Apenas terminó el colegio secundario, Rodrigo Maidana (21) viajó a Buenos Aires detrás de su sueño: ser árbitro de primera división del fútbol argentino e internacional. Nunca jugó al fútbol, pero seguía de cerca los movimientos de su padre, Ricardo Genaro Maidana, cuando desempeñaba ese rol en los torneos federales. Fue ahí donde nació su pasión por el referato. “Para mí ser árbitro es un trabajo. A los 13, hice el curso en Misiones pero no pude ejercer debido a mi corta edad. Hace tres años vine a Buenos Aires para incorporarme a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Tengo el sueño de cobrar en primera división y de ser internacional”.
Cuando terminó de cursar en la Escuela Normal Superior N° 13, tuvo que decidir qué hacer con su vida. Comunicó a sus padres, Ricardo y Miriam Vargas, ambos docentes, que quería ser árbitro en las ligas mayores. Papá lo apoyó en su decisión. “Me dijo que si era mi decisión, que lo hiciera, que siguiera adelante. Siempre fue mi intención venir a Buenos Aires, seguir la carrera y cumplir mi sueño”.
Ya en la gran urbe, comenzó a cursar la Licenciatura en Kinesiología y Fisiatría en la Universidad Nacional de Hurlingham e inició el curso de árbitro en el Sindicato de Árbitros de la República Argentina (SADRA). Eso le permitió ser árbitro provincial y empezar a cobrar en las ligas del Gran Buenos Aires. Estuvo tres años, hasta que decidió dar el gran paso: este año comenzará a cursar la carrera de árbitro en la Asociación Argentina de Árbitros (AAA). “Ahí voy a comenzar a cobrar en los torneos oficiales de la AFA, pero en las divisiones inferiores, quinta o sexta categoría, pero dentro de los torneos oficiales de la AFA y de lo que hoy es la superliga”, contó el joven, entusiasmado, al tiempo que enumeró sus futuros pasos. “Como tengo cursos y estuve cobrando en los torneos regionales de la provincia de Buenos Aires, entro al segundo año. Ahora voy a comenzar en la escuela de árbitros. Me van a designar partidos de las categorías inferiores. Una vez que termino el curso firmo el contrato”, manifestó.
Es curiosa la pasión de Rodrigo Maidana para arbitrar el fútbol. “Nunca jugué al fútbol, no me gusta pero sí ver los partidos. Siempre practiqué vóleibol, que me gustó más. Pero mi pasión por el referato surgió porque desde muy chico acompañé a mi papá, que era árbitro -y profesor de educación física- y cobró partidos en los torneos federales de Misiones. Los domingos, por lo general, era ir a las canchas a verlo cobrar. Eso me dejó marcado. Para mí el referato del fútbol es como un trabajo que lo viví con mi papá. Al referato, no lo veo como un deporte, sino como un trabajo, y me gusta eso. Sé que es ingrato porque el público no tiene medidas en decirle las cosas al árbitro del partido. Pero a mí me gusta la presencia y la imagen del árbitro en la cancha imponiendo las reglas del juego”, señaló el joven.
Luego fue un poco más detallista en la función que cumple un árbitro. “Debe ser una persona prolija,con estética correcta, que haga cumplir las leyes, en este caso las del fútbol, adentro de la cancha. Me dediqué porque a los trece años hice el curso de árbitro, pero no me pude dedicar a eso porque no me daba la edad”, recordó. Desde chico, “seguí a mi papá en las canchas, primero cuando él jugaba al fútbol y después como réferi. Me quedó marcada la imagen de él como árbitro.
Él tuvo la oportunidad de dirigir los torneos Federal C y B y el torneo del interior en Misiones y en otras provincias, con públicos muy complicados. Hasta ahora le reconocen por su trabajo en distintas ligas de Misiones”.
Cuando “mi padre vio que me gustaba el arbitraje, me dio todo su apoyo. Siempre tuve la intención de ir a estudiar en Buenos Aires para poder dedicarme al arbitraje. Estar en esta ciudad me da la posibilidad de llegar al fútbol grande de Argentina y mi sueño es ser árbitro de primera, y ser internacional”.
Sostuvo que siempre hay anécdotas en una cancha de fútbol. “Uno no puede esconder las palabrotas con que le insultan a un árbitro, pero tiene que aprender a superarlos. Una anécdota que me dejó marcado fue en una liga del interior del Gran Buenos Aires y fue cuando debuté como árbitro principal. Estaba designado para una fecha en la Liga de la Ciudad de Mercedes, en Buenos Aires. Me tocaba cobrar un partido como árbitro principal. Se jugaban tres partidos en una misma cancha y éramos tres ternas. No sé todavía por qué, pero me tocó cobrar el último partido de la fecha. Resulta que era un clásico. Tenía 19 años y era mi debut como árbitro principal de un partido. Ese partido era el más importante y se jugaba con mucho público y la violencia no estuvo ajena adentro de la cancha”, confió. Al continuar su relato agregó que el partido “se me estaba escapando de las manos y ya había expulsado a un jugador. Un defensor le dio un codazo al delantero delante mío. El jugador se me vino encima y me dijo de todo, no me tocó, pero estuvo cerquita de hacerlo.
Reanudo el juego y el técnico del equipo que iba ganando, le gritó de todo a mi asistente. Interrumpo el juego, le hablo con un tono fuerte para que deje de hablarle, y de esa manera, a mi asistente. Él me contestó y lo expulsé, porque así dice el reglamento. Ese día tuve que expulsar a otros dos jugadores. Fueron tres jugadores y el técnico”. En un momento del partido, ya cerca del final, “me acerqué al banco de suplentes y escuché que las hinchadas nos gritaban de todo. Por el interlocutor le digo a mi asistente, que estaba cobrando de ese lado: qué calidad de público tenemos hoy. Miro para observar quiénes eran los que nos gritaban y nos puteaban, y eran niños y mujeres. Incluso había una señora con una criatura pequeña en brazos que era la que más insultaba. Me dejó helado lo que vi ese día. Fue mi primer partido como principal, y con un público enfervorizado”, expresó.
Rodrigo aseguró que tiene muchas anécdotas como éstas, pero que eso no le quita las ganas de seguir adelante con su pasión. “Tenemos experiencias similares en cada partido que cobramos. En ese tipo de ligas y de partidos, tenés que tener huevos para cobrar, por eso hay que reconocer a los árbitros que cobran en esos lugares. Pero a mí no me sacan las ganas de ser árbitro y tengo decidido en seguir adelante con mi sueño que es llegar a lo más alto del arbitraje en la Argentina”. Como si fuera poco, “tengo como referencia a mi papá, que es mi modelo a seguir. Tengo la suerte de conocer a Néstor Pitana y quiero seguir sus pasos en el arbitraje. Para mí es el mejor”.