A principios de este ciclo lectivo, alumnos de tercer y quinto años del Instituto Agrotécnico Salesiano Pascual Gentilini iniciaron un proyecto denominado “Poner en valor el sentido de vivir en la zona de las Misiones Jesuíticas-Guaraníes”, a través del cual recrearon el método del padre Antonio Sepp para obtener hierro de la piedra itacurú.
El sistema fue puesto en práctica por este religioso europeo a finales del siglo XVII y ahora los jóvenes y profesores del Gentilini lo vuelven a reproducir 250 años después.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, la profesora de química y especialista en Didáctica de las Ciencias Naturales, Graciela Ozipluk, contó que “el proyecto actual de obtener hierro, aplicando los métodos de aquella época en nuestros días, comenzó en abril de año y está integrado por varias cátedras, entre ellas Química inorgánica, Historia y Lengua”.
“Tomamos la obra del padre Antonio Sepp porque vivió en las Misiones Jesuíticas de San José, puso en práctica dicho experimento en nuestro propio suelo y porque la institución ya tuvo otro destacado proyecto (también difundido en su momento por este Diario) como fue la recreación del ‘Huerto Jesuítico’”, añadió.
Además, explicó que “el experimento es sencillo: recolectamos las piedras que se encuentran en el propio predio que posee el Gentilini, las llevamos al laboratorio, las picamos con martillo y con cortahierros. Luego molemos con un mortero los fragmentos de piedra itacurú y molemos carbón vegetal también con mortero”.
A continuación “mezclamos tres partes de piedra con una parte de carbón vegetal molido, vertemos la mezcla en un crisol de hierro fundido y lo llevamos a la mufla a 1.200 grados por espacio de cuatro horas como mínimo. Cada media hora abrimos la tapa de la mufla para que ingrese oxígeno y el hierro se funda”.
Ozipluk aclaró que “no obtenemos grandes cantidades, ya que es una fase experimental. El hierro se puede purificar con otras técnicas, pero a fines didácticos nos alcanza con ver pequeños fragmentos, de dónde lo obtenemos y que es una calidad superior a lo que se obtiene incluso en Europa”.
“Estudiantes motivados”
La profesora de Química comentó entusiasmada a este Diario que “los estudiantes se ven motivados, les gusta trabajar en el laboratorio, alimenta su curiosidad y creatividad. Es un grupo muy dinámico”.
“Pronto se hará un recorrido por las Ruinas de San Ignacio y allí expondrán los conocimientos de las diferentes áreas trabajadas”, anticipó.
Por otra parte, al ser consultada sobre la obra del padre Antonio Sepp en su paso misional por el Sur de Brasil, Corrientes y Misiones (donde se quedaría hasta su muerte en la Reducción de San José), dijo que “no tenía conocimiento de todos los trabajos realizados por los jesuitas, en especial por el padre Antonio Sepp, y tantos conocimientos valiosos, ya que no se requiere de grandes inversiones económicas y fundamentalmente tienen una marcada impronta en el cuidado ambiental”.
“Conocer nuestros recursos”
“Los aportes permiten conocer nuestros recursos y aprovecharlos para diferentes labores. Me ayuda a correrme del fin propedéutico (NdR: es el conjunto de saberes necesarios para preparar el estudio de una materia, ciencia o disciplina) de la enseñanza de la química y orientarla a la práctica agraria cotidiana”, remarcó Ozipluk.
La docente se encargó de resaltar también que “conocer la historia permite recuperar prácticas interesantes en diferentes campos, pero fundamentalmente en el agro. Con la tecnología y la formación académica actuales, se puede obtener resultados enriquecedores, trabajando en equipo y con diferentes áreas”.
Legado
Según reveló el historiador misionero Esteban Snihur, “ante la necesidad acuciante de contar con hierro en las reducciones, el padre Antonio Sepp, en su estadía en la reducción de San Juan Bautista (Brasil) -la cual el mismo fundó-, experimentó con la piedra itacurú. Una piedra abundante en la región de las Misiones con un alto contenido ferruginoso, la misma piedra que era utilizada para la construcción de muros y viviendas en los pueblos jesuíticos”.
“En una ocasión Sepp observó que la piedra itacurú, al ser sometida al fuego a una determinada temperatura, literalmente se fundía y generaba hierro. Entonces, entusiasmado con esta hallazgo, emprendió la tarea de idear un horno de fundición para proceder a producir hierro de la piedra itacurú. Y a finales del siglo XVII logró su objetivo, convirtiéndose en un pionero en la metalurgia”, relató.
Snihur comentó que “el Padre Sepp dejó una descripción documental detallada de su horno y del procedimiento que usó para la producción de hierro. Valiéndose de dicha información, alumnos y docentes del Gentilini lograron recrear dicha experiencia, luego de transcurridos siglos de aquella primera producción realizada en la reducción de San Juan Bautista por jesuitas y guaraníes y luego llevada a San José, y celebro esa iniciativa”.
Un poco de historia
Antonio Sepp nació en Caldaro (Bolzano, Italia) el 22 de noviembre de 1655. El 28 de septiembre de 1674 ingresó a la Compañía de Jesús en Alemania.
Fue ordenado sacerdote jesuita el 24 de mayo de 1687 en Baviera, también en Alemania. Realizó votos en Génova (Italia) y luego pidió ser destinado a América.
Llegó a Buenos Aires el 6 de abril de 1691 y de allí fue destinado en forma directa a la reducción de Yapeyú (Corrientes). Años más tarde fundaría San Juan Bautista en Brasil y por último recalaría en la Reducción de San José, donde falleció el 13 de enero de 1733.
Fue organizador de orquestas y coros de guaraníes, constructor de órganos para los templos de las reducciones e instructor agropecuario en las reducciones. Fue el primero en obtener hierro a partir de la fundición de la piedra itacurú, prolífico escritor, médico ante epidemias de viruelas y sarampión, entre otras enfermedades.
Su vida y su obra quedaron registradas en tres volúmenes que recopilan sus escritos y cartas que enviaba a Europa: la “Relación de viaje a las misiones jesuíticas”, donde relata su viaje a las misiones de guaraníes; el “Jardín de flores paracuario”, donde relata en forma pintoresca la vida cotidiana en las reducciones; y la “Continuación de las labores apostólicas”, donde expone la tarea pastoral y evangelizadora entre los guaraníes.