
El pasado 23 de abril faltó muy poco para que se desatara una tragedia en el barrio Bicentenario de Puerto Iguazú. Un hombre de 66 años y de nacionalidad paraguaya conocido como “Don Ibarra”, macheteó a dos menores que se encontraban en su casa, a los que había invitado a pasar su cumpleaños. Uno de los chicos, de nombre Sebastián, de cinco años, sufrió traumatismo de cráneo grave y permaneció varios días con riesgo de muerte.
El caso fue investigado por el Juzgado de Instrucción 3 de Puerto Iguazú. Una vez recabados los elementos suficientes para esclarecer el caso, en las últimas semanas la fiscalía solicitó la elevación a juicio contra el acusado y esto finalmente terminó concretándose.
Habiéndose corrido vista al defensor oficial y cumplido el plazo procesal para que emitiera opinión en contrario, el juez Martín Brites ordenó que el caso sea elevado al Tribunal Penal 1 de Eldorado, para que allí fije fecha para el debate oral y público.
El juzgado penal de Puerto Iguazú solicitará que “Don Ibarra” sea juzgado por el delito de “homicidio en grado de tentativa y lesiones graves”. En aquella oportunidad el hermano de Sebastián, de ocho años, también fue golpeado con un planazo de machete en el cuello, pero por fortuna no llegó a darle con el filo del arma blanca.
Días después de ocurrida la agresión, el imputado fue trasladado a la sede judicial para que prestara declaración indagatoria, pero se abstuvo. Sin embargo, en octubre último pidió declarar ante el juez y expresó que no recordaba qué era lo que había ocurrido, porque sufría de “lagunas mentales”.
Tarde de regalos
Era la tarde del martes y el fin de semana había sido la celebración de Pascuas. Don Ibarra festejaba su cumpleaños y ese día también tenía huevos de Pascuas para regalar a los chicos del barrio. El hombre era una persona muy querida, al punto que era habitual que los niños fueran a su casa a buscar frutas de los árboles.
En una entrevista que tuvo PRIMERA EDICIÓN con Isabel, la madre de los pequeños, relató que cada vez que Sebastián veía que el hombre llegaba al barrio salía a recibirlo y le abría el portón. Por eso sorprendió a todos lo sucedido.
El drama se desencadenó a partir de las 18, pero todo había comenzado al mediodía.
“Festejaba su cumpleaños y había invitado a sus hermanos, cuatro de mis hijos y otros vecinos a compartir con él un asado. Inclusive compró huevos de Pascua para regalar a los chicos”, había contado Isabel.
“Según me contaron mis hijos, el señor sacó un rifle y quería jugar a la puntería con mi hijo de 14. Como él no quiso, el vecino se enojó, agarró un machete y los empezó a correr a todos. Mis hijos no corrieron porque le tenían confianza y pensaron que él estaba jugando”, dijo la madre todavía sorprendida.
El de ocho años le contó a Isabel que quiso correr, pero sintió un escalofrío y se paralizó. Después se vio en el suelo con la vista nublada. Atinó a querer agarrar a su hermanito de cinco y en ese momento recibió un planazo con el machete que le dio en el cuello. Después de esto vio como el hermanito “voló” hacia una moto. “Don Ibarra ya le había dado el machetazo en la cabeza”, lamentó.
En ese momento observó cómo brotaba la sangre de su hermano. Cuando le iba dar otro machetazo, el de 14 años lo agarró desde la muñeca al hombre y lo tumbó. El de ocho agarró a su hermano y salieron a correr.
“Yo me estaba bañando para llevar a mi hijo de 11 al hospital. Apenas salí del baño escuché un llanto desesperante. Le grité a mi primo que estaba afuera que se fije qué había pasado y en eso oí un llanto mucho más feo todavía ‘¡Mamá!’, me decían. Me puse la primera ropa que encontré y salí corriendo a la calle. Él (Sebastián), llegó hasta mí ya sin fuerza. Nunca llegó a quedar inconsciente. Aguantó hasta que llegamos acá a Posadas”, dijo acongojada la madre.
Posteriormente dijo haber escuchado que “Don Ibarra” le mencionó a sus allegados que quería que se fueran porque estaba cansado. “Al menos me hubiera avisado a mí. No tenía por qué hacer algo así”, reflexionó la madre.