Cada mañana una hoja de papel y un lápiz están dispuestos sobre la mesa de la cocina mientras Juan Carlos Kayler (52) prepara su mate.
Despuntar el vicio del dibujo es una constante, un incentivo para comenzar la jornada. Se considera multifacético, pero dibujar es algo que le nació desde chico, en su casa paterna de Villa Lohr. Es un arte al que incorporó para siempre.
Contó a Ko ‘ape que “arrancó” con los dibujos cuando iba a la Escuela Técnica -ENET por aquel entonces. Cuando cursaba el primer año en ese establecimiento educacional, “me destacaba, era el que hacía los dibujos de piezas, componentes de automotores, dínamos, arranques, y yo sacaba mas rápido la lámina. En medio de eso hacía algunas caricaturas, dibujaba al hombre nuclear, la mujer maravilla, el hombre araña” que muchos atesoran a pesar del paso de los años.
Luego fue convocado para trabajar en una empresa vial y dentro de la firma “me destaqué en dibujo técnico y, de paso, hacía alguna caricatura del personal que allí trabajaba, para reírnos un poco en medio de la rutina diaria. Fue ahí donde nació ese personaje que por lo general recorre las redes sociales. Se trata de un muchacho de bigote y sombrero, que realmente existió. Era un compañero de tareas. Era bastante parecido al que se ve en el dibujo y está acompañado de un perro, que era de la empresa. Él era bastante piola con mis creaciones”, manifestó entre risas.
“Por ahora el personaje no tiene nombre. Surgió de un hombre muy parecido, de bigotes, que siempre llevaba un sombrero, que siempre hacía cosas ridículas, entonces yo siempre lo trasladaba a un papel. Y los propietarios e ingenieros, se mataban de la risa”.
Mientras realiza el aislamiento social y se inspira en situaciones del momento, sostuvo que “nunca se dedicó de lleno a la cuestión de las caricaturas. Siempre las hago mientras preparo un matecito, me tomo dos minutos y las mando a algún grupo de WhatsApp, a algún amigo, con una frase de feliz cumpleaños y acompañado por una copita de vino, una porción de torta, saludando. Cosas así”.
Manifestó que hace más de 30 años no ve al personaje en el que inspiró sus ideas pero “creo que vive por algunos de los municipios situados sobre la ruta 12. No lo vi, pero lo tengo presente. No hace mucho me acordé de esos dibujos y volví al ruedo, a agarrar el lápiz o por lo genera una birome negra, y hacer cobrar vida al personaje. Empecé a archivarlos, a guardarlos, porque siempre los hacía en un papel común e iban a parar a la basura. Últimamente comencé a archivar. Si hay posibilidades de publicarlos, estaría bien, no tengo problemas, pero no era esa mi finalidad”.
Recordó que a mediados de la década del 80 hizo algunos “dibujitos” que fueron publicados en el Semanario Pregón Misionero -fundado por Aldo Rubén Gil Navarro-, allí en su Oberá natal. Y, ahora, “estoy buscando a unos muchachos que son excombatientes de Malvinas porque hice unos dibujos cuando ellos partían hacia el Escuadrón de Apóstoles, previo al inicio de la guerra, adonde los habían convocado. Los había retratado con sus uniformes del Ejército. Quiero ubicarlos y saber si aún conservan esos dibujos para rescatarlos”.
Después comenzó a publicar esos trazos a través del WhatsApp y amigos de muchos años que estaban dentro de los grupos se acordaban del personaje y surgían las charlas. “Entonces volví a resucitar al personaje, que era muy gracioso y que se desempeñaba como técnico en electrónico en la empresa de Mario Aníbal Ibarra. Muchos me dicen que es parecido a Mendieta, con esa camisa blanca, manga larga, un pantalón negro y un remiendo en la rodilla”, describió Kayler, que admitió que “no tengo a nadie que herede esta pasión por el dibujo” y que por eso “guardo las láminas para una sobrina” que vive en Leandro N. Alem.
“Pero nunca me dediqué a hacer esas cosas como para publicar, nunca nadie me llamó para eso. Pero siempre hacía dibujos así, inclusive concurría a los asados y hacía caricaturas, personajes con su vino, comiendo asado. como Para entretenerse nomas”.
En ocasiones, “hay gente que me pide alguno para el cumpleaños de los chicos. Me dicen Juan mandame un dibujito felicitando a mi nenita, entonces hago un payaso con una vela, una torta, y un feliz cumpleaños. Y los chicos quedan contentos. Es de onda, nomás, y sin meterme en temas más complicados como la política o el fútbol”, aclaró.
Para Kayler, sigue siendo un hobby que “lo hago por la mañana mientras preparo unos amargos, o un domingo por la tarde. Solamente necesito tener a mano una lapicera negra, un apoya papel, un papel. Ahora compré un block de papel A4, arranco con el dibujo y mando. Eso me inspira para empezar el día. Por ahí en un grupo hay 80 integrantes y nadie larga nada, entonces como para romper el hielo, envío un dibujo y alguno se alegra un poco. Se trata de tirar un poco de buena onda”, comentó, quien con el paso del tiempo se fue perfeccionando.
“En medio de mi tarea hacía alguna caricatura del personal que allí trabajaba, para reírnos un poco en medio de la rutina diaria. Fue ahí donde nació ese personaje que por lo general recorre las redes sociales”.
Un descubrimiento
Su vinculación con la empresa nació cuando un contratista de obra lo llamó para solucionar el tema de un desagote de una laguna, en Campo Ramón. Es que entre tantas cosas, Kayler es “técnico hídrico y había un sistema de bombeo que no funcionaba y siempre había problemas”, narró.
Agregó que un conocido lo acercó a la empresa. “Fui miré el lugar, agarré una bolsa de cemento que andaba tirada por ahí, pedí una lapicera, me apoyé sobre el capot de la camioneta y empecé a dibujar la laguna. Hice un bosquejo de la bomba de agua, el sistema de flotamiento, para saber cómo desagotar la laguna, y cuando los ingenieros vieron eso, pidieron que me quedara a trabajar con ellos. Y así estuve cinco años dibujando y de esta manera les simplificaba las tareas. Por ese entonces aparecieron las primeras computadoras, corría el año 1985 por ahí, y comencé a hacer trabajos en ellas para la empresa. Arranqué con ese dibujo en esa bolsa de cemento con el sistema de bombeo en la laguna. Son cosas, elementos, que estoy tratando de reunir en la mente para poder volver a hacer esa lámina que quedó en la empresa”.
Dijo que de técnico hídrico se recibió en Santa Fe, donde también terminó estudios como técnico sanitario, de plomería, gas del Estado. En una caja de zapatos atesora cerca de 40 certificados de distintos rubros y oficios, entre ellos, refrigeración mecánica, electricidad, electrónica, hojalatería, herrería, metalúrgica, siderurgia. “Hago de todo un poco y en medio de eso, para acomodar las ideas, un poco de dibujo”, aunque es a la electricidad a lo que dedica el mayor tiempo, resumió quien también tuvo a su cargo un local de reparación de computadoras y, de paso, arreglaba su máquina y el televisor.