Aunque ya se alcanzó el compromiso para que Brasil eleve a 7.000 metros cúbicos el nivel en Itaipú, aún se percibe a simple vista la pronunciada bajante en los ríos misioneros y que particularmente afecta a las Cataratas del Iguazú.
Respecto a la posible incidencia del actual y prolongado fenómeno sobre la maravilla natural, “habría que ver cuáles son los agentes geomorfológicos que están involucrados y cuáles se mantienen en balance con el caudal de agua que ahora está afectado, lo cual, por ejemplo, podría generar situaciones de erosión, la acumulación de agua en otra parte.
Es decir, si todos los sistemas naturales están en equilibrio pero se perturban algunas (variables), el resto se va a ver repercutido. Sin embargo, no necesariamente sea en algo malo”, explicó a PRIMERA EDICIÓN el licenciado en Ciencias Geológicas de la UBA, Pablo Pérez, quien tras la repercusión mundial de la erupción del volcán Anak Krakatoa se ocupó de hacer una divulgación clara y precisa sobre los volcanes.
Pérez trajo entonces a colación las Cataratas del Iguazú por el problema de sequía que las afecta, dejando al desnudo sus rocas de basalto, que no es otra cosa que “el registro de que en algún momento hubo aparatos volcánicos que derramaron una cantidad gigantesca de basalto en forma de lava”, explicó a este Diario.
“Con la sequía en Cataratas quedó expuesta la roca que forma el suelo de las cataratas y no es nada más y nada menos que una roca volcánica. Lo que no encontramos es dónde estuvo el volcán, sólo quedo el basalto como evidencia de que existió.
Claramente tuvo vida hace mucho tiempo y, como bien sabemos, los volcanes se erosionan. Cuando el Anak Krakatoa hizo erupción, me pareció interesante hacer conocer quizá su menos divulgada consecuencia geológica”, indicó al respecto.
“Más allá de que hay que hacer un estudio a fondo de los impactos que puede tener el bajo caudal en Cataratas, también es cierto que cualquier modificación que se haga en los fenómenos fluviales puede tener una consecuencia en la geología. Sin embargo, las consecuencias pueden ser más inmediatas y ocurren más bien cuando llueve mucho”, aclaró.
“Hay una geología que sí actúa mucho más rápido, que es lo que nosotros conocemos como ‘cambios geomorfológicos’ por ejemplo, con las lluvias abundantes que empieza haber una saturación del agua que puede generar derrumbes de laderas”, puntualizó Pérez.
Y remarcó: “Por falta de agua puede haber cambios, pero los impactos en lo geológico demoraría centenas de años. Aunque no es mi campo y habría que preguntarle a los biólogos, la sequía puede tener más impacto en el ecosistema, que es mucho más sensible a los cambios de corto plazo”.
Desde el origen a la fecha
Hace unos 160-170 millones de años, lo que hoy se conoce como Sudamérica estaba unida con África en el “supercontinente” Gondwana. “Cuando este supercontinente se empieza a fraccionar en varias partes a lo largo de varios episodios de miles años, uno de ellos empieza a abrir el Atlántico Sur.
Eso ocurre a partir de lo que se conoce como puntos calientes (material que asciende del manto terrestre) que rompen los continentes en un punto y van formando restos continentales, es decir, una grieta gigante que va separando los continentes y en el medio se van formando valles fluviales y posteriormente un océano”, explicó Pérez.
“Los derrames de lava continuaron incluso ya habiéndose abierto el Atlántico. Dicho de esta forma quizá es un poco surrealista, ya que no están los volcanes y lo que queda son rocas basálticas”, insistió.
“A todo esto es necesario aclarar que las erupciones pueden ser explosivas o menos explosivas. En el caso de los basaltos se los asocia a erupciones no explosivas, más bien derrames o inundaciones de lava. De hecho, la tierra roja de Misiones, en este marco, está asociada a la meteorización en climas cálidos y húmedos del basalto”, prosiguió.
Detalló que “cuando empiezan a separarse los continentes, ello provoca que cambie el drenaje de la región hacia el Este y otro factor muy importante es el levantamiento de la cordillera de los Andes, porque causa que se instalen cursos fluviales mucho más elevados.
En la siguiente era habrá una gran acumulación de hielo y posteriormente el Amazonas empieza a tener gran acumulación de agua. Ese sistema se acomoda a la litología que estaba instalada que eran las mesetas de basalto, entonces ocurre lo que se conoce como erosión: las rocas no resisten a la erosión fluvial y se empiezan a desgastar de una manera particular en el área de Cataratas”.
“Allí el agua se instala en una parte en una falla geológica, es decir, en una discontinuidad de las rocas que hace que el río se encajone en 100 metros de ancho, mientras que arriba el agua corre por una planicie. Eso produce una gran erosión. Los saltos de Cataratas se formaron por el agua cortando las mesetas de basalto”, graficó Pérez.
“Creo que la situación que estamos viviendo -sequías, volcanes en erupción, virus-, aunque da lugar para hacer chistes, al mismo tiempo hay medios que se aprovechan capaz para generar visitas y meten todo dentro de la misma bolsa, en notas que terminan siendo de muy mala calidad.
Particularmente porque hay fenómenos que son muy recurrentes, por ejemplo la actividad sísmica o la actividad volcánica. Es importante que se sepa cuál es la situación habitual para no caer en notas que titulan ‘El volcán mítico en erupción, incendios en Chernobyl y una plaga bíblica se suman al Coronavirus’”, sentenció contra las fake news.