El relato acerca de que su pareja se había suicidado no fue convincente para los magistrados. La suma de pruebas recabadas tampoco dejaron demasiado espacio de maniobra para el abogado defensor.
Y lo peor de todo fue que Marisa Duarte ya había matado a una persona años atrás. Sin atenuantes, la mujer de 32 años fue condenada a prisión perpetua por “homicidio calificado por el vínculo” y por haber sido “reincidente”. La jornada de este miércoles fue la tercera y la última para cerrar el debate por el asesinato de Cristian Hugo Ayala (32).
En la audiencia del pasado miércoles las partes dieron sus alegatos y el Tribunal había dictado un cuarto intermedio. Los jueces le dieron la posibilidad de que dijera sus últimas palabras antes de retirarse a deliberar el veredicto, pero Duarte prefirió callar.
Minutos después, la presidenta del cuerpo, la magistrada Lyda Gallardo, secundada por los vocales Atilio León y María Teresa Ramos, dio lectura a la sentencia.
Tras escuchar la pena, de forma inmediata los efectivos del Servicio Penitenciario volvieron a colocarle las esposas y fue retirada de la sala. No dijo nada, al parecer ya intuía que la Justicia no iba estar de su lado.
Luego de los cambios en materia penal que ocurrieron en los últimos años, las condenas de prisión perpetua pasaron de 25 a 35 años. En cualquier otro caso esto implicaría que cuando un preso hubiera cumplido los dos tercios de condena (25 años de cárcel), de mediar buena conducta podría solicitar el beneficio de las salidas transitorias.
Pero esto no se aplica en el caso de Marisa Duarte. Al haber sido declarada reincidente perdió esa posibilidad. Sólo podrá pedir la libertad condicional cuando pasen 30 años.
Si se tiene en cuenta que la pena comienza a computarse desde que el acusado es detenido (está presa desde 2017), su eventual condicional comenzaría en el año 2047, cuando ella tenga 60 años.
El asesinato de su pareja
El 14 de diciembre de 2017, Marisa se encontraba junto a Cristian Hugo Ayala en la vivienda que alquilaban sobre la calle Resistencia de Eldorado.
En horas de la siesta un vecino escuchó que golpeaban la puerta, cuando se asomó vio que era su vecina, la cual estaba visiblemente alterada.
Le dijo que su pareja se había quitado la vida, pero al ver que ella estaba con manchas de sangre decidió llamar a la Policía. Minutos después los efectivos hallaron el cuerpo de Ayala en la vivienda. Presentaba varios cortes pero tenía un puntazo mortal que le cortó el ventrículo izquierdo.
Duarte quedó detenida en averiguación del hecho y en pocas horas supieron que ella había comenzado a gozar de su libertad desde sólo siete meses antes, tras una condena a ocho años de prisión por matar a Karina Villalba el 6 de mayo de 2009. Lo curioso del caso es que a ella también le asestó un puñalada que le perforó el corazón.
Segundo juicio por homicidio
Con la fecha de debate fijada para el pasado 20 de agosto por el crimen de Ayala, Marisa Duarte había intentado que este caso se resolviera en un juicio abreviado. Iba reconocer que mató a su pareja. Esto no prosperó, dado que la acusada pretendía una pena muy baja, si se tenía en cuenta la gravedad del hecho, la calificación de “homicidio agravado por el vínculo”, sumado a que además ya había estado presa por el mismo delito.
El primer día de audiencia Marisa Duarte habló ante el Tribunal y se declaró inocente. Dijo que su pareja se había suicidado, tal como lo se lo había dicho a su vecino cuando fue a pedir ayuda.
Los testigos del caso dijeron en el juicio que no habían escuchado discusión previa en la vivienda. Si se quiere, esto podía ser tomado a favor de la acusada, quien había dicho además que tenía una buena relación de pareja, pero el testimonio de una perito derrumbó la estrategia de Duarte.
La profesional indicó que la lesión que tenía la víctima no podía haber sido autoinflingida. Todas las sospechas recaían sobre la mujer.
Por otra parte, el fiscal ante el Tribunal, el doctor Federico Rodríguez, entendió que si bien se había conocido que ambos estaban alcoholizados al momento del hecho, la mujer estaba plenamente consciente de sus actos, dado que después de matarlo ideó una coartada al sostener que su pareja se había quitado la vida.
A su turno el abogado defensor, el doctor Rodrigo Torres Muruat, alegó que para que se aplicara la pena de prisión perpetua que había solicitado el fiscal, primero debía acreditarse con total certeza que su defendida había sido la que había dado muerte a Ayala. Para ello argumentó que el supuesto crimen había ocurrido entre cuatro paredes, sin testigos directos, a lo que se sumaba la buena relación de pareja que tenían. Pidió que su defendida fuera absuelta por el principio “in dubio pro reo” (beneficio de la duda).
Marisa Duarte ya había cumplido una condena de ocho años de prisión por matar a una joven, por lo que si se suma la totalidad de años de condena, cuando salga, habrá pasado la mitad de su vida tras las rejas.
Presidiaria rebelde
Marisa Duarte conoce muy bien lo que es vivir en prisión. En 2009 había matado a una joven de 19 años y recibió una condena de ocho años.
Salió en libertad en mayo de 2017 y siete meses después volvió a matar, esta vez a su pareja.
Según fuentes consultadas, la estadía de Duarte en prisión estuvo plagada de episodios de violencia, intentos de suicidio y hasta de fuga.
Los detenidos en un Penal siempre están acompañados de un equipo interdisciplinario conformado por psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales, docentes de talleres, para todo lo que refiere al tratamiento de reinserción de los detenidos.
Por lo que pudo averiguar este Diario, ella suele habitualmente caer en atrasos en el desarrollo del programa y luego de haber avanzado retrocede a etapas previas.
En este sentido, todos los Tribunales tienen una secretaría dedicada a la ejecución de pena, que sigue de cerca la conducta de los reos. En el caso de Duarte, su expediente es uno de los más voluminosos en poder de este organismo judicial.