Una jueza de Familia de Rosario otorgó la adopción plena de una niña a una mujer soltera que falleció en 2016, tras haber iniciado los trámites de guarda preadoptiva.
La niña nació en Misiones, en Oberá, y desde bebé construyó su vida familiar con la mujer y con una hermana mayor también adoptada. De ahora en más, la pequeña obereña llevará el apellido de quien fuera su madre de crianza. Se trata de una resolución judicial sin antecedentes y una situación que no está contemplada en el Código Civil y Comercial. Ambas niñas quedaron bajo custodia de una familia solidaria de la Subsecretaría de Niñez Adolescencia y Familia de Santa Fe.
Según lo publicado por el medio La Capital, la niña (identificada con las siglas G.T.) con apenas un mes de haber nacido quedó en manos de una mujer rosarina soltera en 2009, quien decidió adoptarla y formalizó el trámite en un juzgado Civil y Comercial de Misiones. En el expediente se dejó constancia de la guarda provisoria en diciembre de ese año.
Fue la jueza Teresa del Carmen Hedman quien autorizó que la madre y la beba viajaran para residir en Rosario. Esa condición fue renovada en tres oportunidades: marzo, octubre y diciembre de 2010. El siguiente pasó se dio en marzo de 2016 cuando la jueza convirtió la guarda provisoria en preadoptiva.
Sin embargo la desgracia se cruzó en la vida de Laura luego de seis años de convivencia con sus dos hijas adoptivas, la mayor hoy adolescente. El 27 de septiembre, trece días después del vencimiento del ultimo plazo de la guarda, la mujer falleció por una larga enfermedad. Como consecuencia de ello, la niña nacida en Oberá, que en ese momento tenía 7 años, “vio frustrada la posibilidad de ser adoptada por la persona que la cuidó, veló por su bienestar y, sobre todo, le brindó amor incondicional” según consta en el fallo que se conoció ayer en Tribunales.
Fue así que el destino de las niñas quedó bajo la evaluación del jueza Valeria Vittori, del Tribunal Colegiado de Familia 7, la cual aseguró que “el escenario resulta dramático para la niña, por las vicisitudes propias de la vida, sin lugar a dudas como sujeto merecedor de protección, amerita una respuesta jurisdiccional que reconozca su derecho a ser oída, a la identidad, el derecho hereditario y a vivir en familia”.
La jueza citó como claves en el caso el trámite que inició la mujer fallecida y las evaluaciones positivas de la jueza misionera. Según las averiguaciones, la niña tuvo su centro de vida en familia con la pretensa adoptante y su hermana “en forma estable e ininterrumpida. Años de convivencia al resguardo y protección de la señora, e interacción fraterna con la hermana”.
La funcionaria también tuvo en cuenta todos los informes de las trabajadoras sociales de Niñez, de los asistentes del Poder Judicial y de los psicólogos, quienes consideraron que la niña está escolarizada; en buen estado de salud; integrada a una vida social; es alegre y extrovertida.
Luego del minucioso análisis, la jueza Vittori ordenó otorgar la “adopción pos mórtem monoparental” al tener “el convencimiento profundo de que la niña debe ser reconocida como hija de quien en vida fue su guardadora, siendo esta decisión la que resulta la mejor manera de respetar su interés superior”.