
Los hospitales suelen ser lugares “marcados” o especialmente “sensibles” para fenómenos paranormales o, en su defecto, para dejar “volar” la imaginación hacia historias de terror y misterio. Y el SAMIC de la Capital del Trabajo no es la excepción.
En el sector de Pediatría se cuentan decenas de casos, la mayoría de ellos nocturnos. Circula bastante por los pasillos la historia de la enfermera que una madrugada estaba haciendo la historia clínica de cada paciente, evaluando las medicaciones, etcétera. Cuando levantó la vista, vio parada en la puerta a una nenita con su camisón blanco.
Entonces le preguntó dónde estaba su mamá, por qué estaba sola y qué necesitaba. No recibió respuesta y cuando se levantó y fue hacia la nena, ésta se dio vuelta y se fue por el pasillo hacia una de las piezas. La siguió para ver que pasó y cuando entró a esa sala y la nenita no estaba y todos los niños dormían.
También es “famoso” el caso de un anestesista conocido por tener un manojo de llaves muy grande y que antes de entrar a quirófano siempre lo dejaba en un estante. Los testigos cuentan que muchas fueron las noches en las que se escuchaba el característico ruido de las llaves cayendo sobre una mesada, la puerta de un locker que se abría y cerraba, de pasos…
“Ahí pensábamos que venía el anestesista y que iba a haber una cirugía, después escuchábamos la puerta vaivén de uno de los quirófanos que se abría y se cerraba, todo esto de noche o de madrugada. Entonces íbamos hacia allá a ver quién llegaba o qué se necesitaba y el anestesista no estaba, las llaves no existían y no había nadie en el quirófano, pero la puerta se movía y la luz estaba prendida”, relatan.
Las enfermeras cuentan también que “aunque no es correcto, muchas veces te vence el cansancio y dormitás un ratito en una de las camillas que hay en los pasillos. Una madrugada que no pasaba nada ni se oía un ruido, una enfermera se recostó en una camilla en la sala de anestesia. De repente abrió los ojos porque alguien le estaba tocando el hombro, pero cuando se incorporó sobresaltada, esa persona había desaparecido. Por supuesto que ella salió corriendo y no volvió al quirófano hasta que amaneció”.
“En Emergencias había una sola enfermera y la supervisora que vino a hacerle compañía. Estaban en silencio, llovía a cantaros. Entró un hombre con capa y paraguas que pasó caminando frente a ellas y subió al balcón que había en el piso superior. Ellas siguieron el rastro de agua que llevaba hasta allí, pero el hombre ya había desaparecido”, reveló otra profesional.
En otra ocasión, en la central de materiales, entró un empleado a las 6, prendió la luz y del otro lado de la puerta de vidrio, vio sentado en un banquito a un hombre con la cabeza gacha, que de repente se levantó rápido y se fue a la parte trasera. Cuando el empleado dio vuelta para ver del otro lado a dónde fue, estaba todo cerrado y sin rastro de que hubiera estado alguien.