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Ellas son mujeres rurales, las que trabajan con sus manos, con la fuerza, bajo el sol y la lluvia. Oriundas de Colonia Bello Horizonte, en este municipio, conforman un equipo de más de 30 emprendedoras y están al frente de unas 60 familias.
Desde 2005, dan vida a la Asociación Civil de la Mujer Rural, cuya presidenta es Romilda Padilla (57). En ese tiempo, han logrado que el emprendimiento se torne en su fuente principal de ingresos.
Sus ansias de progreso e independencia las llevó, en 2006, a soñar con un lugar propio donde tener una cocina rural y un salón para capacitar a sus integrantes. Sin embargo, por cuestiones económicas, el proyecto se fue demorando.
Pese a las dificultades, estas luchadoras no se dan por vencidas. Por eso, redoblan la apuesta por un sueño mayor: “Queremos llegar a las góndolas del mercado y que nuestros productos tengan una marca propia: ‘Mujer Rural’. Y así, darle al fruto del campo un valor agregado, para que la gente aprecie nuestro trabajo en la chacra”, se ilusionó Padilla en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
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Hace 24 años
La historia de las emprendedoras comenzó en 1995, cuando Romilda se propuso juntar a las mujeres de la colonia y emprender una reconversión productiva sustentable. Diez años después, en 2005, “logramos la personería jurídica de nuestra asociación”.
Al lugar asisten mujeres de todas las edades: “Tenemos adolescentes de 13 años en adelante, a quienes les damos talleres y las orientamos. También están las mayores, a quienes se las respeta y se las valora por sus conocimientos”.
En los últimos años comenzó la construcción física de una cocina rural y su salón de talleres y reuniones. “Cada avance que se logró fue con el fondo de las productoras”.
Actualmente, la cocina rural tiene luz eléctrica, “pero nos falta el equipamiento”, indicó Romilda y recordó que en 2007 “tuvimos que frenar todo”.
Es que un incendio destruyó por completo la vivienda donde Romilda vivía junto a sus cuatro hijos. “En la colonia todos me ayudaron pero la pérdida fue enorme y yo caí en un pozo depresivo. Poco a poco me recuperé”, contó.
Tiempo después, volvieron a insistir en la construcción de la cocina rural. En paralelo, continuaron las capacitaciones y talleres. Uno de ellos es el de computación. “Es un curso básico para que las mujeres puedan defenderse. El problema es que sólo tenemos una máquina para 30 mujeres”, lamentó.
En realidad, a la asociación le falta prácticamente todo: mesas, sillas, ollas, platos y utensilios de cocina. “Cuando hacemos reuniones no tenemos sillas ni mesas”, graficó.
Un importante impulso
Para Romilda, la única forma de lograr grandes cambios es trabajando, aunque reconoce que es necesario el apoyo de los demás. “Nosotras luchamos para salir adelante, tenemos muchos proyectos y los presentamos, pero nadie nos ha tomado en cuenta.
Tenemos las manos sucias por labrar la tierra y sentimos que a gente como nosotras nos dan la espalda. Nos sentimos olvidadas”.
Sin embargo, a fines de agosto, las mujeres rurales recibieron una noticia que las sorprendió: la Fundación AVON les otorgó 200 mil pesos para impulsar su proyecto solidario. Por su esfuerzo, trayectoria y fortaleza, Romilda Padilla fue una de las cinco elegidas de todo el país.
¿Cómo fue recibir esa noticia? Romilda recordó que viajaba en colectivo cuando escuchó el timbre del teléfono. “Atendí y no podía creer. Me siento orgullosa de representar a la mujer del campo, por primera vez me sentí útil y sentí que estaba haciendo bien las cosas”.
La referente de las mujeres rurales de San Pedro señaló que el dinero obtenido será destinado al salón: “Invertiremos en nuestro espacio porque necesitamos cerámicas, cielorraso y revoque”.