Los habitantes de Vermont tienen una gran tradición de respeto por la tierra y el compromiso de preservar y compartir su apreciación por el medioambiente. Dos siglos de tradiciones agrícolas han creado amplios paisajes de tierras de labranza, que además cuentan con las montañas como telón de fondo, cuyo borde es el curso del Long Trail, el primer sendero de larga distancia de Estados Unidos.
Las Green Mountains (Montañas Verdes) son una cadena montañosa muy vieja y han sido esculpidas hasta su forma actual durante varias glaciaciones. Las piedras del estado (el granito, el mármol y la pizarra), así como el mineral del estado (el talco), se siguen minando.
Vermont tiene más de 220 montañas que superan los 600 metros de elevación; Mount Mansfield es la más alta, con 1.340 metros. Las áreas montañosas del estado son principalmente bosques reforestados. De hecho, aunque a finales del siglo XIX los 251 poblados de Vermont habían acabado prácticamente con toda la madera, más del 75 % de la tierra ha recuperado ahora sus bosques.
Bajo las montañas y las colinas ondulantes, hay valles fértiles que permiten una vasta producción de lácteos, cosechas de cereales, vegetales y frutas, además de cría de caballos, ganado, cabras y algún que otro emú.
Vermont, que desde hace mucho se encuentra a la vanguardia en cuanto a comidas locales, restaurantes que siguen la idea “de la granja a la mesa”, deliciosos quesos artesanales y mercados de agricultores, cuenta con la mayor cantidad de cervecerías artesanales por cabeza de cualquier estado del país. En los últimos años, se han establecido numerosos viñedos y varias destilerías importantes.
Aunque es sencillo y muy recomendable pasar los días simplemente admirando el panorama, es todavía más gratificante convertirse en parte de él. Explorar los caminos rurales y los senderos bien cuidados, ya sea en bicicleta o a pie. Salir a correr o caminar por los centros históricos o por los pueblos tranquilos y los puentes cubiertos. Visitas los estudios de muchos artesanos de primer nivel y descubrir sus creaciones. Empaparse de la historia en museos y sitios con excelentes representaciones históricas. Lanzar su anzuelo en un lago o arroyo, o relajarse en la orilla, en un prístino parque estatal. En la temporada invernal, lanzarse por un medio tubo en los esquíes o snowboard, y compartir las pendientes con campeones olímpicos pasados y, probablemente, futuros.
Sin importar lo que le depare el día, la noche seguramente será un momento pacífico de relajación, ya sea que decida acampar bajo las estrellas, quedarse bien tapado bajo una colcha en una posada o darse la buena vida en un complejo turístico de lujo.
En Vermont, una cosa es segura: las temporadas cambian. Y con el cambio, también se altera el paisaje, las posibilidades recreativas, el calzado y la forma de vida. Con cada estación llegan nuevas oportunidades de explorar el mundo que lo rodea.