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El día a día de Víctor Manzur (47) no tiene margen para el tedio: compagina su tarea como docente en el Instituto Don Bosco de esta ciudad, en doble turno, con la fabricación artesanal de cucuruchos, un emprendimiento familiar que ahora le valió una distinción nacional: resultó finalista del Premio Propulsar al Microemprendedor del Año, cuya ceremonia de premiación será el martes 17 en Buenos Aires.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, y casi armando ya las valijas para partir el próximo domingo rumbo a la Capital Federal, Manzur contó que inició su emprendimiento propio hace diez años. Resulta que “yo trabajaba desde los 16 años en una fábrica grande de Posadas que abastecía de cucuruchos a toda la provincia. En un momento dado, la familia propietaria decidió vender todo y me lo ofreció a mí: las planchas, la batidora, balanza, conos, anafes, hornallas, incluso la cartera de clientes. A partir de ahí me dediqué a eso como microemprendimiento familiar, en paralelo a mi tarea docente y con ayuda de mi señora y mi hijo”, el mayor de los tres que tiene. De hecho, el emprendimiento lleva el nombre de éste: “Cucuruchos Franquito”.
Hasta hace un mes trabajaba en su propia casa, pero justo ahora se mudó a un local más céntrico, en Francisco de Haro y Cabred. Se dedica sólo a la línea dulce, que incluye cubanitos, capelinas, cucuruchos largos y cortos, el cucuruchón y los pañuelitos. Y su producción habitual ronda las 800 o 900 unidades por día.
“Yo trabajo recién cuando salgo de la escuela a la tarde. A la mañana hay un chico que me ayuda, pero según el tiempo que tiene, porque estudia en la secundaria y tiene otras actividades. Por eso también colaboran mi señora y mi hijo, cuando puede. Él tiene 14 años y todavía está aprendiendo. Seguro que ahora voy a necesitar más personal, porque en la temporada fuerte se vende mucho, hay que trabajar día y noche”.
Actualmente vende a la mayoría de las franquicias de todas las heladerías “grandes” de Posadas y también a algunas pequeñas: prácticamente a toda la ciudad. Ocurre que “no es que encontrás una fábrica de cucuruchos en cada esquina, hay muy pocas en el país. Y la ventaja es que yo ofrezco un producto fresco y a domicilio. El precio es el mismo que el de cualquier otro, pero a las heladerías de acá les conviene el mío porque se ahorra el costo del flete. Además, me piden hoy y yo mañana ya les estoy llevando”.
Por ahora, en temporada baja, trabaja a pedido; pero “pronto empieza la época de más venta y entonces trato de hacerme un stock”.
Ayudarle a vender
Por haber sido seleccionado entre más de 300 postulantes de todo el país, el posadeño ganó una beca para asistir a una capacitación en Educación Financiera dictada por un integrante de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) durante toda la próxima semana en Buenos Aires, que Víctor aguarda con ansias para adquirir conocimientos para optimizar tanto su producción como la comercialización y promoción, teniendo en cuenta que “mi perspectiva es expandir la venta no sólo en Posadas, sino a todo el interior de la provincia, porque sé que hay un mercado muy grande. Es un proyecto a futuro, porque para ello necesito un medio de transporte y más capacidad de producción”, aclaró.