
La cuarentena coincidió con una época del año en la cual se produce uno de los comportamientos más curiosos de la fauna salvaje: las migraciones, destacándose -entre todas- las de algunas aves migratorias que llegan a la Argentina para estas fechas.
En los últimos días, las redes sociales y especialmente Facebook están mostrando el fenómeno a partir de cientos de videos y fotos que exhiben el “lado b” del aislamiento, ya que gracias al silencio y la baja polución se hace evidente un “nuevo” comportamiento de la fauna a partir de ese cambio.
Los ejemplos son muchos, pero se pueden mencionar un grupo de coatíes que días atrás deambulaba sin miedo en Oberá (Misiones), seguramente en busca de comida.
Pero la cadena de acontecimientos sorprendentes de la vida silvestre no para y seguramente con el correr de los días y la acentuación de la quietud por el aislamiento obligatorio, más situaciones parecidas se van a documentar.
Parte de ese registro ya lo viene realizando la Mesa de Gestión del Arroyo Zaimán, una organización formada por ambientalistas y profesionales relacionadas al área para la conservación de la vida de la flora y la fauna.
Gladys Garrido, integrante de esa mesa investigadora y directora del Programa de Educación Ambiental de la Facultad de Exactas de la UNaM, reflexionó acerca del “impacto beneficioso” y la necesidad de trasladar esas acciones una vez que se termine el aislamiento.
“En esta cuarentena podemos hacer un poco de introspección y analizar lo que está ocurriendo con nuestros espacios verdes. Días atrás fue notoria la aparición de una gran cantidad de aves acuáticas, que parecería ser una bandada de patos mbiguá. Estamos una época donde es más frecuente ver aves migratorias”, explicó.
“Lo que los observadores de aves acuáticas siempre hacemos es enviar mensajes de concientización acerca de la importancia que tienen, por ejemplo en Misiones. A esto se suma la necesidad de mantener sin contaminación las cuencas de los arroyos, porque son sitios en los cuales las aves se detienen, aunque sea por poco tiempo o a pasar parte de su ciclo de vida”, dijo.
Invita a la reflexión
Analizó Garrido: “Me parece que estamos asistiendo a un espectáculo que invita también a reflexionar que permanecer encerrados nos está permitiendo medir el impacto que tiene esta quietud del hombre sobre los ecosistemas, que es justamente lo que se está apreciando ahora con el confinamiento”.
“Creo que también está muy vinculado a la reducción fundamentalmente de la contaminación de ruido que hay en las ciudades, porque lo que se sintió fundamentalmente del silencio fue la aparición de una gran cantidad de aves que antes no era frecuente o directamente no veíamos”, dijo.
“Al haber poca contaminación sonora, si se quiere por la reducción del transporte público y también porque hay menos autos en la calle, se provoca un efecto cadena: hay menos polución en el aire, menos ruido y evidentemente, al haber árboles todavía en la ciudad, éstos se convierten de nuevo en la posibilidad de recuperar un ecosistema más natural con el cual han tropezado estas aves, me parece”, confió la mujer.
“¿Qué enseñanza nos da fundamentalmente esta crisis y la situación particular que estamos viviendo de retiro obligado en los hogares? Fundamentalmente lo importante que son las acciones concretas como aliados del planeta. Acá, por una medida casi de vida o muerte, se implementó el parate e inmediatamente hubo acciones beneficiosas”, enfatizó la jefa del Programa de Educación Ambiental.
“Otro aspecto interesante de esta crisis puntual es la conciencia individual y colectiva de las personas: de nada sirven las llamadas acciones individuales si el que está al lado no las cumple. Para transformar se necesita de la acción colectiva”, sentenció.
Tucanes se “amigan” con vecinos de Candelaria
En la cuenca del lago Garupá, los vecinos que viven en los alrededores también son testigos por estos días del espectacular avistaje de aves inusuales, por ejemplo tucanes, especie más bien relacionada con la selva y más aún del área Cataratas, donde la flora más o menos conservada permite condiciones de vida estables lejos de la mano depredadora del hombre.
“No sabemos si están analizando nuevas condiciones de vida para luego mudarse con sus familias, pero sí se han mostrado muy amistosos. Aunque era raro, anteriormente se solía ver uno que otro en los árboles de los alrededores, pero evidentemente, con todo este gran silencio por la cuarentena, se fueron acercando a las casas y luego de entrar en confianza ya aparecen todos los días para comer y tomar agua”, relató a PRIMERA EDICIÓN Alicia Saldívar, cuyos familiares son los testigos directos del inusual comportamiento de estas aves y pudieron tomarles fotos y filmarlas.
“Lo cierto es que después de comprobar que no están en peligro se ‘amigaron’ y ya no se van más. Se quedan, comen, dan unas vueltas y a veces hasta comparten un ratito la mesa. Es un espectáculo fantástico”, contó Alicia.
A los tucanes ya se le han sumado otras especies, entre ellas familias de patos, los cuales se atreven a salir del entorno de la cuenca del lago y se aventuran bastante más lejos, a varias cuadras del lago, para buscar comida y porque se sienten seguros.