
Esta es una verdadera historia sobre ruedas que recorrió y aún recorre con mucha alegría, encanto y emoción todo el litoral argentino, de Entre Ríos a Misiones, pero con el agregado de que se trata de un tren que no utiliza rieles.
Jorge Saudejaud nació en Concordia (Entre Ríos), allá por la década del 60 y es de profesión ferroviario. A fines de los 80 recaló en Misiones para ocupar el cargo de Encargado de Telecomunicaciones de la Zona Norte, la cual abarcaba desde Encarnación, Paraguay, pasando por Posadas, lugar de la base operativa de Jorge, Miguel Lanús, Garupá, Parada Leis, Pindapoy, Apóstoles, Virasoro, hasta Santo Tomé, estos dos últimos en Corrientes.
Allí Jorge trabajó durante varios años hasta que inexorablemente el tren en la Argentina comenzó a “desaparecer” y en el año 1999 dejó de tener relación con la empresa ferroviaria nacional, pero este entrerriano de nacimiento había echado raíces en Misiones y de aquí no se iba a mover.
Así, tras quedarse fuera del mundo ferroviario, los suegros de Jorge le volvieron a insistir con una idea que ya tenía pensada muchos años antes, pero que volvió a tomar forma y fuerza una vez más en su cabeza, tras escuchar estas palabras: “En Posadas hay muy pocos entretenimientos para chicos, más allá de los peloteros y algunas plazas. ¿Porque no hacés un trencito de paseo para los niños? A sabiendas de que yo era ferroviario y mis familiares también y siempre consciente o inconscientemente hubo trenes en mi cabeza, volvieron a insistir”, recordó Jorge a PRIMERA EDICIÓN.
“Creo que ahí comenzó a tomar fuerza nuevamente la idea de armar un tren para niños y sacarlos a pasear en Posadas. Así que me puse manos a la obra y traje en un camión pedazos de una locomotora que conseguí en Concepción del Uruguay, en el año 2000”.
Saudejaud logró rearmar la locomotora traída de Entre Ríos y le sumó un vagón, el cual concluyó su construcción también Posadas.
“La locomotora se construyó en su totalidad tomando como copia un jeep. Cuando digo un jeep me refiero a la mecánica, para hacer andar a la locomotora, que ya tenía una forma muy artesanal e histórica. Luego con el tiempo logré cambiarle el motor y le puse el de un Ford 188”, reseñó Jorge.
A lo que este ex empleado ferroviario agregó: “El vagón también lo traje por partes de Entre Ríos y lo fuimos armando acá. Todo lo fabricado y colocado acá fue hecho por nosotros, hasta los detalles más mínimos. Digo nosotros y me refiero a mi familia. Hicimos muchas modificaciones en el vagón para que pudiera quedar en óptimas condiciones. Trabajamos casi un año en un galpón de la calle San Juan para que quede a punto”.
Casi dos décadas ya…
Así en 2001 comenzaría a dar sus primeros pasos el trencito para niños “Chucu-Chucu”, el cual inclusive recibió la habilitación municipal de manos del por entonces intendente Juan Manuel Irrazábal.
“El recorrido inaugural o bautismal, como lo quieras llamar, fue en el tramo de la avenida recién habilitada por ese entonces que iba desde la avenida Roca hasta la rotonda del monumento al Papa Juan Pablo II”, recordó el maquinista del Chucu-Chucu.
Luego comentó que “rápidamente esto dejó de ser un hobby para mí y se convirtió en una fuente de trabajo, en un medio de vida. Desde su primer viaje el trencito siempre tuvo buena aceptación entre grandes y chicos. Luego llegaron empresas que se sumaron con publicidad itinerante y eso también fue otra entrada de dinero, además de los boletos de los pasajeros”.
Jorge con 55 años tiene en Posadas esposa y tres hijos Felipe (de 2 años), Dana (7) y Ainara (14), que se muestran felices y orgullosos de ser los hijos del único maquinista de tren para niños que existe en Misiones.
El “protagonista” es el trencito
“Uno comienza con un proyecto, pero nunca sabe hasta dónde va a llegar. Hoy ya pasaron 19 años desde aquel día en que el tren comenzó a viajar. Es más tengo que reconocer que el trencito es el verdadero ‘protagonista’, yo me bajo de conducir y nadie me conoce. Pero si alguien dice el ‘trencito de la costanera’, lo conocen en toda la provincia e inclusive en otras provincias y en el Paraguay. ¿Qué niño posadeño no viajó en el trencito?”, reconoció con un dejo de orgullo y emoción.
También apuntó que “se me dibuja una sonrisa, cada vez que veo a la gente que se sube al tren y va cantando, saludando durante el viaje; y ahí creo que soy realmente feliz”.
Por último Jorge resaltó que “tengo que agradecer a todo Posadas, porque el trencito es parte de los posadeños. El agradecimiento lo tengo que hacer extensivo a mecánicos, chapistas, torneros, repuesteros, muchos de ellos colaboraron para que el trencito siga andando por calles y avenidas de Posadas. Agradecido por ser parte de esta hermosa ciudad que me adoptó como a uno de sus hijos pródigos, el cual lleva alegría a grandes y chicos en un tren que no necesita rieles para poder viajar”.