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Con rigor y lucidez la licenciada Miryam Kurganoff de Gorban brindó una efusiva charla dirigida a estudiantes de escuelas capitalinas en el marco de la jornada por el Día Mundial de la Alimentación, organizada por el Colegio de Nutricionistas de la Provincia.
La coordinadora de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la UBA estuvo en Misiones invitada por Agricultura Familiar y no dudó en celebrar que “enseñar el valor de la semilla a los niños es el camino; lo que está haciendo Misiones es el camino para superar esta emergencia alimentaria”, enfatizó.
Momentos antes de comenzar su presentación, Gorban dialogó con PRIMERA EDICIÓN y se mostró muy conocedora de la realidad provincial.
“Esta es una provincia donde hace mucho calor y eso mismo podemos aprovechar para hablar de nutrición porque estas temperaturas nos ayudan a pensar la necesidad de una alimentación saludable, sobre todo porque te obliga a tomar mucha agua”, dijo con una enorme sonrisa.
Gorban fue la mujer responsable, en su momento, de la creación de la carrera de Licenciatura en Nutrición en el país y actualmente recorre las provincias en el marco de la cátedra libre que impulsó y ayudó a crear.
“Más del 75% de nuestro organismo es agua y no la tomamos nunca. Hace falta que la televisión, que es donde más se captan los mensajes, divulgue spots de hábitos saludables, entre ellos aquellos que insisten en que hay que tomar ocho vasos de agua por día”, pidió.
Cuando hace calor en Misiones se toma tereré, que casi nunca está hecho con agua. Se usa gaseosa o jugo…
Tenemos que aprender a dejar de lado las gaseosas, la sed no se calma con la gaseosa, con ésta se engorda y no se alimenta. Son calorías vacías. El jugo en sobre que se usa mucho para el tereré es lo peor, porque esos jugos son azúcar y colorante que, en el caso de los niños, está demostrado que los colorantes que tienen tartrazina son los que producen hiperactividad.
Está muy difundido en los sectores más vulnerables el consumo de ese tipo de jugo, no solamente para el tereré. En las escuelas se da mucho y eso hay que modificar.
Estos cambios de los que habla son palpables cuando hay educación. Hoy vemos que hay una cátedra en la UBA sobre Alimentación Saludable, algo que hasta hace unos años era una utopía…
Sí. Parecía una utopía. Se ha avanzado mucho desde entonces. Hoy nos sentimos como chicos con un juguete nuevo, por poder ver los casos de las mujeres rurales, la visibilización de quienes trabajan en la chacra, como alternativa para una alimentación saludable, segura y soberana. Fue una experiencia superadora y de vanguardia. Misiones está protegiendo y cumpliendo el derecho a la alimentación saludable, con leyes y con educación.
Con un Ministerio de Agricultura Familiar y en manos de una mujer, el programa Una Escuela, Una Huerta, la ley de Soberanía Alimentaria, el trabajo sobre faena artesanal nos habla de algo que necesitamos como país. Cada pueblo, cada ciudad tiene que ser autosustentable desde el punto de vista de la alimentación, para evitar el consumo de los alimentos kilométricos que contaminan el ambiente y se pierde el hábito de consumo de los alimentos frescos y eso encarece todo vulnerando el derecho a la alimentación.
¿Cómo hace una familia para apropiarse del concepto de soberanía alimentaria para trasladarlo a su vida cotidiana?
Si bien esto primero depende de las condiciones, lo ideal sería que tengamos un pedacito de terreno para plantar el perejil o la cebolla de verdeo.
Creo que esto va a ocurrir cuando entendamos que tenemos que empezar con los niños cuidando las semillas. Por eso una de las leyes de avanzada de Misiones: Una Huerta, Una Escuela, es el camino. Cuando los niños aprenden desde la escuela el valor de la semilla, del alimento, vamos a tener otro mundo.
¿Cuáles son los desafíos que usted ve nos quedan por delante?
En las Naciones Unidas están hablando de acceso a la alimentación saludable para llegar al hambre cero. Bueno hambre cero y pobreza cero es la aspiración de toda la humanidad, más que nada en un mundo donde se produce comida para 12 mil millones de habitantes y somos nada más que 7 mil millones y al mismo tiempo tenemos la mitad de esa cifra con malnutrición, desnutrición o pobreza extrema. Esto es porque nos cambiaron el patrón alimentario y se nos instó a abandonar lo que permitió la supervivencia de la raza humana a lo largo de miles de años: consumo de alimentos frescos, sustentables, producidos en la tierra y sin la necesidad de usar químicos o venenos.
Necesitamos consumir más alimentos frescos, volver a la cocina, otra cosa que nos están tratando de sacar con la comida hecha, y sentarnos alrededor de la mesa a compartir, nada más y nada menos que el hecho que nos hizo humanos.