Sentada al sol, tomando mate, una costumbre más que arraigada en el ADN misionero, la estatua del paseo capitalino tiene puesto un barbijo, un recuerdo de lo que todos debemos hacer.
No sabemos quién colocó la mascarilla, algo que se vio días atrás a nivel nacional, y más allá de las típicas bromas de “cómo hará para tomar mate con eso puesto” se agradece el gesto porque no se puede negar que quien cruce por allí y lo vea por lo menos una sonrisa esbozará. Salvo aquellos gruñones a los que nada les viene bien.
Dejando de lado si es broma o no, recordemos que lo mejor es quedarnos en casa y que si debemos salir lo mejor es usar el barbijo, no porque nos obliguen sino porque nos cuidamos y cuidamos a los demás. Ser consciente no cuesta nada.