Sin embargo, hoy estamos atravesando la peor crisis jamás contada, y ello se debe a cuatro motivos:
• tiene un alcance global (sobre casi toda la población del mundo).
• supone un cambio radical de nuestra vida cotidiana.
• tensiona o colapsa los sistemas sanitarios de las diferentes regiones y países.
• existe incertidumbre sobre la capacidad de su resolución.
A diferencia de las guerras, el peligro ya no se mide por las estrategias y fuerzas militares de unas naciones contra otras; el enemigo es ahora biológico, invisible a nuestros ojos y se extiende por todo el planeta, provocando que el contacto social humano deba ser modificado o suprimido.
Si bien parte de la comunidad científica lleva años alertando sobre estos peligros, la amenaza tuvo que hacerse real para que los gobiernos y sus habitantes tomáramos conciencia de la gravedad de aquello a lo que nos enfrentamos, no sólo como comunidades sino también como especie.
Los cambios que la pandemia ha suscitado son muchos. Su análisis por tanto, debe ser complejo, atendiendo y ordenando cada una de las áreas donde esta emergencia mundial está impactando.
Nosotros dividimos la incidencia de la crisis COVID-19 en tres dimensiones.
Dimensión psicosocial
Es decir, cómo las personas, familias, grupos, comunidades, regiones y países reaccionan ante los efectos de la pandemia.
En general, existe una respuesta condicionada por la incertidumbre y el temor ante una enfermedad sobre la que nuestra posibilidad de control es limitada.
Y lo es, ya que depende por un lado de las características propias de la enfermedad, y por otro de actores sociales que pueden proveernos de los recursos necesarios para enfrentarla (sistemas sanitarios eficaces, ayudas económicas, etc.).
Además, en esta dimensión se puede analizar cómo respondemos individual, familiar, grupal y socialmente ante las medidas de distanciamiento social que imponen serias restricciones y alteraciones de la actividad y vida cotidiana, afectando -en mayor o menor medida- nuestra salud mental.
Dimensión socioeconómica
La modificación o suspensión de la actividad laboral, ya sea por acción directa de las administraciones o bien por el propio avance de la pandemia, afecta a la dinámica comercial y al mercado de trabajo en las diferentes comunidades, regiones y países; esto altera -de un modo nunca antes visto- su funcionamiento. Este impacto se da en el aspecto micro o local de la economía y también en su aspecto macro, ya que los contextos económicos internacionales se ven altamente afectados por el detenimiento del consumo y el comercio internacional.
Las pérdidas económicas se trasladan inevitablemente a casi todo el conjunto de las actividades, previendo, como ya han afirmado organismos como el FMI, un escenario histórico e inédito de debilitamiento del sistema económico-financiero actual.
Dimensión sociosanitaria
Las características de este virus (infecciosidad, morbilidad, mortalidad), sumadas a las dificultades actuales de proveer tratamientos eficaces para combatirlo, hacen que la capacidad de contención sanitaria de la pandemia sea altamente limitada.
Aunque existen diferencias abismales entre los sistemas de salud en el mundo, incluso los mejor preparados no pueden otorgar una atención sanitaria adecuada en el caso de una propagación rápida de este nuevo coronavirus. Todas las comunidades, regiones y países están expuestas a un potencial colapso de sus sistemas sanitarios, como hemos visto en Italia, España, Francia o Inglaterra (todos con sólidos sistemas de salud pública). El riesgo es aún mucho mayor donde estos sistemas son deficientes, por ejemplo, muchas regiones de Latinoamérica, África subsahariana y el sur de Asia.
Gestión
Una adecuada gestión de la crisis del COVID-19 estará estrechamente ligada a la consideración de estas tres dimensiones en conjunto, sabiendo que actúan de forma interconectada e interdependiente: es decir, la incorrecta gestión de alguna de las dimensiones impactará negativamente sobre las otras.
Es importante agregar que estas dimensiones funcionan dentro de un determinado contexto geopolítico. Es una crisis que está inserta en un complejo marco global de relaciones entre opinión pública, corporaciones, naciones y organizaciones internacionales que ejercen su influencia e intentan imponer sus objetivos y agenda.
Divulgar una comprensión multidimensional de esta crisis, puede ayudar a que los expertos, los ciudadanos y representantes políticos tengan mejores herramientas para entender la complejidad de las causas y efectos que esta pandemia provoca.
Desarrollaremos un análisis pormenorizado y con detalle de cada una de las dimensiones psicosocial, socioeconómica y sociosanitaria, en posteriores entregas.
Por Saxa Stefani Irizar
Psicólogo, investigador y docente