En Mayo de 2019, Karina Alejandra Griss tomó una máquina de afeitar y se rapó la cabeza. Con sus propios cabellos confeccionó una peluca y se la donó a una mujer que se encuentra luchando contra el cáncer. “Y aprendí que las mujeres no sólo necesitan una peluca o un turbante porque no quieren sentirse miradas o porque quieren recuperar el autoestima, sino porque se sufre mucho el frío y el calor. Al tener el cuero cabelludo tapado y de golpe expuesto, lastima. Yo lo hice en invierno”.
Su misión comenzó en octubre de 2018, cuando se sintió movilizada a ser colaboradora de Maria Rita Fournier, una peluquera de Buenos Aires, quien hace tres años tuvo la iniciativa de las pelucas y desde ahí no paró. “La vi en un programa de televisión donde María Rita contaba el objetivo de Pelucas Solidarias 9 de Julio. Entonces la busqué, quería formar parte del proyecto”.
Oriunda de Puerto Rico, Karina es una empresaria del rubro maderero, oficio que heredó de su padre. A su vez, dicta clases de gimnasia y es peluquera. Entonces, ni bien conoció a Pelucas Solidarias “comencé a cortar cabello y mandarlo a Buenos Aires”.
“Crear pelucas para donarlas es lo más grande que Dios me puso en mi vida”
Su trabajo fue inmenso y tuvo como resultado la colaboración de miles de personas, quienes de forma desinteresada le donan sus cabellos para ser enviados a Buenos Aires. Al cabo de unos meses, fue nombrada representante del proyecto en Misiones.
Pero no se quedó ahí. Para Karina había que hacer más y estaba convencida de que en la provincia se necesitaba una especialización para confeccionar nuestras propias pelucas. Y lo logró. Fue ella, junto a otras mujeres solidarias, quienes concretaron que se dicten talleres para crear dichas pelucas.
En abril de 2019 “logramos traer, con nuestros propios medios, a María Rita quien dictó clases en las localidades de Montecarlo y de Posadas, y gracias a eso comenzamos hacer pelucas en Misiones”.
“Haber traído a Pelucas Solidarias a Misiones es una de las cosas que más me llenan de orgullo”.
Karina explicó a Revista SextoSentido, que desde abril pasado se entregaron 128 pelucas “que son enviadas a distintas provincias del país porque trabajábamos con Buenos Aires y los envíos son de acuerdo a la cercanía y disponibilidad”.
Lamentablemente los pedidos nunca paran por lo que la demanda crece de forma acelerada. “Yo jamás imaginé que tantas mujeres estaban atravesando por esta enfermedad, hasta que entre al proyecto y sí, la demanda es gigante”.
Nos contó también, que con Pelucas Solidarias conoció un mundo “maravilloso”. Resulta que “allí me encontré con mucha gente de buen corazón. Todas trabajamos pensando en el otro, nadie gana un peso, al contrario a veces ponemos plata de nuestros bolsillos. Pero lo hacemos con amor, entonces las que están acá son personas puras. La gente que recibe las pelucas y las que ayudan a crearlas, son el tesoro que Pelucas Solidarias me regaló”.
Desde febrero, Karina trabaja de forma conjunta con María Rita en un nuevo proyecto denominado “Pelucas Solidarias Misiones de Amor”, un grupo que ya nuclea a mujeres de distintas localidades de la provincia. “Todas nos movemos, juntamos cabellos y hacemos colectas. Es un grupo enorme donde trabajamos unidas. Trabajamos de corazón”.
Hoy tiene miles de proyectos y los comparte con nosotros. Principalmente “como mujer voy logrando mis metas, quiero seguir en el rubro que mi papá nos dejó a mí y mis hermanos. Quiero que crezca como él soñaba, ahora soy empresaria. Es importante para la mujer marcarse un objetivo y no parar hasta lograrlo, en todos los sentidos, la mujer puede. Nosotras tenemos que perder el miedo, dejar de pensar que no vamos a conseguir lo que deseamos o, que no serás lo demasiado fuerte para concretarlo. La mujer es uno de los seres más perfectos porque sabemos amar. Me llena de orgullo saber que las mujeres nos superamos desde la casa o desde cualquier lugar y ámbito, alcanzando nuestros sueños”.
Subirse a la pasarela
A los 37 años Karina decidió ser modelo. Así es, en Puerto Rico se abrieron las inscripciones para un curso de modelaje, convocaban a chicas de hasta 23 años. “Yo comencé a modelar por cara dura”, recuerda Karina entre risas. Pero en realidad, ella lo hizo “para vencer mi timidez, me daba mucha vergüenza caminar y que me miren. A veces sentía que me iba a caer”. Entonces, fue a la agencia y preguntó si podía inscribirse. Y la respuesta fue la esperada. “Y por primera vez me subí a una pasarela, fue una terapia que me ayudó a vencer eso que tanto me trababa”.
Por
Susana Breska Sisterna
Lic. En Comunicación Social
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