Por efectos de la crisis económica dentro de una constante inflación que no se detiene, el viejo uso de las libretas de almacenero se va extinguiendo en diferentes barrios. Es que los precios suben “en cualquier momento”, tanto para el consumidor como para el kiosquero, y así los comerciantes hacen malabares para generar el efectivo diario que necesitan para la reposición de sus mercaderías.
Según remarcaron varios comerciantes barriales, consultados por PRIMERA EDICIÓN, el mecanismo del fiado se convirtió en un peso incontenible por los aumentos de los proveedores, que convierten el futuro cercano en una constante incertidumbre, y por el incremento de la cantidad de clientes que al llegar a fin de mes no tienen dinero para pagar lo que deben.
En ese sentido, Carola, kiosquera que heredó de sus padres un negocio dentro del barrio Villa Urquiza y se dedica a la actividad desde hace más de 20 años, confió a este Diario que “el principal problema para seguir vendiendo fiado a los clientes es que ninguna empresa proveedora nos fía a nosotros, los comerciantes. Yo tengo que trabajar al contado para fiar por 30 días”.
“Antes sí varias empresas trabajaban con cuentas: dejaban las mercaderías y se les pagaba después, pasaba principalmente con las gaseosas, cervezas, lácteos; era boleta contra boleta, pero en los últimos meses todas comenzaron a cortar el fiado. Ahora ningún proveedor me deja mercaderías si no tengo en el momento para pagar en efectivo”, recalcó.
Añadió que “quedan solamente un par de empresas proveedoras, de las chicas, que trabajan con fiado, pero sólo por una semana. Y si la mercadería no se paga, cuando vuelven te cobran un 15% de interés”.
Dentro del complicado panorama, Carola destacó que “con algunos clientes pasa que no pueden pagar toda la cuenta porque tienen que abonar la luz, el agua… entonces en el kiosco pueden pagar al menos una parte, pero no pueden financiar esos servicios básicos, tienen que pagar todo lo que les viene en la boleta, entonces priorizan otras cosas”.
“Para tener un negocio abierto se necesita todos los días un flujo de dinero de entre 8.000 y 9.000 pesos, como mínimo. Bajar tres garrafas son mil pesos, un cajón de cerveza otros mil pesos, dos cajones de gaseosa cerca de $3.000; hay que comprar el pan, la leche, el yogurt, y se va a 8.000 o 9.000 pesos por día. Esa es la parte que cada vez se complica más, porque no se vende esa misma cantidad dentro de un día”, señaló.
En tanto, agregó, “también pasa que hoy por hoy las empresas venden por un mínimo de 2.000 pesos para arriba, si no, no te venden, porque al proveedor no le conviene estar con el camión dando vueltas por menos de esa plata. Entonces los kiosqueros a veces tenemos que bajar varias cosas al mismo tiempo o no bajar nada”.
Consultada por las expectativas del sector comercial ante los últimos anuncios económicos realizados por el presidente Mauricio Macri, la comerciante opinó: “Nos están llevando a una guerra de pobres contra pobres. La gente se informa a través de la televisión con las cadenas que da el presidente, pero lo que pasa es que dice una cosa que no se cumple en la realidad. Es una guerra de pobres contra pobres porque el consumidor viene y pregunta ¿por qué tal cosa está tan cara, si el Gobierno dice que tiene que estar subsidiado? Hay muchas dudas sobre el funcionamiento, porque hacen anuncios que no se pueden cumplir. Son medidas que no están pensadas para la gente”, lamentó.
Suspensión de las cuentas
Desde la chacra 122, otro comerciante reconoció que “estamos evaluando cortar la venta por fiado, al menos con una suspensión momentánea, por un tiempo hasta que pase una parte de toda esta crisis, porque ahora no llegamos a fin de mes con el margen y cada vez nos cuesta más reponer las mercaderías”.
Considero que “es triste ver que el comercio se va vaciando y perdiendo variedad, porque eso, obviamente, también hace que los clientes prefieran ir a otros comercios que están más surtidos y vamos perdiendo ventas”.
“Entonces, la gentileza de trabajar con fiado, a veces, nos lleva a grandes pérdidas y al riesgo permanente de estar bordeando la posibilidad de no poder levantar más el muerto y tener que cerrar el kiosco. No queremos llegar a eso, con mi esposa somos gente muy grande, hace años que nos dedicamos a esto y sería muy difícil que entremos ahora al mundo laboral si nos vemos obligados a cerrar nuestro local”, advirtió.
Asimismo, sentenció que “nunca vivimos una situación de crisis tan complicada como la de estos últimos meses”.
Mismos problemas
Por su parte, el propietario de un kiosco en Villa Dolores, de apellido Da Silva, indicó que tras el anuncio del Gobierno nacional, “los clientes vienen y reclaman porque creen que todo va a estar subsidiado y tienen que bajar los precios. Pero no es así, lastimosamente las medidas que implementó Macri no llegan al consumidor final, no apuntan a eso, porque se pierde todo en la cadena”.
Sobre la situación de los vecinos comentó que “cada vez son más las familias que piden fiado y, al mismo tiempo, cada vez son más los clientes con los que trabajamos hace meses a los que ahora se les hace difícil pagar la cuenta mensual”.
“Sabemos de las necesidades de todos, porque estamos dentro de la misma bolsa de problemas. Conocemos a los vecinos, sabemos quiénes perdieron sus trabajos o quiénes tienen gastos fijos de remedios, por ejemplo. Vienen y nos muestran sus boletas de luz o agua para que entendamos el dinero que destinan a los servicios, pero sabemos porque esas facturas se agrandan también para nosotros”, manifestó.
“Lastimosamente mucha ayuda más no podemos brindar. Los vecinos necesitan dinero todos los días para sus gastos diarios y los comerciantes necesitamos mover efectivo en la caja para tener surtidos los stands de mercaderías, o se caen las ventas. Entendemos que el recurso del fiado es necesario, pero se hizo muy difícil mantenerlo”, explicó.