El canto de los pájaros le pone una música en forma permanente al predio, donde en las distintas jaulas las especies descansan entre los pastos, escondiéndose ante la presencia de los humanos, mientras que otras se acercan a curiosear al alambrado. Son cerca de 100 animales los que se encuentran actualmente en el Parque Ecológico El Puma, rescatados -en su mayoría- del tráfico ilegal o cuando eran tenidas como mascotas, de los cuales muchos nunca podrán volver al lugar desde donde fueron arrancados.
“Esta es una época en la que hay muchos animales juveniles en el parque porque recién está terminando la época de reproducción primavera-verano, es el momento en que mayor cantidad de extracción hay de la naturaleza de ejemplares para el tráfico ilegal. Entonces llegan muchos animales juveniles que nosotros terminamos de ayudarlos en el crecimiento y después se los liberan”, explicó Duniet Marrero, biólogo e integrante de El Puma.
Cuando llegan los animales “hay que alimentarlos con leche mediante mamaderas, pero después poco a poco ellos se van arreglando, se van moldeando el carácter. El tráfico ilegal busca la época de reproducción y lo más triste es que cada cría que se extrae de la naturaleza significa que mataron a la madre, al padre o a ambos. No es que los operativos sean más intensos sino que hay más decomisos de este tipo de animales pequeños que los sacan para venderlos. Nadie va a comprar, por ejemplo, un mono adulto agresivo, sino cuando es un bebé indefenso, lo mismo que un ave, un pichón que supuestamente la gente después los domestica”, señaló Marrero, quien es cubano, oriundo de Santa Clara, provincia de Villa Clara.
No aptos para liberarlos
Más adelante contó que “un centenar de animales forman parte de la muestra permanente porque hay muchos que no pueden ser liberados ya que biológicamente o por temas de salud no están aptos para sobrevivir en lo que sería la naturaleza. Es el caso, por ejemplo, de los loros, actualmente tenemos cinco loros que todos proceden del mascotismo entonces son loros que en la naturaleza generan un problema porque a ellos no sólo les cuesta volar, buscar su propio alimento, sino también porque tienen impronta, es decir que toman costumbres de la convivencia con los seres humanos que no existen en las poblaciones salvajes”.
El biólogo apuntó además otro dato importante y es que “liberar esos animales en la naturaleza -que proceden del mascotismo- es generar algún tipo de problema. Hay que tener en cuenta también que los controles sanitarios son importantes porque en el contacto con las personas y animales domésticos puede que hayan adquirido enfermedades que no existen en el monte, entonces eso también hay que tener muy presente. Hay especies que quedarán acá definitivamente por la incapacidad de poder liberarse con una actitud que sea puramente salvaje”.
“Uno de nuestros deseos es poder contar con una infraestructura de entrenamiento para vuelo de aves, que es similar a un túnel para que ellos vayan y vengan. Es importante porque en la medida que van creciendo sus músculos se fortalecen con el entrenamiento para poder volar grandes distancias y desarrollarse libremente”, comentó.
Concepto erróneo
“Los adultos tenemos más metido el concepto de zoológico, jaulas casi peladas con los animales para exposición. Los chicos en cambio entienden mejor al concepto de preservación”, describió Marrero.
A mejorar
Al construirse la autovía de la ruta 12 quitaron los carteles que identificaban el ingreso a El Puma, próximo al arroyo Garupá, por lo que se hace difícil encontrarlo. Funciona de 9 a 18, el costo es de 20 pesos por adultos.
“Lechu”
Está hace unos tres meses y es un juvenil, pasando a la edad adulta. Empezará a entrenar para cazar.
“Juancito”
Hay dos venaditos, uno cocan y otro pardo. Llegaron de bebé y ya les están saliendo las astitas.
Inquietos
Los zorritos comen ratas y otros pequeños mamíferos del bioterio de El Puma para que aprendan a cazar.
Símbolo provincial
Los tucanes también están en etapa de rehabilitación para volver a su entorno natural.
Carpinchos
Sólo les dan los cuidados necesarios para que sobrevivan porque tampoco los pueden sobredomesticar.