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Allí cultivan en el espacio de tierra que tienen, pero además, todos los días Juana se instala a vender choripanes cerca de un supermercado en el centro de la ciudad.
En su chacra no tienen agua potable, sólo un pozo de donde se proveen del vital líquido, y tampoco tienen energía eléctrica. A diario, ambos se levantan a las 5 de la mañana y caminan alumbrados por una linterna unos tres kilómetros hasta la ruta, donde Juana toma un colectivo que la lleva al centro de Wanda. Allí se instala con una parrilla improvisada donde prepara choripanes con un kilo de chorizos que compra a diario.
“El producto de los choripanes que vende a diario lo destinan a comprar medicamentos, la comida del día y lo que necesitan, lo que les alcanza. Después, a las 11-12 del mediodía ella regresa y Bartolomé la espera en la ruta nuevamente y caminan juntos los tres o cuatro kilómetros hasta su casa. Necesitan mucho en su casa: una garrafa, un colchón de dos plazas y otras tantas cosas, como cerrar la cocina para poder estar cubiertos. Nosotros los ayudamos en lo que podemos y en lo que conseguimos”, contó a PRIMERA EDICIÓN una de las integrantes de la Fundación Por la Sonrisa de los Niños, una organización sin fines de lucro de Puerto Esperanza que se dedica a ayudar a los que menos tienen.
La mujer también contó que Bartolomé y Juana cultivan verduras, mandioca y otros productos en su tierra para subsistir, por eso en estos momentos tan difíciles, donde los ingresos se complican, piden la colaboración de los misioneros con lo que puedan ayudar para mejorar el día a día de esta pareja.
Los que quieran colaborar pueden comunicarse al Facebook “Por Una Sonrisa” o al teléfono 03757-15-528872 (Pamela).