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El arte de reinventarse es el gran desafío de estos días. A más de un mes del cierre obligatorio de algunos rubros comerciales, la búsqueda por encontrar mecanismos para generar ingresos que ayuden a paliar la angustiante situación económica de quienes debieron dejar de trabajar se fue incrementando con el pasar del tiempo.
Ventas online de emprendedores, conciertos a la gorra virtual y servicios de viandas por delivery son algunas de las estrategias que comenzaron a implementar en Oberá.
Para Fabián Soza, propietario de un natatorio climatizado de la Capital del Monte, donde además de las clases de natación se desarrollaban sesiones de aquagym o gimnasia en el agua, continuar con su actividad se hizo claramente imposible. Por ello optó por ofrecer a sus alumnos rutinas de entrenamiento personalizadas a cambio del pago de una cuota solidaria.
“Gente, les hago llegar mi situación: debido al COVID-19 debo mantener cerrado el natatorio, no puedo dar clases y se me dificultó solventar los gastos del mismo. Por eso me veo obligado a buscar una alternativa urgente para sobrellevar esto. La idea objetivo es ofrecerles un servicio creando un grupo por Whatsapp/Facebook, donde mi compromiso es enviarle a cada interesado una rutina de entrenamiento guiada y controlada desde la casa, estando siempre comunicados. La misma será acorde a cada etapa/edad de la persona. Si adquieren el servicio, abonan una cuota solidaria. Estoy viendo cómo pueden realizar el pago, por transferencia, mercado pago o retiro en domicilio”, explicó a través de un mensaje.
“También está la posibilidad de alquilarles elementos complementarios para sus rutinas, como mancuernas, discos, step, barras, discos, colchoneta, entre otros. Los que estén dispuestos me envían un mensaje privado para coordinar todo. Desde ya agradezco su comprensión y apoyo incondicional”, ofreció el “profe”.
La iniciativa le dio buenos resultados, según manifestó Soza a PRIMERA EDICIÓN. Lejos está de los ingresos habituales, pero al menos encontró una veta para generar algún ingreso.
“Tengo varios interesados, más de 30. La mayoría adultos mayores que necesitan hacer ejercicios por cuestiones de salud. Para mí, que cada uno ponga lo que puede ya es una gran ayuda”, reconoció.
“No tengo ningún otro ingreso y tengo que seguir pagando cuentas y viviendo. Estoy contento y voy a dar lo mejor de mí para estas personas”, dijo.
Entre deliverys y clases virtuales
En Apóstoles, como en otras muchas localidades de la provincia, se vive un momento muy particular en lo comercial, adaptándose a los tiempos de cuarentena. Negocios de pinturería y ferretería incorporaron la venta de barbijos de todo tipo y de todos los precios; los talleres permanecieron cerrados, pero en esta última etapa pudieron atender de forma limitada dando servicio a las fuerzas de seguridad y prestadores de salud. Pero algunos de los más ajustados fueron los comercios de ropas, gimnasios y ópticas.
Los propietarios de gimnasios indicaron que no pueden abrir sus puertas y se encuentran en una situación delicada. Algunos optaron por “sobrevivir” con clases online y adoptar la venta de comidas “para salvar gastos”.
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Una de las perjudicadas es la profesora Verónica Motta, de una escuela de gimnasia artística donde habitualmente los padres de los alumnos abonan sus cuotas mensualmente, pero debió cambiar el modo y hacerlo virtual, con una notable bajante de la clientela. “Cuando anunciaron que la cuarentena seguiría, ahí comencé a preocuparme y hasta llegué a tener días deprimida llorando porque mi cabeza no paraba de pensar cómo iba hacer para pagar todo si no podía trabajar”, confió a PRIMERA EDICIÓN.
“Cuando la cuarentena empezó, hasta ese día tenía 70 gimnastas y la vida iba normal, sin preocupaciones porque tenía pagado todo lo que cualquier persona paga: impuestos, alquileres, servicios y hasta habíamos realizado compra de comida y teníamos en stock en la casa. La primera semana de abril fue crítica mentalmente para mí. Con mi gimnasio cerrado y dándome cuenta de que continuaría de esa manera, empecé a ahogarme en un vaso de agua”, contó Motta.
Desesperada e intentando buscar una salida, “empecé a dialogar con los ‘profes’ de Posadas y con nuestra presidenta de la Federación para ver cómo estaban haciendo y me comentaron de las clases vía Zoom, ahí fue cuando comencé a pensar en retomar las clases a través de una pantalla de computadora, por así decirlo. Envié a los 70 padres el mismo mensaje, pidiendo ayuda y solidaridad para poder afrontar y pagar principalmente el alquiler del gimnasio y que a cambio les daba clases de gimnasia por Zoom, cobrando únicamente el 60% del valor total de la cuota. Sólo nueve aceptaron la propuesta o pudieron comprometerse. Ahí me fui adaptando”, indicó.
“Las demás familias en forma privada me escribieron contándome lo difícil de poder seguir sin trabajo, sin entrada de dinero, que a los maridos no les pagaban o les pagaban la mitad. Con las nueve gimnastas comencé vía Zoom y es el día de hoy que sólo las tengo a ellas, les presté colchonetas y elementos auxiliares para poder tratar de hacer algo parecido a lo de gimnasia artística a través de la computadora”, contó.
Incuso debió hablar con la propietaria del local donde funciona su gimnasio. “La dueña del inmueble que alquilo me dijo que me iba a cobrar únicamente el 50% del valor del alquiler los meses que dure la cuarentena y así estamos. Lástima que el monotributo, la luz, el agua y el gas siguen igual y no hubo modificaciones”, reclamó. Además, con su pareja decidieron retomar la venta de comida por delivery que habían dejado, así pueden generar ingresos para cubrir los gastos de la casa.
Como Motta, la mayoría de los gimnasios de Apóstoles están pasando una situación económica difícil y por eso se unieron para presentar una nota al Concejo Deliberante “planteando la posibilidad de abrir los locales a partir del 26 de abril, con una serie de protocolos, porque estamos con nuestros últimos ahorros”, señalaron los propietarios.
Asimismo, desde la Cámara de Comercio de la Capital de la Yerba Mate señalaron que “los negocios de ropas, zapatería, repuestos y materiales eléctricos trabajan con delivery”, aunque todos los rubros están sufriendo una baja notable, incluso la comida, porque “la gente opta por cocinar”, dijeron.
El propietario de un restaurante apostoleño contó que “yo tuve que cerrar el 13 de marzo, probé con venta de empanadas en Semana Santa, pero no rindió, no hay ventas, la gente cuida la plata y al haber cuatro o cinco personas en una casa, se turnan para cocinar”.