Pasaron 25 años y Miryam Kúspita no olvida el rostro de la niña que rescató al caer a un pozo de agua de más de trece metros de profundidad. En su mente perdura “una carita redondita, con el pelito corto”. Todavía recuerda su voz, su llanto “y sus ojos… cuando vi sus ojos sentí que yo era su salvación”.
Después de aquel episodio, Miryam no volvió a ver a Soledad Silvero, quien actualmente tiene 28 años y es madre de cuatro niños.
Pero, pese al tiempo y a la distancia, Miryam la recuerda “porque la siento como a una hija, marcó mi vida”.
Al mismo tiempo, Soledad creció escuchando la historia de la “Madre Coraje”. Ella también estuvo pendiente de Miryam, “pero nunca me animé a buscarla”. Incluso llegó a ir hasta su casa y “quise llamar a su puerta, pero me quedé congelada. Pensé que no me reconocería”.
Finalmente, el pasado martes 19, PRIMERA EDICIÓN recordó la valiente acción de Miryam Kúspita. La historia se viralizó en las redes sociales y llegó a Soledad, quien quería reencontrarse con “la mujer que salvó mi vida. Yo siempre quise darte las gracias, Miryam, y me prometí tomar fuerzas para hacerlo. Hoy doy gracias a la vida y a Dios por este momento. Gracias por salvarme, hoy vivo gracias a vos”.
Llegó el momento
Este lunes, cerca de las 9.30, Miryam llegó a la redacción del diario PRIMERA EDICIÓN. Estaba muy emocionada. Tomó un vaso de agua, se sentó a esperar la llegada de Soledad y se preguntó “cómo será, porque ya es una mujer. A veces pienso que nos habremos cruzado en la calle pero no nos reconocimos, son muchos años”.
De repente, los sentimientos de nostalgia la invadieron y ya no pudo contener las lágrimas: habían transcurrido 25 años y finalmente se reencontraría con la niña a la que sostuvo con todas sus fuerzas para escalar trece metros y salvarle la vida. “No puedo poner en palabras todo lo que siento. Son tantas cosas, es una mezcla de sentimientos: angustia, nostalgia y emoción por volver a verla. Intento dimensionar lo que está ocurriendo. Para mí fue un instinto haberla rescatado”.
De repente llegó Soledad y sin mediar palabras abrazó a Miryam, como si se conocieran de toda la vida. Por varios minutos se fundieron en un abrazo.
“Gracias, yo crecí sabiendo de la historia y cómo había sucedido. Yo necesitaba volver a verte, lo prometí mil veces, quería darte las gracias por tu valentía, por abrazarme y sacarme de aquel pozo”, confesó Soledad.
Y siguió: “Mi mamá me contó como te lanzaste a mi rescate, sin saber nadar. Sé que si tardaban más yo no iba a salir, era un pozo de 13 metros y yo era una nena muy pequeña. El pozo estaba con mucha agua, me lograron mantener flotando porque me tiraron un balde hasta que te lanzaste por mí”.
Miryam apenas logró responder: “No me agradezcas, no hace falta. Verte bien, abrazarte y ver tus ojos nuevamente para mí es un regalo que me da la vida”. Y continuó: “Sole, nadie te contó pero cuando salimos yo me recosté contra un poste y lloré. Lloré mucho y volví a mi casa, tranquila y feliz”.
Después de la emotiva entrevista, las mujeres pactaron un nuevo encuentro, esta vez en casa de alguna de ellas, para celebrar la vida. “Porque hoy lloramos de emoción, de alegría y de agradecimiento por la vida de Soledad”, finalizó Miryam.
La historia que marcó dos vidas
En octubre de 1994, Miryam Kúspita se ganó el apodo de “Madre Coraje”. Ella es la mujer que, en un heroico acto de valentía, se lanzó a un pozo de agua de más de trece metros de profundidad y le salvó la vida a una niña de tres años.
Era un domingo al mediodía, Miryam tenía 27 años y descansaba en su casa del barrio San Miguel de Posadas, lugar donde hasta el día de hoy reside. De repente, escuchó pedidos de auxilio: era su vecina.
Corrió hasta la casa de la mujer, a media cuadra de la suya, y la encontró de rodillas: “Estaba frente al pozo de agua: ella gritaba ‘se cayó mi hija al pozo’. Miryam tomó coraje, se ajustó una soga al cuerpo y descendió al pozo. “La pequeña me abrazó y lentamente subimos”.