
Hoy se cumple una semana desde que el equipo de Urgencia y Emergencia del SAMIC de Oberá despidió con alegría a la primera paciente con COVID-19 externada de ese nosocomio.
La mujer, oriunda de San Vicente, estuvo 22 días internada y en ese período sufrió la muerte de su esposo, el primero y hasta el momento único caso letal por coronavirus en Misiones.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, los profesionales afirmaron que tienen todos los elementos de bioseguridad, que extreman los cuidados y que sus rutinas personales se han modificado. Sumar nuevos aprendizajes, superar temores en familia y comprender la discriminación de algunos sectores de la comunidad, son particularidades de la nueva vida de estos médicos, enfermeros, personal de vigilancia y limpieza, administrativos. En todos ellos, la pandemia está dejando sus huellas.
Se cuidan entre todos, como equipo
“Estamos muy contentos como equipo, felices. Seguimos trabajando con todas las normas de bioseguridad, cuidándonos entre todos y al alta de nuestra primera paciente positiva, el equipo sigue indemne pues nos hicieron el hisopado a todos y salió negativo. Por lo que es un éxito como venimos, para nosotros particularmente”, contó la jefa del servicio, la médica Silvana Zuñiga. La profesional recordó con cariño a la paciente oriunda de San Vicente y destacó que siempre colaboró con los trabajadores de la salud, en medio de la pérdida de su esposo.
“Fue muy emotiva la salida de la paciente, agradecemos a Dios, fue una señora que colaboró mucho con nosotras. Fue un ida y vuelta, una buena relación, muy buena persona y paciente. En medio de una situación muy traumática, en los momentos que estábamos, compartíamos también su dolor”.
Zuñiga contó que los ajustes al trabajo que realizan son permanentes.“Continuamente lo hacemos, cada día, porque por ahí, si nos equivocamos en un eslabón de la cadena, perdemos todos. Seguimos entrenándonos”.
“Para los que tenemos hijos es más difícil”
Los trabajadores de salud cuentan con contención psicológica a cargo de un equipo específico del nosocomio.
“Tenemos un equipo de autoayuda de Salud Mental del Hospital, donde participamos todos, desde el personal de seguridad, limpieza, administración, camilleros, médicos, enfermeros, todos. Para los que tenemos hijos es difícil, ya no podemos ir e ingresar directo a casa. Nos lleva más de media hora el protocolo de entrada a casa”, confió la médica.
Todos ellos debieron incorporar nuevos hábitos de un día para otro. No sólo dentro del hospital sino también cuando salen del trabajo. Al respecto, la licenciada en enfermería, Blanca Arrúa, explicó que son varias las acciones que integran el protocolo y que las siguen al pie de la letra.
“Cambiamos el lugar de entrada a casa, no es el mismo ingreso que usa el resto de la familia, se cambió todo. Hay que empezar a sacarse desde afuera la ropa. Hay todo un protocolo para desvestirnos. No venimos con la misma ropa al hospital. No se usa la misma ropa que se usa afuera, adentro. Dentro del hospital, tenemos equipos de protección en tres niveles, depende del nivel de atención al paciente es el que se usa. También para irnos a nuestras casas. Fuimos adaptándonos, el estudio de casos sospechosos, cambia acorde a la cantidad de pacientes positivos. Es una situación que todo el tiempo se va modificando y a la que nos estamos ajustando todos los días”, manifestó.
Falta de conocimiento
Para Arrúa el alejamiento de algunas personas al verlas, es por falta de conocimiento.
“Lo interpretamos como falta de conocimiento. De quienes no saben cómo trabajamos, cómo venimos tratando el tema. Hay mucho miedo, es algo nuevo, que recién estamos conociendo. Nosotros nos sentimos acompañados por todos. Tanto por la doctora, como el médico infectólogo, el comité de infectología que nos dan todos los argumentos y bibliografía para que nosotros podamos abordar los casos. Todos los casos son diferentes, así que no se podrían trabajar de igual manera. Tenemos que hacer que el paciente sea atendido de acuerdo a su contexto”, detalló la enfermera.
Para ella, “la revalorización del trabajo del equipo de salud llegó con el alta de la mujer. Otros reconocimientos llegan de otra forma y estamos bregando para que lleguen y seamos reconocidos como corresponde”, subrayó dejando entrever que las mejoras salariales, aún no aparecen.
“Al principio tuve miedo, pero para esto estudié y sigo estudiando”
Según confió otra de las licenciadas en enfermería del equipo, Mónica Vallejos, debieron gestionar muchas emociones.
“Al principio fue con temores, pero pensamos que si hacemos las cosas bien, va a estar todo bien. La experiencia con la paciente (externada) fue excelente. Estuve cuando llegó y en el alta. El alta fue emocionante, llorábamos con sus hijos, satisfechos porque ella se fue bien y agradecida”.
La enfermera aseguró que “acá nos sentimos seguros, tenemos todo para protección, ensayamos bastante y hacemos simulacros para saber cómo manejarnos”, comentó.
La familia y el entorno
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, indicó que “jamás pensé que me iba a tocar estar en una pandemia. Sigo estudiando, me recibí hace poco de licenciada y en un momento me hice la pregunta, estudiar para qué. Tuve miedo, por lo que veía en otros lugares, como morían enfermeros, gente de salud, pero para esto estudié y estudio. Me tocó explicar a mi familia, a mi esposo, que tenían miedos. Sentí discriminación en el colectivo, supermercado. Los que saben que soy enfermera preguntan si te desinfectaste, si estuviste con el paciente. Se siente la discriminación. Pero usamos todo para cuidarnos, nosotros sabemos cómo cuidarnos, deben cuidarse de quienes no lo saben o no lo hacen”, enfatizó. Vallejos pidió a la comunidad que se cuide y esté tranquila.
“Nosotros los enfermeros, somos los que estamos en primera línea, estén tranquilos, estamos haciendo las cosas más que bien. Nos cuidamos, cuidamos al paciente y queremos que nuestros pacientes, los que puedan llegar, se vayan satisfechos por la atención que les damos. Sólo pedimos que se cuiden”, enfatizó.