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Acompañado por Blanca, su compañera de vida, Sergio relató que padece gigantismo y por eso, pese a sus 33 años, aún sigue creciendo.
En mayo pasado se descompensó y los médicos encontraron un nuevo problema de salud: tiene un tumor en la cabeza y su única chance es la cirugía. Pero para llegar al quirófano, antes debe acceder a un tratamiento para encapsular el tumor. Ese medicamento se fabrica en Francia y cuesta por encima de los 100 mil pesos por mes.
Sergio confió que su vida no es nada fácil y que se mudó a Buenos Aires por una oportunidad laboral.
Esperanza
“Es una inyección que no hay en el país, es de Francia. Lanreotide Autogel 120 miligramos. La necesitamos para que siga viviendo. Tres meses atrás costaba 100 mil pesos cada ampolla, y él se tiene que poner una cada 28 días”, explicó Blanca en el programa de televisión.
Ese medicamento hace que se encapsule el tumor. Otra medicación hace “que se disuelva y se desinflame”. De esa manera, cuando el tumor se achique, los médicos estarán en condiciones de operarlo para extraérselo.
“Ella es el pilar de mi vida”, aseguró Sergio sobre su pareja. Blanca es una luchadora y una sobreviviente de la violencia de género de la que fue víctima en manos del padre de sus hijas.
“Me quemó mi primera pareja, que es alcohólico. Empezaba a insultarme, les decía cosas a las chicas. Hasta que un día llego de trabajar y pasa lo mismo. Empezamos a discutir. Tenía una botella de alcohol en una mano y el encendedor en la otra, me decía: ‘Yo te voy a quemar la casa, con vos y las pibas adentro’. Y yo le decía: ‘Dale’. No sé cómo, pero en un momento me prendí fuego. Él dejó que me quemara. Una de mis hijas apagó las llamas. En el Hospital de Quemados me salvaron la vida”, relató.
Hoy, asegura que “Sergio me volvió a mostrar que puedo confiar en un hombre”. Y lucha para que se den las condiciones para que los médicos le salven la vida. Pero, según contó la mujer “todavía no se pudo dar ninguna inyección del medicamento que necesitamos. Entre todas las medicinas que está recibiendo, los estudios, los viajes en remís, es mucha plata. No llegamos”.
“A veces él me quiere bajar los brazos y me dice: ‘No quiero vivir esta vida’. No, vos sos joven, no podés bajar los brazos. Cuando nos casamos, nos juramos hasta que la muerte nos separe. Yo no voy a dejar que él se caiga”, aseveró.
Este miércoles tuvieron un pequeño respiro, ganaron 500 mil pesos en la televisión.
Sueña con volver a Misiones
Según publicó el sitio web de FM Bragado, Sergio sueña con volver a vivir en Candelaria, la localidad que lo vio nacer y crecer, junto a su papá Carlos y su sobrina.
Sergio Daniel Gómez, con 33 años y una estatura que no lo permite pasar desapercibido, es un gigante en todos los aspectos, pero más que nada en la humildad que profesa y un corazón noble. No conoció a la madre, porque falleció cuando él tenía seis meses de vida, ausencia que siente mucho aun hoy.
“Sufro de gigantismo, una enfermedad que se desarrolla en el cerebro y que hace que quien la sufra no pare de crecer”, dijo “Chiquito”, como todos lo conocen.
Su padre, don Carlos, es empleado municipal: “Yo siento orgullo de mi hijo, de su entereza y lucha en la vida, sé que nada es fácil para él, porque por cuestiones económicas no pudo seguir el tratamiento que necesita para detener el crecimiento, pero así y todo trata de seguir adelante”, afirmó.
Carlos recuerda: “Ya en el preescolar se destacaba por su estatura, era el más alto de sus compañeros, nació con 78 centímetros, pero nunca pensé que tendría una enfermedad, para mí, mi hijo era totalmente sano”.
Sergio recordó que hasta los catorce años su crecimiento fue normal, si bien era un poco más alto que los demás compañeros y amigos, nada para preocuparse. Pero a esa edad subió de estatura de manera abrupta y pasó a medir 1,95 metros, “a los 16 años llegué a los 2,05 y ahí fue cuando me llevaron al Club Tokio, a probar en basquet, fui a distintos clubes hasta ir a parar al Club Gimnasia y Esgrima La Plata, para entonces ya tenía 20 años. Fueron ellos que me mandaron a hacer todos los estudios y se descubrió que padezco gigantismo”.
Vive de changas
En ese entonces, se contactó con Jorge “Gigante” González (formoseño, basquetbolista y luchador, de 2,31 metros, falleció en 2010): “Él me ayudó mucho anímicamente, me contactó con médicos del hospital de La Plata y fue allí donde me dieron la opción de una cirugía o una pastilla que debía importar de Europa, opté por la pastilla y se detuvo mi crecimiento, pero después ya no pude costear el tratamiento y la verdad me preocupa, porque operarme no quiero, la operación dejó inválido a González y a muchos que sufren esta enfermedad. Quiero seguir tratándome, pero no tengo un trabajo fijo, sólo hago changas en Buenos Aires, allá todavía me dan esa oportunidad, acá no encuentro trabajo”.
Pero el apego por la tierra colorada lo lleva a pensar en el regreso. “Mi sueño es volver a vivir a mi provincia, estar cerca de mi familia, tener mi trabajo, tener igualdad de condiciones con los demás jóvenes de mi edad. Casi siempre siento la mirada diferente o sorpresiva de la gente hacia mí, pero yo no soy diferente, sólo soy más alto que la mayoría por una enfermedad”, señaló.
“No quiero lujos ni grandes cosas, estar cerca de mi familia, seguir el tratamiento y tener mi propio hogar con mi compañera Blanca”, detalló. Alabado por sus familiares como hijo, hermano y sobrino. Chiquito Gómez, un misionero que se fue por la falta de oportunidades y que no pierde las esperanzas.