Aromas a historia, coco y especias, el estado de Kerala, al sur de la India, es conocido como Tierra de Dios. El motivo no es otro que sus encantos naturales, entre los que se incluye la presencia del sistema de marismas más grande del mundo, famoso por la presencia de los llamados backwaters.
Sin embargo, antes de sumergirse en tan paradisíaco escenario, lo mejor es hacer una pausa y refugiarse en Fort Kochi.
Este fue el primer lugar alcanzado por los conquistadores portugueses en 1503. Tras su llegada al primer punto costero de la India, los conquistadores ayudaron al Rajá de Kochi a combatir a las etnias enemigas y, a cambio, éste les permitió construir la fortificación que daría nombre al actual enclave.
Durante los siglos siguientes la influencia católica y europea se apoderó de las calles de este pueblo desparramado en una península famosa por su pesca, artesanía y unas especias convertidas en primer interés económico de la Kerala colonial hasta que, a finales del siglo XVIII, el Raj Inglés estableciera su influencia en esta zona, aportando la guinda sociocultural que define hoy día a la ciudad más cosmopolita del estado de Kerala.
Hindúes, europeos y judíos comparten una ciudad perfectamente segmentada, abierta al turista y aderezada de un toque artístico en cada una de sus calles.
Uno de los barrios más pintorescos es Burgar Street, en pleno corazón de la ciudad, donde el ambiente es relajado y los anticuarios se convierten en la principal atracción. Además, en esta zona se encuentra la famosa Catedral de Santa Cruz, construida a finales del siglo XIX, o la más antigua St. Francis Church, erigida por los portugueses en 1502.
Kochi también incluye un barrio judío donde hay desde mercados de especias a palacios suntuosos como el Mattancherry Palace, todo un ejemplo de eclecticismo colonial.
Tras recorrer el viajero se dará cuenta que el encanto de la isla gira en torno a un paseo marítimo y, en concreto, a la mayor atracción del lugar: sus famosas redes chinas (o Cheena vala) traídas, según la leyenda, por el explorador chino Zheng He durante los años posteriores a la llegado de Vasco de Gama.
Al atardecer, posarse junto a estas redes y contemplar a los pescadores se convierte en toda una delicia, en el motor de un lugar de la India donde la historia da como resultado un ambiente cosmopolita, cercano. Único.