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“Un paraguas, una capita”, es una campaña impulsada por la posadeña Mercedes “Mela” Aguirre Medina, que hasta el momento ya tiene 23 pilotos para la lluvia armados con material reciclado de las telas de los paraguas rotos. Esta iniciativa surgió tras conocer los relatos de su amiga, maestra en una escuela de la comunidad mbya guaraní en Capioví donde los niños sufren las carencias de la falta de abrigo y necesitan ayuda. Este proyecto solidario sumó a un gran número de personas que se distribuyeron las tareas para coser, pintar y arreglas las telas para las camperas infantiles.
Los que comenzó con los protectores para la lluvia busca ampliarse para reunir más elementos destinados a los niños mbya guaraní de la provincia y a otros sectores carenciados.
Así lo explicó a PRIMERA EDICIÓN doña Mela, quien cada día le dedica un tiempo a esta acción para ayudar al prójimo. “Las capitas están destinadas a los niños que son del interior, mi amiga Beba al ser docente consiguió que nos movilicemos para ayudar. Ella hace 24 años es docente en la escuela Los Pocitos en Capioví y tiene que caminar unos tres kilómetros para llegar a dar clases. Como siempre organizan colectas para los niños de jardín a séptimo grado pensé en armar las capitas, que también les servirá a los niños de abrigo”, contó.
Sobre el proceso de confección de las capitas, Aguirre Medina contó que “generalmente con los paraguas sucede que se rompen las varillas por el viento y la gente desecha sus paraguas pero la tela queda perfecta. Aunque a veces la tela queda un poco picada, se recicla todo. Lo que espero es terminar lo más pronto posible. Hasta el momento tenemos 23 hechas”.
Respecto a los diseños, añadió que “como la mayoría de los paraguas son negros pensé que podríamos adornarlos con pintura de tela porque me manejo con las manualidades. Entonces los pintamos, hacemos algún dibujo”.
Una vez iniciada la campaña solidaria, cada vez más personas buscan la manera de ayudar. “Mi hija con sus amigas compartieron en el Whatsapp una imagen y enseguida se dio a conocer la iniciativa. Me empezaron a llamar para preguntarnos cómo podían ayudar y en verdad me desbordó la atención recibida. Ahora me organizo y en una sola recorrida junto todos los paraguas de la gente que se comunicó. Como no soy una modista, cuando empecé no sabía ni como armarlos y largamos esto hace poco, harán dos o tres semanas. En ese tiempo se sumaron vecinos que donaron su tiempo para coser en sus ratos libres”, compartió.
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En cuanto a la repercusión que tuvo con las capitas, Mela Aguirre Medina explicó que “nunca me imaginé que encontraría tanta gente con deseos de ayudar y dar una mano, su tiempo, colaborar con algún material o juntar los paraguas. Esto no cuesta nada, simplemente el deseo de dar sin esperar nada a cambio. Estoy tremendamente agradecida porque después de hacer una sola capita y mostrarla muchas personas se movilizaron”.
Acerca del mensaje de solidaridad, detalló que “la primera capita que confeccioné es de color verde, el cual tiene todo un significado relacionado con la esperanza y que es posible un mundo mejor. Con estas acciones demostramos que realmente existe mucha gente buena y que cada vez somos más”.
Por otra parte, existe un llamado de atención para con las comunidades mbya guaraní: “Estos chicos son los dueños de la tierra en la que estamos y de cierto modo debemos ayudarlos, porque si das con amor Dios te devuelve el doble. Son personas que siempre pasan muchas necesidades y por mí parte pienso -y espero- que esos niños puedan volverse docentes o profesionales para ayudar a su propia comunidad”, reflexionó al recordar la labor docente de su amiga y muchas otras personas en Capioví.
Respecto a su historia de vida, Mela señaló que “la solidaridad en mí persona llegó desde mis padres. Ellos aún viven en la casa donde me crié frente a la plaza de las villenas, en la zona de La Placita de Posadas. Recuerdo que siendo niña las personas mbya venían para quedarse a vender sus productos en el Mercado y jugábamos con ellos en esa plaza. A la hora de la merienda, mi mamá les preparaba un matecocido con leche y por las noches hasta llegaron a correr las mesas para darles un espacio para que puedan quedarse a dormir. Fue así que cuando éramos niños aprendimos la solidaridad con esta comunidad de pueblos originarios”.