Qué de bueno puede haber en dejar que material útil e imprescindible para la educación termine casi descartado, arruinado por la falta de uso. Conforme avanzan las semanas, el descalabro que fue la gestión anterior va quedando al descubierto.
Fue igual en 2015, pero la historia reciente, esa que se autodefinía como de excelencia en la práctica política, comienza a palidecer a la sombra de los datos.
Dólares ocultos en cajones, contratos directos, favores a empresas familiares, el macrismo no quedó muy distante de eso mismo que criticaba. A cada semana surgen nuevas informaciones que lo dejan al descubierto.
Ahora fueron las 100.000 computadoras abandonadas en un depósito del Correo Argentino. A propósito el ministro de Educación, Nicolás Trotta, aseguró que muchas de las netbooks encontradas tenían “las baterías sulfatadas”.
Según sostuvo, “de ser posible”, se realizará una “reactualización de los elementos tecnológicos para sumarlos a los distintos planes” que se llevan adelante en la cartera que dirige.
Más temprano, el exministro de Educación Alejandro Finocchiaro había rechazado las acusaciones contra su gestión tras el hallazgo de las netbooks y aseguró que “debían llegar a las escuelas este año”, es decir años después de su adquisición y con componentes arruinados.
“No hubo ninguna detección de netbooks fruto de una investigación de la SIGEN. Simplemente, verificaron la existencia de material tecnológico en el depósito de la empresa encargada de la logística”, sostuvo el exfuncionario nacional buscando salir del blanco de las acusaciones, como si no haberles facilitado el aprendizaje a 100.000 chicos no fuera una irregularidad.
Conforme pase el tiempo las semanas dirán cuán a fondo fue el macrismo en su derrotero de contradicciones y errores forzados y no forzados, pero a la luz de lo que se sabe en poco tiempo, deuda incluida, la realidad se presenta lamentable.