Diversos comerciantes de la capital provincial comenzaron a cambiar sus hábitos en la atención al cliente, aplicando los mecanismos de emergencia para evitar la propagación del coronavirus que arrasa a nivel mundial.
Por ese motivo, los empleados de varios locales, principalmente relacionados a comestibles, apelaron al uso de barbijos y guantes en la atención.
A su vez, en ciertos lugares, un recepcionista se encarga de rociar alcohol en gel a los consumidores que ingresan al establecimiento.
Una panadería ubicada sobre la avenida Mitre informa con letreros que por la dimensión del espacio solamente está permitido el ingreso de tres personas a la vez. Allí, una trabajadora remarcó a PRIMERA EDICIÓN que, en los últimos días, por el escaso movimiento “sucede muy pocas veces que lleguen más de tres personas. Está todo muy quieto, hay pocas ventas”.
En tanto que María Carmen, propietaria de una verdulería sobre avenida Chacabuco, remarcó a este Diario que tomaron la decisión de atender a los clientes a través de un tejido y con barbijos puestos “para evitar inconvenientes y no estar peleando con la gente. Queremos cuidarnos y algunas personas vienen y estornudan sin taparse, cosas así”.
En ese sentido, destacó que “la mayoría de los vecinos entienden y nos felicitan por la decisión. Esperemos que sirva de algo, ahora se vende mucho menos que antes, hay poca gente en las calles, pero lo primero es la salud y lo otro se verá después”.
En el caso de una farmacia frente a un sanatorio solicitan que ingrese al local una sola persona a realizar la compra, para evitar a los grandes grupos familiares; además piden mantener la distancia prudente hasta ser llamados a la caja.
Una heladería céntrica admite el ingreso de “hasta 3 personas a la vez”, y solicitan “evitar el contacto estrecho entre personas”, remarcando que “es muy importante la responsabilidad individual para que el riesgo no se difunda”.
El cajero del local comentó que “en estos días no se vende casi nada. No hay clases, la administración pública mermó y están cortados los trámites, y así se suman otros factores que hacen que el movimiento sea escaso. Parece como si estuviéramos en la primera quincena de enero cuando no hay casi nadie en la ciudad”.
Por su parte, los empleados de una pollería sobre la avenida Lavalle piden a los clientes que “las compras las realice una persona por familia”, y que “eviten venir las personas adultas mayores y grupos de riesgos, no concurrir con niños, mantener un metro de distancia con los demás, intentar comprar en horarios donde haya menos circulación de personas, y tratar de pagar con tarjeta y no con efectivo”.