Agustín Coronel (21) está viviendo su sueño junto al fútbol. De jugar en el Almagro posadeño pasó a defender los colores del Solduno FC de la tercera suiza, en el medio de una aventura por el Viejo Continente que lo llevó a enfrentar en la cancha a pesos pesados como Quagliarella o Kevin-Prince Boateng.
Sin embargo, como en toda peripecia, no todo suele ser color de rosa. El destino quiso que Agustín se vea envuelto en una realidad difícil de prever hasta algunas semanas atrás: Locarno, la ciudad en la que vive, está a diez kilómetros de la frontera con el norte de Italia, una de las zonas rojas a nivel mundial en el marco de la pandemia de coronavirus.
Esa experiencia en el ojo de la tormenta es la que Coronel compartió con EL DEPORTIVO. “La situación es grave, la gente acá está muy asustada”, confió a este suple respecto a la situación sanitaria de la zona, en la que el tránsito diario por la frontera es cotidiano.
A la distancia, el player posadeño relató además cómo fue su carrera desde el posadeño barrio de Miguel Lanús hasta Europa, con pasos por Guaraní, La Picada, Arsenal de Sarandí y el Real Vicenza de Italia, entre otros. Una historia de película que, por estas horas, tiene mucho de suspenso.
Agustín, ¿cómo arrancaste con el fútbol?
Yo soy del barrio Miguel Lanús de Posadas y como cerca de mi casa había una cancha, comencé ahí con la pelota. A los 4 años empecé a jugar en Almagro, entrenábamos en la cancha del Campus de la Universidad Nacional de Misiones. Después pasé a Guaraní Antonio Franco, donde jugué desde los 6 hasta los 12 años. Y luego estuve un año en La Picada, donde me dirigió Chumpi Benítez.
Después llegó la posibilidad en Arsenal de Sarandí…
En realidad, primero Patito Brítez me llevó a probar a Independiente. Me dijeron que había quedado y que en algunos meses tenía que irme a vivir a la pensión del club. Y bueno, cuando llegué allá, hubo cambios en la dirigencia y tuve que hacer todas las pruebas de nuevo. Mis viejos y hermanos tuvieron que viajar a Buenos Aires y alquilar por tres meses hasta que se resolviera mi situación. Ellos no se podían quedar mucho tiempo. Por suerte, al poco tiempo me consiguieron una prueba en Arsenal. Fui dos días y quedé.
¿Pudiste afianzarte en Arsenal? ¿Cómo fue esa experiencia?
Viví cuatro años en la pensión del Arse. A los 17 años me subieron a reserva, hasta que un día el “Huevo” Rondina (actual DT de la Primera del club) me subió al plantel superior. Llegué a jugar amistosos con el primer equipo, pero después me cedieron a préstamo a un equipo de La Pampa. Cuando cumplí seis meses allá, volví a Arsenal y me rescindieron el contrato.
¿Y cómo surgió la chance de ir a Europa?
Bien, había quedado como jugador libre y fue entonces que David González, mi representante, logró llevarme a una prueba en Italia. Durante 15 días estuve en una pretemporada de verano con el Real Vicenza, con el que llegué a jugar varios amistosos con equipos de la Serie A como la Fiorentina, Cagliari, Sassuolo y Sampdoria.
¿Te cruzaste con jugadores conocidos? ¿Cómo fue jugar a ese nivel?
Sí sí, jugué con varios jugadores importantes a nivel mundial. Ahí me enfrenté con Jeison Murillo, jugador de la Sampdoria y de la Selección de Colombia; Gonzalo Maroni, exjugador de Boca Juniors y de la Selección Argentina Sub-20; Gastón Ramírez, de la Sampdoria y de la Selección de Uruguay; Fabio Quagliarella, que jugó en la Juventus, Napoli, Torino y la Selección de Italia, entre otros; y Kevin-Prince Boateng, quien fue compañero de Lionel Messi en el Barcelona y además jugó en el Milan, Sassuolo, Fiorentina y otros tantos equipos. Fue algo único. Y el nivel no es imposible, con preparación todo se puede. Estoy agradecido a Dios por lo que viví y vivo cada día.
Italia no fue tu destino final…
No, sucedió que cuando me estaba probando en el Real Vicenza, un equipo de la Tercera División de Suiza me vio y se interesó en mí. Nos juntamos con ese club, llegamos a un acuerdo y viajé a Suiza. Así me sumé y ahora soy jugador del FC Solduno.
¿Cómo es el club? ¿Y la ciudad donde vivís?
El FC Solduno es un club modesto. Está ubicado en la ciudad de Locarno, en Ticino. Es una ciudad muy linda, tranquila, con buena gente. Suiza es un país muy organizado, donde la forma de vivir, esa organización y la educación te sorprenden. Es muy diferente a la Argentina, pero igualmente a mi país no lo cambio por nada (se ríe).
¿Cómo lidiás día a día con las costumbres y el idioma?
Acá estoy muy cerca de la frontera con Italia. Esto es la Suiza italiana, así que se habla italiano. Lo llevo bien, porque todo el tiempo estoy con compañeros y dirigentes, así que eso te lleva a hablar y entender el idioma aún más rápido. Y bueno, con respecto a la Argentina tenemos cinco horas de diferencia, así que por esa cuestión del horario es que hay veces en las que no puedo hablar mucho con la familia y mis amigos en Misiones. La cultura es linda, son muy responsables, estudian y arrancan desde muy temprano. La gente va a sus trabajos y universidades, y a eso de las 20 ya no queda nadie en las calles.
Como buen misionero, el mate no se abandona…
Al mate dámelo siempre. Cuando voy caminando por la calle, la gente me mira extraño porque no conocen el mate. Y te cuento una anécdota: un día estaba en un lago, cerca de mi departamento, tomando mates con un compañero y llegó un policía. Pensó que era un pipa o que me estaba drogando (risas) y pensé que me iba a llevar detenido. Por suerte, mi amigo entendía bien el idioma y le explicó que era como un té caliente tradicional de América. No entendió mucho, pero nos dijo que evitemos esas cosas por la calle, por las dudas.
¿Cómo va Solduno en el torneo?
Bueno, vengo jugando de titular desde la segunda fecha del campeonato del año pasado. Juego de extremo o media punta y tengo siete goles en el campeonato, dos de los cuales hice en la Copa. Ahora arrancó la segunda ronda porque, el campeonato es ida y vuelta. Son dos grupos de 14 equipos y los primeros de cada zona ascienden directo, mientras que el mejor tercero juega el repechaje. También jugué tres partido por Copa Suiza, donde quedamos afuera en octavos de final con un equipo de segunda división.
Entonces el máximo objetivo es el ascenso…
Sí, toda la dirigencia y mis compañeros apuntamos al ascenso. El torneo termina en junio y vamos por todo. Hace 10 años que el club no gana nada importante.
¿Surgió al posibilidad de jugar en otro lugar?¿Cuál es tu sueño?
Cuando terminó la primera parte del torneo, tuve propuestas para irme a Macedonia y Bulgaria, pero nada concreto. Mi sueño es jugar en Inglaterra o en la serie A de Italia. Trabajo día a día para cumplirlo. Con la ayuda de Dios más tu sacrificio, todo llega. Sólo hay que estar preparado para recibir lo que viene.
El coronavirus es un tema muy serio, sobre todo en la zona donde vivís… ¿cómo lidian día a día con eso?
Yo lo tomo con mucha prudencia y respeto. La situación es grave y creo que todavía más de lo que se habla en Europa. La gente acá está muy asustada. Eso se siente sobre todo en Italia, que me queda acá muy cerca.
¿Qué medidas se toman en la ciudad para evitar la propagación?
Por lo pronto, las fronteras y los aeropuertos están cerrados hasta nuevo aviso, porque hay muchísimas personas en esta zona que viven en Italia pero trabajan en Suiza, entonces el flujo es constante. Además, las clases también están suspendidas. Y en nuestro caso, desde hace un par de días ya no estamos entrenando y todo está suspendido hasta el 29 de marzo. Acá ya se llevan registradas dos muertes y hay más de 800 personas en cuarentena. Igual es difícil hablar de números, porque todos los días las cifras aumentan más y más.
¿Te asusta toda esta situación?
Sí, claro. En las noticias dicen que el fútbol corre riesgo de suspenderse definitivamente. No sabemos qué va a pasar más adelante si todo sigue así. Por fortuna, el club nos banca todo, pero la verdad es que el futuro sobre lo que va a suceder es incierto.