Hace 32 años que Emilia Lloret reside en Barcelona pero cada vez que puede regresa a la tierra colorada para visitar a su familia. Mientras estudiaba en Buenos Aires, conoció a Jesús María Esteban García quien, después de dos años de noviazgo, se convirtió en su esposo. Y seguir los caminos del amor significó emigrar a España.
Después de establecerse en Europa, se graduó de psicóloga (clínica infantil) en la Universidad Autónoma de Bellaterra, de Barcelona. Pero por esas cosas de la vida, se dedicó a la pintura. Por estos días, realiza sus muestras en Cataluña y el resto del país ibérico. Y en un futuro tiene pensado montar su propia galería para poder promocionar mejor su arte. “Todo lo que hago se basa en torno al arte, que es lo que amo”, aseguró, a la distancia, con cierto dejo de nostalgia. Agregó que “pinto, hago acuarelas, óleo, y utilizo la técnica mixta. Hago mucho collage, que se puede apreciar tanto en mi pagina web como en Facebook e Instagram”.
Explicó que en un primer momento se formó en la pintura en el Círculo Artístico de San Lucas (en catalán Cercle Artístic de Sant Lluc), de Barcelona. Poco después continuó su formación en la Escuela Massana, que es una Escuela de Bellas Artes, y finalmente, el último período, lo concretó con un pintor de la Escuela Catalana, Josep María Martínez Lozano. “Tuve esa suerte y esto me brindó una formación muy sólida y un prestigio importante”, dijo, quien se considera su discípula. Manifestó que Martínez Lozano “me formó en la acuarela y en el óleo. Este es un pintor de Alt Empordà, que vivió en Llançà, donde existe un museo de acuarelas, el único de toda España”.
“Todo lo que aprendí de acuarelas, lo aprendí con él. Fue uno de los grandes maestros de la pintura catalana de la acuarela, de muchísimo prestigio, que falleció en 2006. Él me formó y trabajé a su lado a lo largo de 17 años, por eso hoy puedo decir que soy una discípula suya”, recalcó la psicoanalista.
En un futuro no muy lejano, Lloret tiene pensado montar su propia galería para poder promocionar su arte. “Será un espacio para exponer y poner a la venta lo que es mi arte, con el propósito que se lo conozca más en detalle. Creo que será en la Costa Brava, donde tengo una casa y paso las temporadas de verano”, relató, al tiempo que sostuvo que el público francés “tiene mucha admiración por mi obra y también aquí en España, trabajo mucho”.
Celebró que “mi obra se expandió por varios países del mundo. Amo lo que hago, y eso es lo más importante”.
Admitió que siempre “que puedo, viajo a Argentina”, puntualmente a Posadas, donde reside parte de su familia que está compuesta por su madre, Emma Lasezcki de Lloret, y sus tres hermanos: María Emma -que es la encargada de promocionar las obras en la Argentina-, Adriana y Guillermo Javier. “Tengo muchos sobrinos, una familia muy grande, a la que quiero y extraño muchísimo. La visito cuando me lo permite el trabajo. En ocasiones viajo todos los años, depende de la situación. Al principio fue muy duro dejarlos y venir a vivir aquí pero con los años todo se fue suavizando. Pero ya estoy establecida y creo que mi vida está aquí”. De todos modos, consideró que resultó “muy duro venir desde Argentina por los afectos, que es lo que más he sentido porque creo que uno nunca termina de separarse de la tierra de uno. Se extrañan los olores, la comida, y los afectos “que no se pueden negociar con nada. Aquí tengo de todo, no me falta nada, estoy muy bien, soy muy feliz, pero mi tierra para mi es algo que nunca podré superar”.
Insistió con que “extraño mucho, siempre extraño. Extrañé muchísimo al principio y después me fui adaptando. Y la vida hace que te tengas que resignar y seguir para adelante. Y gracias a Dios el hecho de haberme introducido en el mundo de la pintura ha compensado mucho eso en mí, es una manera muy importante, plasmo en el arte lo que siento. Son muchas horas al día las que pinto, lo hago prácticamente todos los días. Y lo hago con mucho amor, todo lo que hago lo hago con pasión”.
De la mano de la pintura, Lloret tuvo la oportunidad de visitar varios países, sobre todo Francia, que es un sitio “donde aprecian mucho mi arte y soy valorada, y es por lo que estoy inmensamente agradecida”. Su trabajo consiste en organizar diferentes muestras de arte que empiezan a partir de la primavera, desde mayo y hasta el mes de noviembre. Las mismas se desarrollan en diferentes ciudades como Cataluña, Madrid, Valencia, Castellón, y con diferentes galerías.
Añadió que “visité muchos países de Europa, sobre todo para promocionar mi arte, dando conferencias, haciendo demostraciones de acuarela. Voy mucho a Francia donde se me conoce más y se valora mucho la acuarela. Aquí en Barcelona tengo un prestigio dentro de la humildad que puedo demostrar. ¡Dicen que soy buena pintora!”.
La familia que la espera en casa está compuesta por su esposo, Jesús María Esteban García, y sus hijos: Roger Esteban Lloret y Gala Esteban Lloret. “Tengo mi estudio en un ático en la casa, que es donde trabajo. Estoy muy feliz de estar aquí pero a veces estoy pintando y escucho alguna canción que evoca a Misiones y se me llenan los ojos de lágrimas. La vida es así. Pero soy una misionera que ama su tierra, y siempre que quiero, puedo visitarla”.
Al referirse a sus inicios, confió que después de concluir su carrera de psicóloga, nació su hijo y, un poco después, su hija. Pero después de un tiempo su primogénito cayó enfermo y debía dedicarse a su cuidado. “Fue ahí donde empece a pintar, comencé a dar mis primeros pasos de una forma muy inesperada. Pero cada vez me fui perfeccionando, formándome en diferentes escuelas”, hasta llegar a ser la prestigiosa artista cuyas obras recorren el mundo.
Sostuvo que conocer a su esposo “fue algo muy singular”. Estudiaba psicología en Buenos Aires cuando llegó un estudiante de medicina, que viajó hasta la capital de nuestro país para hacer un máster en ortodoncia. “Nos presentaron unos amigos. Estuvimos de novios dos años, me casé y vine a vivir aquí”, narró. Pero lo más llamativo es que su padre, Emilio Lloret Costa, había nacido en la ciudad de Sabadell, Barcelona, y emigró a Argentina cuando tenía apenas diez años. “Casualmente, mi papá era catalán y tengo parte de la familia paterna aquí. Soy de la tercera generación y lo que quedan en esta zona son primos lejanos”, añadió.