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La mayoría de sus familiares y vecinos atravesó la ruta provincial 17 a pie. La acompañaron al cementerio para ofrendarle un puñado de tierra sobre su cajón, casi sin flores, casi sin dinero para comprarlas. La misma pobreza que conoció durante cuarenta años, fue la ofrendada ayer en su entierro.
Sonia Fátima Cerpa fue despedida durante la mañana de ayer en Dos Hermanas, un paraje a diez kilómetros de Bernardo de Irigoyen que continúa aturdido y temeroso porque por los pinares, montes y chacras que lo rodean anda suelto un femicida, que le propinó tantos puntazos y golpes a esta madre de tres niños, que del primer análisis de la autopsia aún no se desentrañó cuál fue la puñalada letal.
PRIMERA EDICIÓN estuvo presente en las exequias de Cerpa (40) y dialogó con el entorno próximo de la primera víctima de femicidio en Misiones este año (durante el 2019 fueron ocho los casos) y pudo palpar el miedo y conmoción que late en la zona porque el sospechoso está suelto y sin rumbo.
Miguelina Cerpa tiene 32 años y es una de las tres mujeres hermanas de Sonia, los varones son once. La definió como “una muchacha humilde, colaboradora, estaba siempre para ayudar a sus niños y los de sus vecinos. Todos la querían, no es invento mío, mi familia, amigos, conocidos, todos se acercaban a ella para pedirle colaboración”.
Tras el entierro también aclaró que “Sonia no se merecía, ni nadie, atravesar por esto. No hay injusticia que pueda cometerse para merecer lo que le hicieron. Vivía pendiente de sus niños, no salía, no iba a bailes, todo su tiempo estaba dedicado a sus tres hijos. Sólo salía de su casa para ir a visitar a María, nuestra madre y para las actividades solidarias”.
“Cuando se fue convivir con este hombre hace dos meses, ya no supimos nada porque él no la dejaba visitar a nadie y tampoco que nosotros la fuéramos a ver. Cuando volvió con su esposo sentimos alivio, calma, porque teníamos miedo por las nenitas (3 y 7 años), que las atacara, que abusara de ellas, era un hombre muy raro. Es más, lo que hizo fue tan terrible que nunca lo imaginamos, no pensamos que fuera capaz de matar a Sonia y menos de esa manera”.
“Pedimos justicia, la suficiente para que ninguna otra mujer sufra esto. Sonia era feliz ayudando a los pobres como ella, nunca tuvo posibilidad de aprender a leer y escribir, sólo supo cuidar de su familia, de su casa”.
“Amasaba pan para que cincuenta chicos tomen la merienda todos los días. Colaboraba sin importarle nada de política, ni siquiera por religión, lo hacía por su corazón noble”.
Una de ellas señaló quien fue el autor de las, al menos, 19 heridas de arma blanca, que los forenses estudian con mayor profundidad para determinar cuál fue la puñalada letal.
Le desgarraron el cuello, le rompieron la tráquea, le perforaron un pulmón, las piernas, el abdomen y lesionaron la cabeza en varios puntos. “Ensañamiento pocas veces visto”, destacó una fuente consultada. La misma voz aseguró que no fue violada.
Ayer los once hermanos de Sonia rezaron los últimos diez Ave María sobre su cajón y retomaron su participación en la búsqueda de “El Cuerero”, Valdir Prestes Barbosa (34), aseguraron que lo encontrarán para que sea juzgado, pero recalcaron que la sensación que los atraganta es una mezcla con violencia.
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