Varios años después, Sebastián Méndez Brandt (16) volvió a demostrarle a la ciencia que no siempre tiene la razón. Aunque nació con hipotonía, una patología que afecta la formación muscular y provoca secuelas de por vida, nunca bajó los brazos. La natación le permitió dejar atrás ese pasado. Le abrió puertas. Y mucho más de lo que hubiera imaginado cualquier profesional que lo diagnosticó durante su infancia.
Hoy Seba es uno más. O en todo caso, no es uno más. ¿Por qué? Porque desde este martes se transformó oficialmente en el único representante de la natación misionera que peleará por un lugar en Senegal, en los Juegos Olímpicos de la Juventud Dakar 2022. La convocatoria se hizo papel el martes a la mañana y desató el festejo en sus dos casas: en la que vive y en el CAPRI, donde entrena desde hace ya varios años.
“Ser el único de Misiones en esta selección nacional es una gran responsabilidad, tengo que dejar bien parada a la natación de la provincia. Mi sueño ahora es poder clasificarme, estar en Dakar 2022. De lograrlo, será una locura, más que suficiente”, le dijo Seba a EL DEPORTIVO, apenas horas después de recibir la buena noticia.
Un antes y un después
El quiebre en la carrera deportiva de Seba fue en julio del año pasado, en el Nacional de Cadetes de Santa Fe. En ese torneo, por primera vez, se subió a un podio argentino. Y no una, ni dos, ni tres veces. Fueron cuatro las medallas de plata que se trajo a casa.
“Ese Nacional marcó un antes y un después. Cuando gané esas medallas, nadie me conocía. Me acuerdo que estábamos en la serie final y todos preguntaban quién era yo”, recuerda con emoción el especialista en pecho. Desde ese momento, los entrenadores nacionales pusieron la lupa sobre el misionero.
Desde ese entonces, Seba comenzó a entrenar más duro, a cuidarse en las comidas y a administrar mejor el tiempo de descanso. Algunos rumores había, aunque nada confirmado. “Hace una semana, el ‘Colo’ me dijo que había posibilidades de entrar en el núcleo duro”, cuenta Méndez Brandt. El “Colo” no es otro que Gustavo Breitenbruch, el legendario profe del club CAPRI posadeño. Y el “núcleo duro” al que hace referencia Seba es el grupo de elite que comenzará a ser evaluado de cara a Dakar.
La buena noticia terminó de confirmarse el martes por la mañana. La ansiedad llevó al nadador a preguntarle a su entrenador si había novedades. “No hay nada”, recibió como respuesta. Como todos los días, Seba comenzó a alistarse para ir al agua. Hasta que el llamado de Breitenbruch le cortó la rutina: “Quiero felicitar a Seba, que fue convocado para la Selección Nacional rumbo a Dakar 2022”.
“Cuando vi que decía mi nombre, empecé a saltar de la emoción. Fue un shock, ser el que representa a Misiones es muy fuerte, sobre todo después de lo que se viene haciendo en la natación misionera. Gonzalo Acuña y Lisandro Monzón dejaron la vara muy alta. Los dos son ídolos y me gustaría ser como ellos algún día”, se ilusiona Seba.
Méndez Brandt deberá presentarse del 18 al 25 de febrero en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard), en Buenos Aires. Esa es la primera de varias concentraciones en las que estarán los 24 nadadores de todo el país que formarán parte de la carrera hacia Dakar. El sueño olímpico no será fácil y no son muchos los que lograrán la clasificación, pero Seba está listo para dar pelea. Como hizo siempre. Desde que nació. Ya es algo cotidiano.
“Nunca me imaginé poder llegar a esto. Yo siempre decía que, con ganar una medalla en los Juegos Evita, ya estaba hecho. Y seguí entrenando, comenzaron a subir mis expectativas y llegué a esto. Estoy muy contento”, se sincera.
La historia de superación de Seba, propia de una película, fue retratada por PRIMERA EDICIÓN el 6 de marzo de 2016. En aquella primera nota y con sólo 12 años, el propio nadador explicó un poco más sobre esa primera lucha. “Se llama hipotonía y sucede por problemas de parto. Cuando salís, te falta aire y tenés poca musculación, y eso te puede complicar, dejarte secuelas de por vida”, dijo en aquel momento. Liliana, su madre, recuerda hoy con emoción aquel diagnóstico, que ya quedó atrás. “Tenía que sostenerlo porque le costaba mantenerse en pie”, cuenta, como parte del pasado. Hoy Seba es otro. De aquella patología, no quedaron ni rastros.
“No me gusta que me digan que soy ejemplo ni esas cosas. Muchas veces mis compañeros más chicos me piden consejos a la hora de nadar. Yo me pongo un poco nervioso. Lo único que les digo es que no hace falta medir 1,80 para hacer natación. Sí es importante sentir este deporte como un estilo de vida”, responde Seba, sin poder dejar de sonreír y a punto de emprender una nueva lucha, ahora por el sueño olímpico. Cómo no hacerlo, si eso aprendió desde que nació. El único que pierde es el que baja los brazos.