su pueblo. Y es ahí donde está su compromiso, acercándose a quienes tal vez no tienen una voz que sea escuchada para expresar sus dolores y alegrías”.
Nos cuenta que en su familia, la música siempre fue sumamente importante. “Todos hacemos algo relacionado con ella. Yo fui a coros, estudié piano en la escuela de música de Posadas y toqué el violín en la orquesta juvenil de la Universidad”. Pero lo que más le apasiona es el canto. Y se nota.
“Empecé a explorar ese camino, que no me abandonó ni lo abandoné”.
Como preludio a una vasta trayectoria artística que se reparte entre el escenario porteño y la escena posadeña, su primera banda se formó en la capital misionera junto a los músicos: Mauricio Pérez Mondadori, Marcelo Móttola y Fernando Gruber. Con ellos “comenzamos a darle vida a un proyecto musical que actualmente sigue en pie; ‘Lunagua’”.
Estando en Buenos Aires me dí cuenta de cuánto nos identifican con nuestra tierra y dónde está nuestra autenticidad”.
Con esta formación “hicimos un disco llamado ‘Latiendoamérica’ que reúne un repertorio centrado en un reencuentro con las raíces de los pueblos latinoamericanos. Con la intención de mixturar sonidos originales con influencias contemporáneas y en un itinerario sonoro particular”.
Para Cecilia, tanto la música como el arte en general “te dan la oportunidad de conocer muchas personas y conocer distintas realidades”. Nos explica: “tuve la oportunidad de tocar en una cárcel y ver de cerca experiencias de vida a las que muchas personas les tienen un prejuicio muy grande”.
Esa misma noche: “me tocó hacer música en una fiesta, para personas a quienes les tocó una realidad muy distinta. Y uno como músico se sensibiliza y aprende a tener una mirada crítica sobre el sistema, tan poco inclusivo”.
Cecilia sabe bien que cada experiencia trae enriquecimiento y aprendizajes. Y considera que “cada recital es importante en sí mismo: se trate de un show para un público numerosos o de reuniones más íntimas, siempre se produce esa magia del encuentro donde la música es la protagonista. Es algo que no tiene filtro y va directo a la emoción”.
Pensando en el futuro, nos cuenta que tiene múltiples inquietudes relacionadas con su vida artística, ya que pretende continuar aprendiendo sobre arreglos musicales, composición e interpretación; “también hay muchos lugares por conocer, y escenarios que me gustaría pisar, por supuesto”. Actualmente “estoy abriendo las puertas a otras expresiones en el campo del teatro y la actuación, aspectos en los cuales también me gustaría crecer”.
Por
Susana Breska Sisterna
chuny_breska@hotmail.com
Fotos Gentileza: D. González// L. Fleitas// J. Mottola