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La canasta representativa de los productos que consumen los jóvenes, dentro de una franja etaria que va desde los 18 hasta los 30 años, creció un 65,5% en un año y sufrió una suba del 274,3% en los últimos cuatro años, según un informe elaborado por el equipo de economistas del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Al mismo tiempo remarcaron la existente preocupación por el crecimiento del desempleo y los índices de pobreza.
En detalle, el informe apunta que los bienes y servicios que tuvieron los aumentos más significativos en el último año fueron la cerveza (+88,6%), el servicio de datos móviles (+71%), alquiler (+67,5%), la salida nocturna (+66%), el pedido de comida por delivery (+61,5%), y el fernet (+58%).
Al mismo tiempo, los economistas señalaron en el documento que “también fue notorio el aumento (en el precio) de los preservativos (+86,9%) y pastillas anticonceptivas (+87%)”.
En relación a esto, en diálogo con Primera Plana que se emite por la 89.3 FM Santa María de las Misiones, Federico Cagnani, economista e integrante del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda, indicó: “Lo que notamos es que, al igual que con otras canastas, los precios han subido una enormidad. Todo es consecuencia de lo que está pasando a nivel general con la economía. Este sector juvenil tampoco escapa a la problemática. Los jóvenes han visto subir sus gastos diarios porque creció mucho el costo de alquiler, los servicios de transporte, y el teléfono celular, entre otras cosas. Para los que quieren irse a vivir solos todo ha subido enormemente”.
“Los costos de alquileres desde el 2015 han subido un 260%. Eso da la pauta que el proceso inflacionario está afectando a todos por igual”, ejemplificó y agregó que “según nuestra medición, comparando 2015 con este año, los dos productos que más han subido fueron la cerveza y el transporte que aumentaron más de un 500%”.
Así, el informe destaca que la canasta de bienes y servicios de la juventud pasó de $7.176 en 2015 a $26.857 en 2019, lo que supone un aumento de $19.681 desde el 2015, de los cuales $10.620 son producto de las subas del último año.
Por ello evaluaron que desde el 2015 las subas más marcadas se dieron en la cerveza (+533%), transporte (+500%), salidas nocturnas (+283,6%), preservativos (+283,3%), servicios de telefonía celular (+281,5%), y servicios de internet (+280,8%).
Desempleo juvenil
Por otra parte, analizando los datos del INDEC, el Observatorio expuso que el desempleo entre el sector juvenil creció 3 puntos porcentuales en el último año y alcanzó al 23,1% de las mujeres y al 18,5% de los varones.
Al respecto, el documento explica que “el porcentaje de jóvenes varones que se quedó desempleado en este último año fue ocho veces mayor al de los adultos y el porcentaje de mujeres jóvenes que se quedó desempleada fue casi 4 veces mayor al de las mujeres adultas”.
“La franja etaria que más sufre el desempleo es el joven, y principalmente la mujer. Les cuesta más conseguir trabajo por las condiciones de inexperiencia, una demanda laboral enfocada en otros sectores, o porque la cantidad que se vuelca al mercado de trabajo año tras año no es absorbida porque hoy, con el cierre de fábricas y comercios, no se está generando el empleo suficiente para absorber justamente a toda la mano de obra que se incorpora”, manifestó Cagnani.
Además consideró que “eso influye en una merma de la calidad de vida para los jóvenes. Lleva a casos de depresión porque cuesta mucho buscar trabajo tanto tiempo y no conseguir, es angustiante”.
“Todo esto está relacionado con el actual modelo económico que no apunta a la creación de empleo y no tiene el aspecto productivo entre sus prioridades, mucho no se puede hacer”, opinó y añadió “por eso ocurre que los jóvenes se ven obligados a ajustar en sus gastos de salida, o baja la calidad de las marcas que eligen al comprar algo. Eso genera un círculo muy negativo para toda la economía en general, la famosa rueda de la recesión”.
Ponen a prueba canasta alimentaria
La alimentación en épocas de crisis económica es un tema que preocupa debido a que la pérdida del poder adquisitivo complica cada vez más el acceso de la población a productos saludables.
En este contexto, un grupo de voluntarios en Córdoba se alimentará durante seis meses sólo con los productos de la canasta básica que propone el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC); otro con los de las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) sugeridos por la Secretaría de Salud de la Nación; y otro seguirá los mismos hábitos alimentarios que ya lleva en su vida cotidiana. La experiencia incluye controles médicos y nutricionales.
“Este proyecto nace por la inquietud de un grupo de personas preocupadas por esta temática, quienes junto a investigadores del CONICET, buscamos poner a la pobreza en la agenda pública”, explicó a El Aire de las Misiones que se emite por la FM 89.3, Sofía Chacón, licenciada en Ciencias Políticas e integrante del denominado proyecto Czekalinsky.
Señaló que “los voluntarios de cada grupo tienen que cumplir ciertos requisitos” para formar parte de esta prueba. “Tenemos mucho apoyo”, aseguró y recordó que el proyecto se realizará con acompañamiento de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Córdoba.
En este sentido, expresó que “la idea del proyecto es actualizar y revisar la composición de la canasta básica” que se implementa en el país desde 1985.
“En realidad la canasta básica es una unidad de parámetro de medida que propone los requerimientos mínimos de nutrición, y por la que se calcula un costo para medir lo que es la línea de pobreza y de indigencia en este país. Es la primera vez que alguien le va a poner el cuero a esta unidad de medida”, apuntó.
A todo esto, reveló que el objetivo es “entender si la canasta tiene sentido, si cumple con un requerimiento de calorías diarias que requiere un adulto varón y si los productos que la componen responden a las costumbres de un segundo y tercer grupo de la población más pobre”.
“Hoy es obsoleta, se utiliza para medir pobreza e indigencia en nuestro país y todas las políticas que vienen después de eso. La canasta básica es un parámetro para el diseño de políticas públicas que tienen que ver con la alimentación y también con las cuotas de manutención tras un divorcio”, contó.
En consecuencia, Chacón consideró que “sin duda es necesaria actualizarla. En calidad nutricional es bastante pobre, no cumple con las calorías necesarias”.
Por otra parte, indicó que para la segunda propuesta de la canasta de la Secretaría de Salud de la Nación se plantea el interrogante de “si esta se puede costear y comer”.
“Esa orientación nos refiere a cuestiones de cómo hay que comer, del ejercicio que hay que hacer a diario, ya que tiene legumbres, frutos secos, y verduras, por lo tanto es más costosa y tiene parámetros distintos a lo que es la canasta básica oficial”, asestó.
Asimismo, manifestó que el equipo de investigación está conformado por nutricionistas, médicos y psicólogos. “Los voluntarios que tenemos se realizarán los estudios médicos necesarios y una vez que eso esté todo bien, viene la ingesta de alimentos que comenzará a principios la próxima semana”, afirmó.
Reiteró que “nadie está en riesgo, nadie va a pasar hambre, ni tampoco queremos que nadie disminuya de peso, todo lo contrario, tal vez cada cuerpo reaccione de manera distinta y dependerá de lo que va consumiendo. Son personas que comen variado”.
Y sostuvo que “lo lamentable es que en Argentina hay muchas personas que ni siquiera llegan a cubrir las calorías diarias que propone una canasta básica, más en la situación actual, y que todas las políticas de alimentación de los Gobiernos y de escuelas públicas están basadas en esta canasta básica, y que cada vez que hay unas medidas económicas que intenten salvar los efectos de la inflación van sobre esos productos y no sobre otros más saludables, entonces la brecha es mayor y la posibilidad de consumo de esos productos más saludables es impensada”.
Niveles de pobreza
El informe presentado por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda, en base a los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), señaló que la pobreza entre los jóvenes alcanzó el 38,6% y, de esa manera, superó a los niveles del 2016.
“El poder de compra del salario medio (medido en bienes y servicios) cayó un 14,3% y el de los montos de las becas Progresar bajó un 39,6%”, destacaron los economistas sobre la pérdida del poder adquisitivo de los jóvenes frente a los constantes aumentos de precios que golpean en todo el país.
“Lo que refleja este informe es que la política macroeconómica también afecta a los jóvenes. La subida del dólar impacta en lo que se consume, la inflación en general, suben los alquileres, las expensas, las entradas de los espectáculos”, remarcó el economista Federico Cagnani y agregó que con ello “está demostrado que para esta franja etaria los salarios no subieron al mismo ritmo que la inflación, porque a nadie le llegó un incremento de sueldo en un 65%”.