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“Historias de sobrevivientes hay muchas y no pensé que un día me iba a convertir en una”, contó a PRIMERA EDICIÓN Laura Fernández, diagnosticada con cáncer de mama, lo cual causó, de la noche a la mañana, un giro de 180 grados en su vida.
El año pasado, mientras amamantaba a su bebé, notó que algo no estaba bien en uno de sus pechos y fue a la consulta. Tras varios estudios, llegó el diagnóstico. Con la noticia, de por sí dura de aceptar, también ocurrió la ruptura con su pareja, tras ocho años de convivencia e hijos en común.
Laura siempre había sido ama de casa y de golpe se quedó sin ingresos. Hasta lograr que la Justicia de Familia intervenga y dictamine el pago de alimentos, ella contó que sólo pudo pasar lo peor de las mastectomías gracias a la ayuda incondicional de su familia y de la solidaridad de muchas personas que se acercaron al ver su difícil situación.
“Creía que era normal ser maltratada e incluso traicionada, aguanté actos de violencia física y abandono en medio de una lucha que es muy dura. Creo que me volví fuerte el día que mi hijo de siete años, al verme la cabeza rapada, me dijo: ‘Sos una princesa’. Por ellos no bajé los brazos”, aseguró entre lágrimas.
Como si todo estuviera “escrito por la mano invisible de Dios, el camino de lucha me fue llevando a personas que me cuidaron, protegieron y ahora, inclusive, me están dando un futuro”, relató la mujer.
“Gracias a la campaña de salud estética oncológica (que publicó este Diario) me contacté con Nadia Silvero para aprender a cuidarme la piel de los efectos de la quimio, pero ella, al conocer mi historia, me quiso dejar además un legado y me está capacitando en estética general”.
“Estoy haciendo algo que me dio entusiasmo y empuje, porque cuando vuelva a mi pueblo, sé que voy a poder trabajar, salir adelante, sobrevivir”, concluyó Laura su emotivo mensaje.